Al momento de abandonar Madrid, como estaba yo fácil de dinero, me desvié por la R-2 en vez de coger directamente la carretera de Barcelona. Era todo un desierto, pero así como en El Escorial, podían divisarse las torres de Chamartín a más de 30 kilómetros, más o menos la distancia en la que encontré la primera gasolinera para parar (ya sabéis cómo son las autopistas de peaje). Teníamos que aprovechar para repostar, alimentar a mi Magda y sobretodo comprar provisiones para lo que se nos aventuraba: un largo viaje. Además, se me antojó comprar El Mundo y El País, periódicos que me aguanté del brazo junto a unas bolsitas que había de oferta y continentes de un sandwich, una bolsita de patatas y una coca-cola, creo. El periódico de Polanco traía consigo una bonita saga de revistas (en el número de ese día venía la primera, sobre España, a la que seguiría Turquía, Grecia, Marruecos e Italia). La saga iba, evidentemente, sobre parajes del mediterráneo. No sé porqué, pero la portada de esa revista sobre España, en la que aparecía un chaval tirándose del acantilado de un islote ibicenco, me encantó. Simplemente me encantó. Llevaba conmigo para el viaje un disco con 3 canciones de Serrat, y mía fue la sorpresa cuando ví que la portada llevaba el título de 'De Algeciras a...'; nada ilustraba mejor lo que El País había preparado para esas 5 semanas de agosto.
Ya dentro de la gasolinera, puesto en la cola y aguantando con los pesados periódicos (que era domingo, oiga) más las dichosas provisiones, una familia de marroquíes, y en especial una joven, me preguntó: 'parlez vous français?' y yo, ilusionado ante la gran manada de gente que ahí había, le dije que sí. Entonces me preguntaron cómo se llegaba a Algeciras (era evidente que eran una familia más participante de esa marea árabe de la operación 'Paso del Estrecho'). Me costó lo mío, pero pude defenderme. Le indiqué que estaban en ese momento en la A-2, una de las autopistas radiales de España que no llevaba precisamente a Algeciras, sino a Zaragoza. Además, estaban en el sentido opuesto. Por ello, les dije de dar la vuelta... aunque dichoso vocabulario, no me acordaba de cómo se decía 'vuelta', y como bien les comenté a las gasolineras, 'era la palabra clave'. Ellas se rieron, y yo, entre la felicidad de haber ayudado a una familia del país vecino y la felicidad de... porqué no, haberla liado en una gasolinera, me fui bastante contento por los campos de España y en especial esos ¡4! cambios de comunidades autónomas que hay entre madrid y Barcelona: Madrid-Castilla La Mancha, Castilla la Mancha-Castilla y León, Castilla y León-Aragón, Aragón-Cataluña.
Próxima: Gasolinera entrando en Aragón.
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