jueves, 24 de diciembre de 2020

LA COLONIZACIÓN FEMINISTA

 Siempre se suelen ver contradicciones e incongruencias del adversario en el tema económico. Por ejemplo, los votantes de derecha suelen adjudicar a los de izquierda una hipocresía imperdonable cuando éstos viven como marqueses, muchas veces a costa del empobrecido pueblo (véase Pablo Iglesias Turrión), y a su vez estos, aunque con menor frecuencia (pese a que no les falta razón), ven hipócritas a los votantes o representantes de derecha que abusan de la generosidad del Estado. Aunque, todo hay que decirlo, esto último se da mucho menos que lo primero. 

Lo que ocurre es que también hay incongruencias más allá del campo económico. En el discurso woke encontramos una incongruencia de peso cuando las feministas se adentran en el terreno cultural de otras naciones. Estas feministas, a veces, intentan imponer su visión 'modernizadora' a otras naciones con tradiciones y culturales que en teoría no podían ser violadas por los invasores imperialistas de fuera. Porque... no es acaso el discurso woke el que castiga la 'apropiación cultural' (básicamente de los blancos) y, en general, condena toda colonización económica, militar y política de occidente sobre los pueblos oprimidos del Tercer Mundo -la mayoría de ellos gracias al capitalismo ya con pie y medio en el segundo y con ansias de pertenecer al primero?

Por cierto, con el término woke me refiero a la progresía. El concepto es casi una patente de la revista británica The Spectator.

En agosto de 2019, la directora ejecutiva del lobby feminista Girl Effect, Jessica Possner Odede criticaba en El País la poca presencia de las nuevas tecnologías empoderadoras de la mujer en el Tercer Mundo. Denunciaba, en su artículo 'Para ellas', que si bien la cantidad de mujeres de países con ingresos bajos y medios que poseían un teléfono móvil había aumentado en cerca de 250 millones de 2014 a 2019, aún seguía habiendo 184 millones menos mujeres que hombres con este objeto de lujo en sus manos.

Esta crítica me recuerda a la de los salarios, cuando se compara el salario medio de hombres y mujeres sin tener en cuenta los trabajos y la diferencia de sexo en aquellas carreras con mejores perspectivas laborales (informática e ingeniería, a día de hoy). En la denuncia de la disparidad en la posesión de teléfonos móviles, me pregunto si Possner Odede había considerado las tradiciones de esos países pobres en los que las mujeres suelen dedicarse a las labores del hogar, para las que no necesitarían un móvil al contrario que sus maridos, que en una jornada ajetreada en Bombay podrían dedicarse, por ejemplo, a repartir chicken masala en bicileta.

Lo perverso de este debate es que si en vez de ser una crítica general a la disparidad de género fuera un estudio financiado por Samsung, Amancio Ortega o cualquier empresa global exitosa, no habrían tardado ni un segundo las feminstas en activar la alarma de la apropiación cultural o el imperialismo.



sábado, 19 de diciembre de 2020

Qué piensa Teruel Existe de la España vaciada?

 Para empezar, habrá que decir que no existe una España vaciada, sino en todo caso una España vacía. Solo puede estar vaciado, en pretérito perfecto, lo que antes estuvo lleno. Y cuando las asociaciones o partidos políticos hablan de una España vaciada, en general están hablando de zonas del país donde nunca hubo nada antes. Sí! en los pueblos había gente!, me responderán ustedes. Claro, pero entonces hablemos con propiedad: hay una España vaciada de gente, porque está vacía de trabajo.

Y aquí está el quid de la cuestión. Que nadie habla de trabajo. Como muestra, un botón. Léanse la entrevista de Susana  Campo al ahora diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, en La Razón en agosto de 2019. 

Empieza Guitarte exigiendo políticas 'de forma transversal', esa palabra puesta de moda en los medios hace una década y que todos adoran cuando no saben muy bien qué decir. La primera propuesta concreta de Guitarte para repoblar España viene unas líneas después, cuando pide la creación de un Ministerio o una Secretaría de Estado. Qué buena idea, cómo no se les ocurrió a los americanos en el siglo XIX, cuando prefirieron extender el ferrocarril desde la costa este al oeste y ampliar el comercio entre ambas costas. Porque aquí está la raíz del problema del que hablábamos antes, el trabajo. Guitarte propone mejorar las infrastructuras, pero no se sabe muy bien qué es lo que se quiere conectar. Está Teruel despoblada porque la gente de Madrid está como loca por montar una empresa, pero tarda tres horas en llegar, en vez de una?

Me inclino a pensar que si nadie de Madrid quiere fundar una empresa en Teruel es más bien porque las condiciones no son favorables para montar una empresa en Teruel. Dice Guitarte que lo suyo sería una red de autopistas con estructura mallada, como en Alemania. Pero claro, olvida el diputado turolense la lógica básica de las infrastructuras. En Alemania, al menos, no se construye para repoblar. Se construye cuando el flujo de personas alcanza un nivel que requiere la renovación de dichas infrastructuras. Y ese es el caso de Alemania. Teruel (133.000 habitantes) no tiene ni la mitad de empresas que tienen poblaciones alemanas como Bad Mergentheim (20.000 habitantes) o Künzelsau (14.000). Y a más empresas, más camiones y gente que va a trabajar de unas zonas a otras. Es cierto que Guitarte no solo compara España con el sistema alemán de autopistas, también lo compara con el francés. Y es cierto que Francia, teniendo una densidad de población parecida a España (al menos en las areas rurales), cuenta con un sistema de autopistas mallado, pero eso sí, de pago. Propone también Guitarte privatizar las autopistas? Construir aeropuertos como el de Castellón? un AVE supersónico de Atocha a Teruel? Tengan cuidado los diputados provincialistas y de izquierdas con los deseos de obras megalómanas, pues son sus votantes los más propensos a rechazarlas.

Termina Guitarte dando el ejemplo de Escocia, que creó una 'oficina' para la repoblación y ésta aumentó un 20% en la región 'estudiada'. Pero... en qué quedamos? un ministerio o una oficina? Las matemáticas, eso sí, parecen bastante simples: si en una aldea de cinco se crea una oficina para la que enchufan a un hombre de partido de Teruel Existe, serían seis y la población habría aumentado, ciertamente, un 20 por ciento.


miércoles, 16 de diciembre de 2020

LA CUEVA ESPAÑOLA DE PLATÓN, EUROPA Y NUEVA ZELANDA


 Hace dos años, poco después de la llegada al poder de Pedro Sánchez con su moción de censura, hablaba con un amigo mío de izquierdas sobre el pacto del PSOE con Bildu y lo mucho que me indignaba que se blanqueara a este partido para el futuro, como ha quedado claro este año 2020, en el que con los simpatizantes de ETA se ha pactado tanto la derogación de la reforma laboral como la Ley de Presupuestos.

Mi amigo me preguntó: ''Qué hacemos con Bildu entonces? qué hacemos?'' Me preguntaba esto para intentar convencerme de que no era idea tan mala pactar con los proetarras vascos, porque al fin y al cabo era un partido legal, y me daba a entender que no había otra opción que no fuera la renuncia del  PSOE a gobernar por no encontrar votos en otros partidos del arco parlamentario, por aquel entonces cuando el PSOE del perdedor Sánchez contaba aún con 85 diputados.

Lo cierto es que entonces no se me ocurrió responderle nada inteligente, porque confieso que no estaba preparado para contestar a esa pregunta un tanto retórica. Hoy sí sé lo que respondería a una pregunta así, sobre todo ahora que todo el mundo sabe que los partidos de izquierda ven la unión con Bildu como parte natural del paisaje mientras al mismo tiempo justifican el cordón sanitario a un partido constitucionalista como Vox. 

Hace muy poco, un conocido sevillano con quien tengo una relación comercial, un hombre encantador y también de izquierdas, me decía super indignado que la culpa de la situación actual de España era de Albert Rivera, por no haber pactado con Pedro Sánchez en el verano de 2019. Ante esto tampoco le contesté nada a esta persona, aunque esta vez sí tenía una respuesta perfecta, solo que no me interesaba que la discusión se alargara y se calentara demasiado: por un lado, me quedé con las ganas de decirle a mi gestor que Albert Rivera no hizo otra cosa que mantener su palabra ante sus 4 millones de votantes de entonces de no pactar con Sánchez, acto heroico ya que el tema principal de nuestras discusiones políticas se suele condensar en una crítica feroz a la falta de palabra de nuestros políticos, algo que de ninguna manera se podía achacar a Rivera; pero además, cualquier reproche a una falta de apoyo a Sánchez en 2019 quedaba inmediatamente deslegitimado en el instante en que uno se parase a pensar en el bloqueo brutal que el susodicho jefe del PSOE mantuvo al entonces gobierno de Rajoy -y, ya que estamos, a toda España- desde 2015 hasta 2016.

El CASO EUROPEO

Si los españoles no analizáramos la política española desde el rincón oscuro de nuestra cueva de Platón, es decir, contemplando solo las opciones que los titiriteros mediáticos nos ofrecen sin observar lo que ocurre fuera de nuestras fronteras, podríamos darnos cuenta de la pacífica y a veces productiva forma de organización política que tienen otros países europeos. Sólo hay que ver el ejemplo de sistemas parlamentarios como el de Alemania, Austria y los países escandinavos, naciones en las que las grandes coaliciones entre izquierda y derecha son la forma más típica de gobierno, por supuesto siempre gracias a la ilegalización de partidos separatistas o, en el caso de Alemania, a una ilegalización por la puerta de atrás, gracias a la barrera del 5% de votos para entrar en el Parlamento.

Sánchez tuvo una oportunidad de oro de normalizar la gran coalición como opción de gobierno en España en 2015, porque tenían la opción de traer cuatro años de estabilidad al país cuando aún Vox no estaba en el parlamento, y con Ciudadanos al frente como partido de oposición perfectamente europeísta y centrista. Pero Sánchez quería ser presidente a toda costa, como explica Carmen Torres en su libro 'Instinto de Poder'.

EL CASO DE NUEVA ZELANDA

En septiembre de este año, la primera ministra laborista (izquierda) de Nueva Zelanda, Jacinda Adern, era preguntada en un programa de televisión por su líder internacional favorito. Sorprendentemente -para mí sobre todo, que he vivido varios meses en Nueva Zelanda y las noticias sobre España allí son más raras que un kiwi con alas- Adern dijo que Peter Sánchez. El no haber sabido decir 'Pedro' correctamente probablemente explica muy bien la superficialidad de su respuesta.

Pero... quién es Jacinda Adern y con quién ha gobernado el país desde su llegada al poder en 2017?

Adern no ganó las elecciones en 2017 -en algo está unida a Peter Sánchez-, pues el partido ganador fue el de los conservadores que habían gobernado el país los últimos años. Pero como Nueva Zelanda, al igual que España, cuenta con un sistema parlamentario, Jacinda Adern -que pertenece al club de los políticos de la perenne sonrisa, al estilo de Justin Trudeau en Canadá- formó gobierno con el New Zealand First y el apoyo de los Verdes.

El New Zealand First (Nueva Zelanda primero) se hizo con la vicepresidencia del gobierno, que ostentó durante 3 años el histórico líder Winston Peters. Y qué ideología tiene este partido? Creo que el nombre del partido lo dice todo, pero si les quedan dudas, vayan a Wikipedia. La amiga de Peter Sánchez gobernó tres años con lo más parecido a un Vox de Oceanía: un partido con programa para limitar la inmigración, código penal más estricto, condenas más largas, poner los intereses de los neozelandeses primero y luchar contra la élite globalista. Y no era la primera vez que gobernaban con los laboristas. Ya lo hicieron años antes con el gobierno de Helen Clark.

Cualquier parecido con España es pura coincidencia. New Zealand is different, sin separatistas blanqueados como en la España de Peter Sánchez. Eso sí, la coalición favorita en las antípodas es clavada a un PSOE-Vox.