El conocido periodista Pedro de Tena anunció esta semana que cerraba su diario digital Por Andalucía Libre. Es una buena ocasión para brindaros una reflexión sobre este periodista, sin la intención de que sea una hagiografía o un libelo. Cuando escribo sobre una persona, me gusta aportar tanto lo positivo como lo negativo. En el contraste está la objetividad.
La primera vez que oí hablar de él fue a través de mi padre, hace algunos años. Concretamente, a través de su libro La Tela de Araña andaluza, un grandísimo libro, tanto por la cantidad de datos, pelos y señales que prueban la inmensa corrupción del régimen andaluz, como por lo pulquérrimo de sus fuentes.
Luego he tenido oportunidad de seguir a esta cultísima persona por sus colaboraciones habituales en Libertad Digital o en EsRadio, hasta que un día se dio la ocasión de conocerlo en persona. Fue en la presentación en público de El Demócrata Liberal, en marzo de 2015, digital en el que colaboro y que es ya, tras la retirada de El Mundo de Andalucía y la rendición de Por Andalucía Libre, el único medio periodístico de oposición a la Junta de Andalucía, sin ánimo de exagerar.
Quería hoy rendir aquí, en mi cuaderno de bitácora particular y no en EDL, una reflexión sobre De Tena, concretamente sobre la gran decepción que sentí con este periodista aquel día de presentación en Sevilla. Me ha movido a ello una cita en su despedida de Por Andalucía Libre, la siguiente:
Dice De Tena que, tras el agotamiento que sufre, es hora de dar paso a gente más joven, ''con más fortaleza y resistencia'', para la lucha contra el régimen hipercorrupto de Andalucía.
Y me ha salido una sonrisilla socarrona.
El día de la presentación de El Demócrata Liberal había en la sala del Palacio de los Marqueses de la Algaba de Sevilla unas 100 personas. Entre ellas, periodistas, profesores universitarios, políticos (de UPyD) y familiares de los ponentes. También Pedro de Tena estaba allí, en la última fila. Y no hizo falta ser médico o notario para atestiguar, a ojo de buen cubero, que, de todos los asistentes, tan solo dos o tres eran menores de 28 años. Y uno de ellos era yo, el colaborador más joven de EDL y ponente aquel día. Una verdadera pena, vamos.
A la salida de aquel encuentro un grupo reducido de personas nos fuimos a tomar cervezas -con él- a un bar. Yo estaba como loco, tenía incluso mi saquito de aceitunas, porque había venido esa misma mañana desde Alemania, hasta el día siguiente, solo para asistir a este importante acto. No me podía creer que me estuviera librando del frío alemán, hablando de política con el Sol de la Alameda, con una Cruzcampo y en compañía de Pedro de Tena, uno de los más valientes periodistas de Andalucía!
A medida que íbamos bebiendo, empezaba a descubrir mejor al periodista de Tena. Lo primero que llama la atención es que no es tartamudo, a pesar de la impresión que da cuando participa en radio o televisión. Habla por los codos, siempre soltando un chiste (generalmente verde) cada dos frases. Y en pocos minutos uno lo reconoce como lo que los alemanes llaman un besserwisser, o sabelotodo. Una de esas personas que acaparan prácticamente toda la conversación, casi sin escuchar ni dar oportunidad de hablar a los demás.
En un momento de la conversación, De Tena me dijo algo directamente a la cara. Me echó en cara dos veces, pero sin perder su aura chistosa, mi pesimismo radical. Un año después, comprendo que con radical querría diferenciar mi pesimismo del suyo, el que le lleva a cerrar su página por lo siguiente:
Al día siguiente, el 8 de marzo, cuando aterrizaba en Alemania por la noche, mis amigos de EDL me comunicaban por Wassap los detalles de un artículo escrito en Libertaddigital.com en el que De Tena resumía el día anterior. De Tena, ese periodista que quiere legar su combate contra el PSOE andaluz a los más jóvenes, admiraba y daba las gracias al público que se había desplazado desde lugares tan lejanos como Málaga, pero no mencionaba mi visita, la de un ponente de 27 años, joven emigrante andaluz que retornaba para luchar, desde nada menos que Alemania. A cambio, y esto es lo que me dejó estupefacto, dejaba una línea escrita en la que hacía referencia a mí sin nombrarme: ''No negaré que algún pesimista radical, que no veía salida real del hoyo andaluz, también sorbía cruzcampo.''
Como De Tena me había dejado su teléfono, esa misma noche le puse un Wassap pidiéndole explicaciones por ese comentario inoportuno. Cuando me subía al tren en el aeropuerto, tarde ya, para volver a Stuttgart, me contestó con un mensaje que me dejó más atónito aún si cabe. No lo guardo porque quedó en el móvil antiguo, pero venía a decir que era una broma y que en vez de tomármelo a mal debería respetarle y decir básicamente que sí a todo, no vaya a ser que por incauto se me cerraran puertas en la vida laboral. Alucinante! No daba crédito.
Quise responderle que no era una manera respetuosa de contestarme y que tampoco era el típico plumilla que él se creía que yo era. Quise decirle que él jamás conocería a un joven licenciado en Periodismo que rechazara, como yo con 26 años, sentado una tarde de abril de 2014 en el despacho del director de El Correo de Andalucía, David López Royo, el puesto de subdirector por 2.500€ al mes arguyendo que se siente más libre en el extranjero. Pero no pude decirle esto. No contesté nada. Me quedé callado por respeto a mis compañeros de EDL, en especial a Luis, que tanto había hecho para ganarse el apoyo de De Tena a nuestra publicación.
Es una verdadera pena que, en una región donde un periodista de calidad se despide de su actividad diaria denunciando la falta de liderazgos para el cambio, aquellas escasas figuras jóvenes que brillan -perdonen la falta de modestia, pero uno sabe de inmediato que brilla más que la media!- no solo no sean reconocidas, sino que encima sean despreciadas de esta manera.
Y es que este ha sido siempre el principal problema en cualquier área o región donde se precisa un cambio: la desconfianza, celos o malentendidos entre las fuerzas que podrían lograrlo.
Y es que este ha sido siempre el principal problema en cualquier área o región donde se precisa un cambio: la desconfianza, celos o malentendidos entre las fuerzas que podrían lograrlo.