viernes, 1 de enero de 2010

UN 2010 CARGADO DE NADA

Este año no he celebrado la ingesta de 12 uvas en un local, ni las he digerido bailando lo último de Black Eye Peas en un cotillón, ni las he vomitado a la puerta de mi casa. De hecho, ni siquiera he pasado la nochevieja en Sevilla, como los 21 últimos años de mi vida. Esta vez me he quedado en Madrid, pero no para saborear el privilegio de estar de pie durante horas para reservarme un puesto en la Puerta del Sol que nadie hubiera envidiado. He cenado con la arrendadora de mi piso y su familia, además del nuevo inquilino James, que pese a su nombre es tailandés, y la he contado como una experiencia más, porque hasta ahora, el fruto vinícolo me lo había despachado en compañía de los míos.


Ricardo, 31-XII-2009

Como me he ahorrado la fiestuki, también he eludido el resacón del primero de enero. Me he despertado temprano, he leído un periódico antiguo y he conectado con la orquesta de Año Nuevo. Mucho pelo blanco y vejestorio aposentado en un gran auditorio.

Pero es que salgo a la calle y es más de lo mismo. ¿Dónde están mis coetáneos? Todos hombres de edad madura muy abrigados y con las manos en los bolsillos, el pelo canoso surfeando en un viento que trae mucho frío y algunos recuerdos del año pasado, que murió en realidad hace horas. Uno de ellos es una anécdota del 2006, año en que un amigo colombiano de la Universidad Concordia de Montreal me dijo: ''Lo que no me gusta de las fiestas es que, el día siguiente, con la resaca, lo pierdes''. No le faltaba razón. Algo así como paga dos y llévate uno.

Aunque creo que, sin darnos cuenta, ahora estamos perdiendo algo más. El futuro de este país se tiñe de negro sobre el blanco brillante del albor del nuevo año. Los jóvenes que el día de mañana serán viejos capitanes de un barco llamado España acaban de celebrar con petardos, fuegos artificiales y besuqueos que queda un año menos para morir, y un año menos, paradójicamente, de explotación del dichoso Carpe Diem. La entrada del nuevo año trae más paradojas: es nuevo, pero todo lo que acarreamos encima es mucho más viejo.

En Opencor, hoy es el único día del año que el pan viene a casa más caliente que el periódico. Y muchos de los ávidos lectores que se acercaban al estante para ver la portada de El País se echaban atrás. Algunos lo cogían, incluso, pero lo acababan soltando. Caben dos razones. La primera es que los compradores se hayan dado cuenta del detalle de que la edición es la misma del 31 de diciembre de 2009, ya que el 31 no se trabaja. La segunda posibilidad, o aliciente, es que se hayan espantado por un doloroso titular que ineluctablemente se ha repetido durante dos mañanas seguidas: ''Zapatero augura más desempleo en 2010 pese a la salida de la recesión''.

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