lunes, 11 de noviembre de 2024

SEAN

 Conocí a Sean en un viaje de Stuttgart a Berlín en Flixtrain, esa maravilla producto de la liberalización del sistema ferroviario en Alemania, prueba de la superioridad de lo privado. Nuestra jefa nos envió, junto con un tercer colega de Gales, a una conferencia de profesores de inglés.

Sean era inglés, de padre australiano, y había estado en Francia muchos años antes de establecerse en Heilbronn, donde llegó a tener tres hijos con una mujer de la que, en esos momentos, se estaba divorciando -por iniciativa de ella. 

Un cachondo. Así podría definirse simplemente a Sean. Broma detrás de otra y cerveza detrás de otra, como es de esperar en un británico, llegué a la capital alemana con el buen humor que te da haberte partido de risa durante un viaje tan largo.

Pero Sean no era todo risas. A veces podías hablar con él de temas profundos, o mejor dicho podías escucharlo con temas profundos, porque no era alguien que escuchara bien al otro. No es algo que se recomiende a los profesores de inglés, pero sus clientes aparentemente estaban contentos con él. Después de todo, escuchando también se aprende. 

Él era de un discurso muy self-deprecating, como es típico de los ingleses: crítico consigo mismo y al mismo tiempo muy adulador con el otro. A veces, aunque esto no lo noté en Berlín sino durante los pocos encuentros que se sucedieron en Heilbronn, si dabas tu opinión en medio de su homilía, se molestaba respondiendo con un 'no, no, no', como queriendo decir: 'déjalo, yo tengo razón siempre', lo cual me molestaba bastante.

Llegaba muy tarde a nuestros encuentros. A veces media hora y a veces hasta una hora después. Lo invité a mi boda, y dos meses después, aun en plena pandemia, lo invité a mi cumpleaños. Esa fue la última vez que lo vi.

Sean tenía un problema que en España y Alemania llamaríamos alcoholismo y que en el Reino Unido probablemente consideren simplemente falta de control -ya sea en consumo, o en el control de sus consecuencias. Pocos minutos antes de irse, Sean había estando elogiando en el pasillo a mi mujer, con lo guapa que es y lo mucho que vale para todo. Cuando llegó la hora de despedirnos, mi mujer se ofreció a llevar a Sean a su casa, y creo que todos -el profesor de Gales también estaba ahí- pudieron percibir mi cara de poco convencimiento. Aun hoy pienso que si mi mujer no se hubiera ofrecido, Sean y yo aun seríamos amigos. Pero se ofreció, y yo rechacé con una excusa que no recuerdo, pero que incluso un borracho puede decodificar perfectamente en su mundo temporalmente ebrio.

No me acuerdo de quién acabó llevando a su casa a Sean. Es posible que volviera caminando. Yo, desde luego, no tengo el recuerdo en mi memoria de haberlo llevado a su casa. Lo que sí recuerdo son mis mensajes felicitándole la Navidad y él respondiendo con frases muy parcas. Recuerdo anunciarle que pocos meses después, en febrero de 2021, recibiría la nacionalidad alemana y que él me respondió con humor -algo así como ''vas a convertirte en uno de ellos'', pero aun muy parco. Yo sabía que él estaba dolido, pero consigo mismo, no conmigo.

Desde entonces no hablamos más, y tampoco me he esforzado en retomar el contacto.

domingo, 6 de octubre de 2024

Trump, Musk y la polarización según el New York Times

 Pues ya hemos visto a Elon Musk en un mitin junto a Trump. El apoyo ya es oficial, y no solo basado en tuits más o menos indirectos. El hombre más rico del mundo apoyando al candidato más controvertido del mundo libre. La izquierda no sabe que hacer. La consigna es criticar, pero sin pasarse, porque no nos olvidemos que Musk es quien ha acelerado la normalización del coche eléctrico en nuestra era. Lo de los coches eléctricos... no era una cosa de la izquierda?

El cortocircuito ideológico en la redacción del New York Times tiene que ser de aúpa. Hace dos años, en la edición del 22/23 de octubre de 2022, la página 5 del diario norteamericano presentaba dos noticias. La primera, arriba, más grande, hablaba de la polarización de Estados Unidos y de cómo los candidatos (a las legislativas) ignoraban cada vez más los debates abiertos para concentrarse en mítines de sus bases. En la noticia de abajo, el New York Times criticaba cómo los gobiernos republicanos de determinados Estados con fábricas de coches eléctricos como Carolina del Sur se beneficiaban del impulso económico de esta industria, a pesar de ser ''escépticos'' con el cambio climático.

Esta manera de informar invita a un análisis serio desde varios puntos de vista, y me lleva a varias preguntas: si uno es escéptico del cambio climático, tiene que ser hipócrita si se compra un coche eléctrico, pese a que las razones de su compra puedan ser tan variadas? Qué decimos entonces de los usuarios de coches de combustión -incluidos de redactores del NYT- que votan a la izquierda? Y de los gobernadores demócratas en Estados donde desmantelar fábricas de coches de combustión les saldría demasiado caro? Si el NYT denunciaba la polarización y la falta de debate en la noticia de arriba, por qué remarcar que una política asociada a la izquierda se dé en Estados del signo contrario? Si Musk ahora apoya a Trump (no porque Trump esté especialmente a favor de los coches eléctricos, de hecho Musk se ha beneficiado mucho de subvenciones de Biden para sus fábricas en EEUU) sino por muchos otros factores), por qué no se centran más en esa supuesta hipocresía, y ven ahora a Musk como un capitalista despiadado?

Los medios desinforman, pero es interesante ver cómo esa desinformación va variando según las necesidades del momento.

sábado, 28 de septiembre de 2024

La paz en Oriente medio depende de la izquierda occidental, y no de la muerte de Hasan Nasrala

 Han matado a Hasan Nasrala y además su organización, Hizbolá (el partido de Dios) lo ha reconocido rápidamente! bien! pero... y ahora qué? acaso no tomará las riendas otro ahora? ya pasó con Osama bin Laden. El mundo entero aplaudió su muerte en 2011, la foto de Obama y Clinton concentrados en la sala de operaciones conmovió al planeta, y sin embargo apenas tres años después teníamos al Estado islámico ocupando un tercio de Siria e Irak.

Si de verdad queremos la paz en Oriente Medio, habremos de empezar no solo por reconocer el Estado de Israel, tarea ardua ya para una izquierda importante de Europa. Hay que ir mucho más allá. Habría que exigir que todos los países de la región tengan el mismo sistema democrático de Israel.

Por qué? porque si existen organizaciones como Hamás y Hizbolá, ello se debe a la gran cantera de seguidores que provocan tanto el hambre como el analfabetismo. Qué le queda a alguien sin trabajo y sin educación, y posiblemente habiendo perdido a algún familiar en un bombardeo? la solución religiosa. Y por qué? porque su Estado es un estado dictatorial (Siria, Irán) o fallido (Líbano).

En 2022, el ministro de Agricultura alemán con raíces turcas, el ecologista Cem Özdemir, dio una conferencia en Berlín con motivo de su premio Leo Baeck del Consejo Central de los Judíos. Özdemir pertenece al ala 'moderada', pragmática, atlantista y antiislamista de los Verdes, y en su discurso defendía la existencia de Israel y atacaba a los antisemitas que no lo hacían con todo el convencimiento que ello requiere. Sin embargo, Özdemir, en vez que poner su mirada crítica en los países sin democracia que rodean a Israel, mencionó a Estados Unidos, Hungría, Turquía, Polonia, Italia y Suecia -es decir, refiríendose únicamente a países con mayorías de gobierno de derecha, y no críticos con Israel (como España y Noruega)- como países que ponían en peligro la democracia liberal.

Mucho más útil habría sido -sería- liderar un movimiento de izquierda liberal, casi jacobina, para cambiar la realidad política de Oriente Medio. En Europa, práticamente nadie sabe que en el Líbano, por ejemplo, el presidente del país (sin poderes) tiene que ser cristiano, mientras que el primer ministro ha de ser suní y el presidente del parlamento chii. Por qué nadie pone en cuestión un sistema en el que prima la tribu a la que se pertenece y no la competencia o el programa electoral?

La izquierda occidental, tan orgullosa de enarbolar el progreso social y el derrumbamiento del Antiguo Régimen, tiene que hablar más de esto. No digo mandar armas o invadir el Líbano junto con Israel -un país que tiene a árabes como ciudadanos e incluso diputados-, me refiero más bien a un rearme del cerebro y del espíritu crítico ante la raíz del problema.

sábado, 21 de septiembre de 2024

El chip norcoreano en el hombro de Jihyun Park

 Conozco un dicho inglés que no tiene equivalente en español. Y me pregunto por qué, siendo tan magnífico. Se trata de 'have a chip on your shoulder', que se aplica a personas con un comportamiento antipático y negativo por arrastrar lo que éstas creen que fue un maltrato sufrido por otros en el pasado.

Es una expresión que se refiere especialmente a extranjeros que adoptan una actitud de rechazo al país en el que se encuentran. Un caso de manual es el de la norcoreana Jihyun Park, que obtuvo asilo en Reino Unido en 2008 tras huir de su país habiendo pasado por la cárcel y dejando a su padre enfermo en la cama, sabiendo que no volvería a verlo nunca.

Jihyun Park, que entró en el Partido Conservador en 2017, un año después del Brexit, explicó en una entrevista con el Financial Times en 2022 que lo hizo porque había viajado por Europa y no entendía ''que Reino Unido pudiera ser una colonia de todos esos países'', porque a ella le habían contado que ''Reino Unido era un Imperio''.

Esta señorita, analfabeta y desconsiderada porque no sabe que llegó a un país de exiliada pasando fronteras europeas, no británicas, tampoco entiende que su visión de la Unión Europea es exactamente la que tiene Corea del Norte de su vecino del sur; o la que tenía la Alemania comunista de la República Federal de Alemania: que no pueden convertirse en colonias del imperio capitalista americano del que forma parte Corea del Sur y del que formaba -y forma hoy parte, supuestamente- la RFA.

Atreviéndose a llevar su boutade más lejos aún, comparó la UE con una inminbanjan, o sea una de esas mujeres entradas en años encargadas de vigilar a los vecinos y mandar informes al régimen.

Es reconfortante saber que no salío elegida en las elecciones a las que se presentó.

jueves, 19 de septiembre de 2024

No sólo de la fruta vive Macedonia

 Agosto de 2018

Macedonia es un país poco conocido, aunque lo suficientemente cerca de países fuertes para que los estereotipos cundan y roben protagonismo a la Historia, de la que no escasea esta nación balcánica. En concreto su nombre nos hace pensar, al menos a los francófonos e hispanohablantes, en la hiperfamosa ensalada de frutas. Pero más allá del uso que los extranjeros demos al nombre de este país, los propios macedonios ya llevan décadas en un conflicto más importante con Grecia por su topónimo a raíz de un malentendido histórico: es Alejandro Magno macedonio de la región de Grecia o del país fronterizo por el norte? Los macedonios decidirán la respuesta en un referendum a finales de este mes, aunque con una pregunta bien preparada por el Gobierno proeuropeo para buscar el sí: Cambiamos el nombre para contentar a Grecia y así entrar en la UE y la OTAN? Lo de Grecia no es literal. Ni siquiera está en la pregunta. Pero se sobreentiende.

Más allá de frutas y referendos, esta antigua república yugoslava corre el riesgo de hacer olvidar al viajero otro de sus productos más preciados: el vino. Como en otros países del Este de Europa que apuestan por la vinicultura como mayor industria económica, principalmente Moldavia, Macedonia es aún por la indiscutible calidad de sus vinos y la increíble asequibilidad de sus precios un destino paradisíaco para los amantes del vino y el buen comer. Para disfrutar del vino macedonio hace falta desplazarse a las bodegas de la región principal alrededor de Kavadartsi, en el centro del país. En esta población, que en un caluroso día de finales de julio da la impresión de pueblo fantasma, se encuentra la bodega Tikvesh. Normalmente se necesita reserva, pero tuvimos la suerte de encontrarnos con un vigilante comprensivo que nos guió desde el aparcamiento hasta las profundidades de esta bella fábrica de placeres con olor al mejor producto de la mejor fruta de esa macedonia en la que todos pensamos: la uva.

Una vez dentro, y tras haber bajado escaleras decoradas con mosaicos del dios Baco, recorremos -aún de la mano del simpático y profesional vigilante- un pasillo largo de barriles de vino hasta llegar a la puerta de un restaurante en el que nos esperan tres mesas libres para elegir. Las otras dos están ocupadas por turistas rumanos, alemanes y americanos. Hay un cocinero y un camarero, que se lanza a recomendarnos que no pidamos demasiados entrantes puesto que el menú ya incluye mucha comida. Lo cierto es que no son platos abundantes, pero llegan en total a cuatro. De primero ensalada con caviar, de segundo trucha, de tercero bistec de ternera y de cuarto el mejor brownie en mucho tiempo. Todo un menú de boda acompañado continuamente por una degustación de cinco vinos diferentes, servidos dos veces cada uno. En total, los cuatro platos y las diez copas de vino, más dos botellas de regalo para casa, por el módico precio de 28€ por persona. El lector sentirá la tentación de cuestionar la calidad del vino, pero el paladar no engaña, aun sin haber estudiado enología.

Para los conocimientos de todo lo relacionado al vino macedonio ya está el amable camarero, al que no le importa repetir las mismas informaciones en cada mesa y, por supuesto, atender a las preguntas que surjan. Siempre pidiendo permiso para interrumpir las necesarias conversaciones que van surtiendo entre plato y plato, cuya distancia temporal de 20 minutos ha sido meticulosamente diseñada para permitir a los comensales darle a la sinhueso aprovechando que, en esta bodega, la falta de cobertura del móvil obliga a volver a los tiempos en que comer no era compatible con la contemplación de una pantalla en la palma de la mano.

Falta por saber qué cambiará antes, el nombre el país o su imagen infravalorada en el resto del Mundo.

martes, 6 de agosto de 2024

Acabará Nicolás Maduro como el monje Girolamo Savonarola?

 

El día después de proclamarse vencedor de las elecciones en Venezuela, Nicolás Maduro compareció ante los medios con una frase que no sólo reveló una necesidad sospechosa de justificarse, al más puro estilo excusatio non petita accusatio manifesta, sino que días más tarde además resultó ser una frase falsa.

Fue la afirmación ''he dormido como un bebé''. Una frase que ya repitió algunas veces durante su mandato, pero que, tras unas elecciones donde supuestamente tan claramente ha ganado, en teoría no sería necesaria. Lo normal cuando un político festeja un triunfo es decir, al día siguiente, que no ha pegado ojo toda la noche, para denotar la necesidad de celebrar. Pero Maduro, sin que nadie le preguntara, aseveró que durmió bien. Vale. Y esas ojeras, presidente? y ese pelo notablemente más blanco tras solo siete días de protestas de la oposición?

No sólo no necesitaba contarnos cómo durmió. Es que además duerme mal y se le nota.

Todos se preguntan ahora cómo acabará Maduro y su régimen, y la verdad es que la cosa no pinta nada bien para los chavistas latinoamericanos y los ibéricos (Zapatero y los podemitas, que caerán de la escena pública en cuando lo hagan los chavistas primigenios). 

Yo he encontrado ciertos parecidos con el que probablemente sea el primer chavista de la Historia, nacido medio milenio antes que Chávez.

Se trata del monje florentino Girolamo Savonarola. Este clérigo era famoso en la Florencia del siglo XV porque se atrevía a levantar la voz contra la corrupción de la Iglesia (el Papa Alejandro VI llegó a excomulgarlo) y el gobierno ''pagano'' de los Medici.

Igual que Chávez con los gobiernos socialdemócratas de Venezuela que le precedieron.

En cuanto el Rey Carlos VIII de Francia acabó con el gobierno de los Medici en 1494, Savonarola lo celebró como ''castigo de Dios''. En ese año, el monje tomó el poder de facto en Florencia.

Su gobierno se basó en enviar a niños y jóvenes fanáticos por toda la ciudad para amenazar a la clase media y a la adinerada con el objetivo de forzar limosnas para los pobres. Las propiedades no monetarias como cuadros, tapices, libros, muebles y otros objetos de valor las confiscaban igualmente y se tiraban en las famosas ''hogueras de las vanidades'', expresión que siglos más tarde dio título al libro de Tom Wolfe. El mismísimo Sandro Botticelli hizo desaparecer muchos de sus cuadros en aquellas llamas.

La Iglesia impuso un boicot a las celebraciones religiosas de Florencia y el monje acabó siendo apresado. Murió en la horca, y su cadáver acabó quemándose en las mismas llamas de Piazza della Signoria donde él organizó las hogueras de las vanidades.

Que sigas durmiendo bien, Maduro.

lunes, 29 de julio de 2024

El Estado es responsable de la guerra, así que pidamos más Estado

 No podemos competir con la izquierda en demagogia porque ahí se mueve como cerdo en la mierda. Fíjense que cuando empieza una guerra, sea ésta en Ucrania o en Gaza, la izquierda radical -pero también algunos en la moderada-, para huir de la responsabilidad de buscar a sus provocadores, centra sus críticas en las ganancias de la industria armamentística, olvidando un detalle esencial: no es la industria armamentística la que declara guerras, sino los Estados.

Cuando dos empresas entran en conflicto, se ven en los juzgados. Si son dos Estados o, como es el caso de las guerras modernas, un Estado el que entra unilateralmente en otro invadiéndolo, entonces hablamos de guerra. Y esta tiene consecuencias para todo el mundo, no solo para el Estado en cuestión. En el diario progresista Süddeutsche Zeitung leía el otro día que la gran inflación se 2022 se debía, entre otros factores, a la interrupción de las cadenas de suministro con causas tan nimias como la falta de granjeros en Ucrania que se ocupen de ordeñar vacas porque los hombres son llamados al frente.

La inflación, causa del capitalismo? Canal Red, estais leyendo esto? Sois vosotros y vuestra obsesión estatista.