El tiempo vuela. Fue el 25 de Septiembre de 2006 cuando Tráfico me cedió el famoso carné rosa. No me regalaron nada, pues 40 minutos fue el tiempo estimado que me tuvieron al volante por las zonas de Rochelambert. Toda la Ronda del Tamarguillo estaba atestada de coches, lo que añadió tiempo extra a mi tiempo de examen. De eso hace ya 9 meses, el tiempo de todo un curso académico, el tiempo de embarazo de una mujer, y en mi caso, el tiempo que he tenido la placa de la 'L' colgada en mi parabrisas trasero.
Realmente esta 'L' me ha molestado en varias ocasiones, y la tengo muy en cuenta a la hora de salir a la carretera, porque ciertamente te distingue de otros conductores, sobre todo en mi coche, que es un coche bastante raro de llevar por un conductor primerizo. Si me ha molestado en varias ocasiones es porque en varias ocasiones me han increpado con la L como excusa cuando he forzado luchas por imponer lo que para mí es la buena conducción, y es que pocos errores he tenido yo, que me considero muy por encima de los millones de torpes que a diario infestan nuestras carreteras. Lo sé, parece que me esté echando flores, pero es que es de lo poco en lo que puedo echarme, pues como dice mi padre, el 80% de los conductores de las vías españolas son unos ineptos y no merecerían el carné. Ciertamente, creo que la tipología es algo más amplia:
-20%: Ciertamente hay un bajo porcentaje de gente que cumple con la norma y conduce meridianamente bien, no necesita sobrepasar los límites de velocidad ni mucho menos llevar a cabo conductas agresivas para imponer su razón. En definitiva, son aquellos que, teniendo carné y llevando seguro, están atentos y se preocupan por los demás. Ya lo he dicho en muchas ocasiones, el problema de este país es la falta de respeto y la imposición de la Ley de la Jungla, ley que también se aplica a las carreteras.
-40%: Afortunadamente este grupo de gente 'progresa adecuadamente' para poder conducir en carretera. No se le puede culpar realmente de sus errores, pero sí molestan bastante y algunas veces te dan ganas de saber cuál es la fuente de tanta parsimonia y poca práctica que tienen. Empiezas a pensar que alomejor no tienen carné de conducir. Si no, no se explica que algunas personas tiendan a girar a la izquierda antes de incorporarse a la derecha, o viceversa, sin mirar si viene alguien por atrás o no, poniendo en riesgo a un factible adelantamiento por la izquierda o derecho, según procediera. Este grupo de personas empieza a despreocuparse por los demás conductores y normalmente son así en la vida diaria, unos simples egoístas en el ámbito cotidiano y algo egoístas en carretera.
-40%: En igual proporción se encuentra el grupo de los ineptos, viejos, niñatos e insensatos que van con su coche como si fueran en monopatín y considerando que el hombre está hecho de goma. Ignoran los límites de velocidad y atacan al que los cumple íntegramente. En muchos casos se saltan los STOP y las veces que los respetan salen con tan poca aceleración que resultan un auténtico peligro para el que circula por la vía general a una alta velocidad. Cambian de carril sin avisar y con un movimiento brusco de volante, como me ha pasado hoy, que iba por mi carril derecho para girar en un semáforo y en el carril izquierdo se me ha incorporado un Zafira que lejos de importarle si venía algún coche por la derecha, ha esquivado impacientemente la cola en la que estaba. A veces sueño con que en vez de yo hubiera sido un viejo de mala vista el que hubiera seguido por el carril derecho, para no haber tenido tiempo de frenar y así empotrársele, a ver si así se contentan con sus comportamientos, porque además, normalmente, estos no suelen llevar ni el seguro obligatorio.
Pero sin duda alguna, y esto afecta a TODOS los conductores, me molesta de verdad el uso de las luces. Las luces tienen muchas funciones, como así lo constatan los libros de autoescuela. Avisan de intención de adelantamiento, protegen al vehículo en una travesía, ofrecen una fuente luminosa para la conducción nocturna y sobretodo se hace notar en la noche ante otros posibles usuarios de la vía, y ésta última función parece que muchos no la conocen.
El egoísmo cotidiano de la gente, y sobre todo de los españoles, se hace notar en la conducción, pues en días de lluvia, por ejemplo, los retrovisores se llenan de gotas de agua, y unos espejos tan imprescindibles para la buena conducción son igual o más importantes para días de lluvia en los que uno debe triplicar sus capacidades de reflejo. El problema llega cuando, aún con lluvia, uno pasa totalmente de encender las luces porque 've muy bien', sin preocuparse de que otros no puedan verle o que simplemente, en el momento de hacer maniobras, puede tener un coche plateado justo detrás, un color francamente vulnerable en días de lluvia y cielos cubiertos.
Y esa es la esencia del egoísmo y la falta de respeto y concienciación en España: Yo enciendo mis luces cuando yo las necesite, es decir, cuando yo no vea. No me importa lo que puedan ver los demás.
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