lunes, 14 de mayo de 2007

CNV EN MARRUECOS

Llevamos meses estudiando la comunicación no verbal en asignaturas como Teoria de la Comunicación, Psicología o Comunicación intercultural, y ha sido esta última la que nos ha ofrecido un fin de semana en Marruecos para disfrutar de unas minivacaciones y por supuesto, de aprender aquello de la comunicación no verbal en el mundo árabe.



Ferry de Tarifa a Tanger, con Rafa, Angela, Ana, Julia, Rodrigo, Marta y yo

Básicamente el viaje me ayudó a constatar que, en contra de lo que nos contó Trinidad Núñez en Psicología Social de la Comunicación con respecto al coche italiano que le empezó a increpar por avisar ella de que encendieran las luces (agitando los dedos de la mano) , este hecho no pasaba en Marruecos, pues vi a un coche en horas de crepúsculo cuyo conductor se asomó por la ventana para hacer el gesto que todos hacemos en España para que el coche que se encuentra cerca encienda las luces por haberlo olvidado. Al mismo tiempo se hunde la leyenda de que en Africa te persiguen hasta la muerte cuando les avisas de este pequeño defecto, jeje.

Lo que está claro es que muchos conductores en Marruecos olvidan que existen los intermitentes, y desconocen que las líneas contínuas prohíben el adelantamiento, y esto provocó que fuéramos con los cojones inchados durante el viaje de 45 km que une Tanger con la ciudad de Ashilá.

Dejando el tema de la conducción a parte, nos adentramos en la discoteca. Pero no una discoteca cualquiera: la discoteca del hotel. Llegué a entrar con Jose María y Chema y nos la encontramos vacía. Esto hizo que el camarero solo se fijara en nosotros, y nos pidiera qué queríamos de beber. Teniendo en cuenta que las copas estaban a 5 euros, yo ya estaba bastante cómodo con los pies sobre el taburete que acompañaba a nuestro tresillo. Pues bien, el camarero, para mi sorpresa, me quitó los pies del taburete con sus manos, con un gesto displaciente, en vez de pedirlo con educación, como se hace en los países desarrollados. Y no estamos hablando de un camarero cualquiera, sino con pajarita y chaquetilla torera, algó inédito si pasara en España.

En fin, muchas son las cosas que me han sorprendido. Pero sobretodo me ha chocado lo bienvenidos que son los tangerinos (y me imagino que el resto de los marroquíes igual). Bienvenidos a Tanger llegó a escucharse varias veces, aunque esto no evitó que decenas de ellos nos acosaran durante todo el fin de semana para comprar (y regatear, oh, qué buen invento) todos los artilugios que ellos mismos fabricaban o traían de la lejana China.

En fin, volví bastante contento a España, como siempre en mi regreso, escuchando la radio futbolera nada más subir al autobús, oyendo al Betis empatar al Barça aunque todo esto con 39 de fiebre, a causa de una combinación entre el olor a basura, el solano y el impuro tratamiento que se le dá al poco agua que cae en nuestro vecino país africano.

Me encantó Marruecos, pero más me gustó subir de regreso las colinas tarifeñas.


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