Ricardo, 31-XII-2009
Como me he ahorrado la fiestuki, también he eludido el resacón del primero de enero. Me he despertado temprano, he leído un periódico antiguo y he conectado con la orquesta de Año Nuevo. Mucho pelo blanco y vejestorio aposentado en un gran auditorio.
Pero es que salgo a la calle y es más de lo mismo. ¿Dónde están mis coetáneos? Todos hombres de edad madura muy abrigados y con las manos en los bolsillos, el pelo canoso surfeando en un viento que trae mucho frío y algunos recuerdos del año pasado, que murió en realidad hace horas. Uno de ellos es una anécdota del 2006, año en que un amigo colombiano de la Universidad Concordia de Montreal me dijo: ''Lo que no me gusta de las fiestas es que, el día siguiente, con la resaca, lo pierdes''. No le faltaba razón. Algo así como paga dos y llévate uno.Aunque creo que, sin darnos cuenta, ahora estamos perdiendo algo más. El futuro de este país se tiñe de negro sobre el blanco brillante del albor del nuevo año. Los jóvenes que el día de mañana serán viejos capitanes de un barco llamado España acaban de celebrar con petardos, fuegos artificiales y besuqueos que queda un año menos para morir, y un año menos, paradójicamente, de explotación del dichoso Carpe Diem. La entrada del nuevo año trae más paradojas: es nuevo, pero todo lo que acarreamos encima es mucho más viejo.
En Opencor, hoy es el único día del año que el pan viene a casa más caliente que el periódico. Y muchos de los ávidos lectores que se acercaban al estante para ver la portada de El País se echaban atrás. Algunos lo cogían, incluso, pero lo acababan soltando. Caben dos razones. La primera es que los compradores se hayan dado cuenta del detalle de que la edición es la misma del 31 de diciembre de 2009, ya que el 31 no se trabaja. La segunda posibilidad, o aliciente, es que se hayan espantado por un doloroso titular que ineluctablemente se ha repetido durante dos mañanas seguidas: ''Zapatero augura más desempleo en 2010 pese a la salida de la recesión''.
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