jueves, 25 de febrero de 2010

ALMUDENA LA GRANDE Y LAS CONTRAPORTADAS DE EL PAÍS

El ejemplo más claro de la degradación y pérdida de calidad del diario El País en los últimos lustros es la orientación y fácil inteligibilidad de la columna de contraportada, que hoy día adquiere tintes de un verdadero folleto mitinero grapado a última hora al resto del periódico.

A diferencia de El Mundo, que lleva dos décadas con tinta roja en la última página del diario para hacer un cierto contrapeso a su portada, el periódico de PRISA reparte entre cinco portavoces de la banalidad unos artículos ajenos a cualquier intelectualidad de lunes a viernes, en su parte posterior, muchos de ellos politiqueo rancio y la totalidad de los cuales son dardos de papel contra el PP.

La gran novelista española, o sea Almudena la Grande, es el máximo exponente, o la máxima exponenta, de la falta escandalosa de sutileza o disimulo de amarguras. En su escrito Shakespeariana el martes, la Grande no llamó a Rajoy golpista por muy poco; tan sólo se dedicó a zafarse del líder de la oposición y ridiculizarle por pedir que los diputados socialistas reconsideraran su posición de apoyo a Zapatero.
La columna de marras, de las más mordaces que he leído en lo que va de año, oculta una mentira de tal calibre que no había corondel ni caja que la contuviera. Y la mentira, descartando la mala intención, que ya conocemos la bonhomía de la Grande, sólo tiene una explicación: la ignorancia del juego parlamentario. Señora Almudena Grandes, usted que vota en Madrid elige directamente a Zapatero o a Rajoy por encabezar la lista capitalina, pero para los que somos de provincias, o sea un buen puñado de sus lectores, elegimos a un diputado 'periférico' que a su vez pone su confianza en el candidato a presidente.
De modo que deje usted aparte el sectarismo para otros soportes, porque constitucionalmente, los diputados socialistas, si fueran hombres libres, retirarían su confianza al presidente del Gobierno, ya que el Rey está totalmente fuera de esas funciones.

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