Con el amor o el desamor estamos condenados a sufrir. ¿Quién se cree afortunado/a por estar con una pareja que cree ideal? En realidad está muy equivocado/a. Tarde o temprano, todo caduca, y perder a alguien de quien se está profundamente enamorado/a es como una ducha helada al aire libre de Laponia.
Por otra parte, perder a alguien no tan deseado, al que se tuvo algún tiempo por ideal, sicalíptico y eterno, no duele tanto; pero nadie negará al viudo o la viuda que el dolor lo tuvo antes del sepelio: vivir con alguien a quien no amas y fingiendo que sí lo amas es muy triste, de esas tribulaciones silenciosas e insoportables.
Hay una vida intermedia, la de no amar ni querer ser amado. Ser huraño. Pero esto es mucho más triste, porque el protagonista en cuestión sólo mira atrás, a su infancia, y recuerda lo feliz que era sin preocuparse por cuál de los tres estados escogería en su futuro más próximo. Es el semáforo de la vida: rojo pasión, amarillo chillón o verde esperanza.
2 comentarios:
¿Entonces el amor...extinto o es tinto? con tantos colores me hago un lío,F!
A veces gris, X!
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