Veo ahora en la edición online de El País un artículo sobre la habitación que se ha dispuesto en la redacción del periódico exclusivamente para lo que ellos llaman ''el cablegate'', en referencia al Watergate de hace 30 años. Este hecho permite sacar varias conclusiones. Primero, que el diario de Prisa cumple ya su tercera semana arrogándose una exclusiva que no es tal, sino que ha saltado a todos los medios del mundo el mismo día y a la misma hora, el domingo 28 de noviembre, día del hundimiento del PSC en Cataluña y de la certificación de la caída en picado del PSOE en toda España. En segundo lugar, con un nombre tan rimbombante, la presunta noticiabilidad de las filtraciones de Wikileaks cobra cada vez más una importancia que no merece.
Desde la primera noche -el 28 de noviembre- en la que saltó la cadena de bombazos, supe que el tema no merecía ser titular ni por un día. ¿Acaso el periodismo no se ha basado en la filtración en el último cuarto de siglo? ¿Hay algo en lo desvelado que no conociéramos antes o no hubiéramos podido imaginar? Y sobre todo: ¿es rentable dedicar los análisis de opinión a la validez de estas filtraciones, y no a las consecuencias de lo desmantelado?
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