Hoy me ha pasado una cosa muy curiosa. En la mañana de este sábado me dirijía desde Sanlúcar a Sevilla para comer junto con mis sobrinos, recién llegados de Madrid, y a dos kilómetros de Sevilla, tras un gran forcejeo con el conductor de una furgoneta, que llegó a quedarse sin argumentos y a acusarme de 'novato', los conductores nos apelotonábamos en la entrada a Sevilla, por la cuesta de Castilleja, en la A-49, a la altura de Camas.
Llovía muchísimo, y las pistas mojadas no ayudaban a la conducción cautelosa que requería el mal estado del tiempo. Me quedé perplejo de cómo un coche con matrícula de Huelva, que iba por la izquierda como todos los onubenses, derrapaba haciendo un prqueño trompo en su propio carril. Luego vino el forcejeo con el conductor de la furgoneta, que invadió mi carril sin certidumbre alguna, cerrando tanto el suyo como el mío. Y luego vino lo mejor: donde el taponamiento se hizo más intenso, podían verse las luces de la Guardia Civil, que custodiaban un camión que se había cargado literalmente la barrera de hormigón que separaba ambos sentidos. Mi olfato periodístico me auguró que en el boletín de las 2 comenzarían con sus noticias del tráfico por este tramo, y efectivamente, sintonicé con RNE, que empezaba a hablar de los problemas en la A-49 de Sevilla, por accidente, a la altura de Camas, justo donde yo estaba y justamente como había predicho! Con lo grande que es este país, hoy me he sentido en el centro de atención por un minuto. ¡Qué buena sensación!
Estas casualidades de la vida...
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