A veces fastidia que los medios de comunicación sean tan acaparadores, exagerados, con lo que pasa. Y otras veces sorprende la facilidad con que se cumple todo aquello que anuncian entre redoble y redoble. Es el caso de la crisis, que tan atosigados nos tiene desde hace más de 1 año. Nunca un tema había abierto tantos informativos en las últimas dos décadas, a excepción del terrorismo de ETA, cada vez más fantasma.
Hoy, en el metro, he pegado la oreja a una conversación entre familiares, una conversación política, de esas que jamás se oyen en público. Y me ha ocurrido como cuando veo una corta minifalda, ya profusas en estas fechas, por cierto: se me ha puesto el corazón a tope. A tope porque he querido participar como fuera, aunque al final no lo he hecho. ''No, esto es como cuando Felipe... Solbes ha dimitido hace poco pápa [en Madrid es típico entre clases populares que papá sea palabra llana]... el PSOE...''. La hija imponía el excurso a sus padres; él sólo balbuceaba: ''Fernández Ordóñez... Fernández Ordoñez...''. Y la hija replicaba: ''Yo voy a votar a los hippies, pápa''. ''Ja-ja-ja [única intervención sonora del cuchicheo], pues yo lo tengo claro: mi voto irá en blanco'', cerraba la conversación la madre.
He querido participar porque, ante esa conversación a tres, había otras personas sujetas de la barra o haciendo como que perdían la mirada en las tuberías supersónicas del túnel. Es decir, en ese vagón tenía un nicho de mercado perfecto para inculcar a los desorientados y distraídos ciudadanos: ''Señores, hay que votar a Rosa Díez. Ya que hay un periódico que se sale de la lógica empresarial-partidista en España que apuesta por una tercera España que ya ha triunfado a nivel nacional, lo tenemos a huevo''.
''La democracia es alternancia'', dijo aquél. No. Eso es falso. Si un partido lo hace bien, pues que gobierne todo lo que merezca. La Democracia, verdaderamente, es la participación. Pero participación a todos los niveles, no solo en las urnas. Una participación que no se vea sometida a la manipulación puntual de los últimos días de campaña. La campaña política debe comenzar desde que el niño nace, porque desde que el niño nace, tiene que saber analizar la realidad con libertad.
Que os quede claro, querid@s: Cuando hay dos gallos en un mismo corral, es imposible que el gallinero pueda mejorar. Es necesario una tercera vía que imponga orden. La competencia hace que sobreviva sólo el mejor. ¿Por qué no aplicamos ese principio liberal a nuestros políticos?
2 comentarios:
¡pues sí, F, es lo que yo digo!
Creo que esta vez no has esyado muy acertando. Otra vez sera. Saludos
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