Ayer fue un día fatídico para mí en la estación de metro Sainz de Baranda. Mejor hubiera sido coincidir con Samuel L. Jackson en el lamentable escenario de la estación de Wall Street en Jungla de cristal III, o sea que figuraos cómo fue el panorama.
Esta laberíntica estación de metro -tanto es así que nunca he visto tantas señales de prohibido en el subterráneo-, máxime cuando las obras la martillean desde hace meses por todos lados, tiene dos máquinas expendedoras en su interior. Ayer salí con hambre de casa y al hacer trasbordo en esta parada me paré frente a una en la que relucían chocolatinas, zumos, patatas fritas... Metí 1,20 euros y se los tragó. Llegaba tardea clase. En el dilema de reclamar mi dinero o tirar para la facultad, me pregunté qué me había llevado a confiar en una máquina de hacer dinero, estática, en medio de una de las zonas más transitadas de Madrid. Una auténtica tragaperras. Se me juntaron el hambre y las ganas de comer y fui a preguntar al menos indicado para esos casos: el funcionario de la taquilla. ''Llame usted a la empresa encargada, nosotros no tenemos nada que ver con eso''. Y añadió, inexpresivo: ''Si quieres te doy el teléfono, lo tengo apuntado porque aquí viene mucha gente por lo mismo''.
Apunté el teléfono, pero lo que verdaderamente retuve fue el nombre de la empresa: Selecta. Esto para que mis pequeños y pequeñas retoños y retoñas de Barcelona, Valencia, Madrid y Bilbao lo tengan en cuenta en los tubos de sus respectivas.
Luego ya por la tarde, la frustración fue menor, aunque tuvo güevos. En el intercambio de trenes, no me di ninguna prisa. No quise correr alocadamente como la gente acostumbra cuando ve el efímero tren esperar en el andén. Me tomé mi tiempo, el tren se fue y me pregunté: ''¿y qué? Tengo el tiempo justo para esperar al próximo''.
Ni de coña. El panel digital anunciaba que el siguiente era esperado para 8 minutos después. Cuando llegó, tuvo que parar por motivos técnicos en Manuel Becerra. Los viajeros atestaban la plataforma de esta nueva parada. Llegué 15 minutos tarde a clase de Opinión Pública.
Y los 1,20 euros los recuperaré tarde o temprano, aunque sea lo último que haga.
5 comentarios:
Joder! a mi me pasa eso con la máquina y me lío a patadas... y después pongo a parir a la empresa esa hombre ya!!!!!!!
Bss
pues si, silvi, pero...
hoy he visto a dos tios con otra makina distinta, con lo mismo!! es una verguenza, las tienen ahi para estafar a la gente...
besukis
En Bilbao no nos meten las maquinitas en el metro, pero tenemos muchísimos "vendings" repartidos por la ciudad. Sin ir más lejos, yo tengo uno bajo mi casa, con 4 máquinas de chucherías y bebidas, 1 de helados, 1 de bebidas calientes (que siempre está estropeada) y otra para recargar el móvil. Yo no suelo comprar nada, pero creo que son varios los que las sufren como tú, porque he visto la evolución del conjunto: los carteles que indicaban qué hacer en caso de problemas, dejaron paso a los que avisaban de la presencia de cámaras de vigilancia, luego llegó el doble cristal exterior y finalmente, los barrotes. Una pena, porque me encantaba pasar por delante y jugar a las adivinanzas: "mira, ese cristal lo han roto de una patada, y ese otro está hecho con un paraguas fijo!!" Vamos, que la comida no la sacarán, pero hacen mucho bien para liberar tensiones jeje.
Besos
Falete coño que te pareces a Paco Martinez Soria en la Pelicula de Don Erre que Erre
Pugaastersew
que tal tus clases de opinion publica???? l q me la daba a mi estaba loca y obsesionada con el general charles de gaulle...no te digo mas! Lo siento por lo del metro...aqui, como ya habras visto, el metro se defiende a si mismo. Quiosco que vende bonobus que pilla, quiosco que se traga. Nosotros somos asi, no queremos competencia!
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