jueves, 29 de diciembre de 2022

LA OBSESIÓN DE LA PRENSA ALEMANA CON LA IGLESIA CATÓLICA

 Una vez comenté a mi amigo mallorquín Carles B., germanófilo como yo, lo sorprendente que me parecía el anticatolicismo de los periódicos alemanes. Recuerdo que me explicó esa tendencia típica de los diarios germanos (son sobre todo los diarios, apenas lo notas en radio o televisión) como una revancha o ajuste de cuentas por la Guerra de los Treinta Años. Pese a haber pasado 400 años, confieso que el argumento me convenció. Después de todo, fue una guerra entre católicos y protestantes y, del tercio de la población europea que murió de hambre, enfermedad o directamente en combate, la peor parte se la llevó una Alemania dividida, hasta el día de hoy, en dos partes iguales entre católicos y protestantes.

Otra cuestión sería averiguar por qué los diarios suelen linchar a la iglesia católica y no a la protestante, si ésta también infligió un año considerable a una parte de la población alemana. Pero es fácil argüir que el protestantismo nació en Alemania y que la Reforma posibilitó entre otras cosas que la Biblia fuera traducida al alemán, favoreciendo por tanto su acceso a las capas populares de la población para adoptar inmediatamente después un cariz ilustrador, misión que también se adjudican los diarios germanos de hoy. Por ello, el protestantismo es considerado aún hoy como algo selbstverständlich (incuestionable) en la cultura alemana, así que meterse con él sería como si la prensa norcoreana se metiera con Kim Jong-un. 

Ustedes leerán esto y pensarán, ''bueno, pero esto ya pasa en España con El País''. No, se equivocan. El País suele meter cizaña con la religión en general, dado su tradicional laicismo, pero si es en particular, entonces se ceba con la Iglesia a secas, que en España, además, es básicamente católica (el término católico significa 'universal'). No así la prensa alemana, que en sus artículos de opinión y en las noticias deja intacta a la iglesia anglicana o a la protestante (los alemanes la llaman Iglesia evangélica, no confundir con la secta de los evangelistas), respeta los fundamentos del Islam cuando trata asuntos de terrorismo islamista y apenas escribe sobre los supremacistas budistas de Birmania contra la minoría musulmana de los rohingya. 

Para entender la obsesión de la prensa alemana con la iglesia católica, lo mejor es comprar el Frankfurter Allgemeine Zeitung los seis días de la semana que se imprime, pero como no todo el mundo tiene el nivel de alemán necesario para hacerlo, voy a ofrecer varios ejemplos del número 297 del FAZ del 21 de diciembre de 2020. Varios ejemplos porque, efectivamente, uno puede encontrarse alusiones a la Iglesia católica en varias ocasiones leyendo un mismo número.

En la página 6 de este número nos encontramos con un artículo de opinión del teólogo Daniel Deckers a toda página (hablamos de un periódico de formato sábana, por lo que es una página de A3) titulado ''Dieses Kreuz'' (esta cruz), con lo que ya el título, un juego de palabras que tiene sentido incluso en su traducción al español, nos avisa del doble sentido de la cruz cristiana y la cruz (obstáculo o penitencia) que la Iglesia católica representa en el mundo maravilloso que es Alemania, que sería mucho más magnífico si toda ella hubiera sido conquistada por la Reforma de Lutero.

En este artículo en cuestión se trata el supuesto conflicto entre el arzobispo 'aperturista' Julius Kardinal Döpfner y el Papa Pablo VI a finales de los sesenta, con motivo de la publicación de la Encíclica Humanae Vitae. En esta Encíclica, cuya redacción contó con la contribución del futuro Papa Juan Pablo II, como nos hace saber Deckers, se quiso confirmar básicamente la oposición de la Iglesia católica a los métodos anticonceptivos en el matrimonio. ''Se dañaría la dignidad humana si el sexo no tuviera como fin la reproducción, porque la mujer se convertiría en objeto'', resume Deckers la posición de la Iglesia, recordando que Wojtyla ya consideraba ''sagrado'' que el ser humano fuera sagrado desde el momento de su concepción en el vientre de la madre. 

Deckers centra su crítica en la comunicación burocrática y decepcionante entre Döpfner y el Vaticano, que ignora las peticiones de reconsideración del arzobispo bávaro.  Pero lo verdaderamente chocante del artículo de Deckers, que a todas luces se ensaña con el supuesto retraso ideológico o humano de la Iglesia católica de entonces, es cómo se cierra. Teniendo en cuenta que los párrafos de un artículo a toda página del FAZ suelen contar de media con unas 22 líneas, Deckers concluye con un párrafo de tan sólo dos líneas, aunque casi habría cabido en uno solo: ''Die katholische Kirche lehrt dies bis heute'' (la Iglesia católica propaga esto hasta hoy). 

En la página 8 de este mismo número, el periodista Stefan Locke hablaba en un artículo titulado 'Die Folgen des Aderlasses' (Las consecuencias de la sangría) de la situación actual de los llamados 'nuevos' Länder, o sea los antiguos estados federados de la Alemania del Este, que desde la Reunificación han perdido un cuarto de su población, que en 1990 era de 16 millones. Las razones del ascenso fuerte del partido AfD (Alternativa para Alemania) serían esta emigración y, en concreto, el hecho de que los emigrantes fueran gente joven y, por tanto, progresista. Como el artículo se centraba en la extrema derecha, Locke no desaprovechó la ocasión de describir la tasa de natalidad de los nuevos Estados del este a principios de los años 90 como ''más baja que la del Vaticano''.

En la página 11 del mismo día, un artículo de Cultura a seis columnas y con el título 'Licht an für den Großinquisitor' (Enciendan las luces para el gran inquisidor), el periodista Simon Strauss reseña la obra de teatro 'Don Karlos', de Schiller, lanzada en streaming por el teatro Schauspiel de Colonia. Aquí el anticatolicismo se nota no tanto en el periódico como en la obra de teatro en sí (Don Karlos es una referencia al Rey español Carlos I, V de Alemania), aunque Strauss se ocupa muy bien de recordar el cierre de la escena entre el Rey Carlos y el gran inquisidor (católico, se entiende), una vez asesinado Posa: ''Quién sabe si no le habría sobrecogido a uno en sus oídos, sentado en una de esas sillas vacías, la frase fría del Rey dirigida al gran inquisidor: 'he hecho lo mío, ahora haga usted lo suyo'''.

Si hubiera coleccionado todos los artículos de periódico anticatólicos de mis 10 años en Alemania, podría haber publicado un libro con el grosor de El señor de los anillos.

domingo, 25 de diciembre de 2022

Querido Oliver (V): Los cibercuranderos

                                                                    Foto: The Guardian

Entre Francisco Gijón, autor de La leyenda del caballo turco, y Evgeny Morozov, creador de Syllabus, hay una gran similitud, pero también una gran diferencia. Ambos critican, cada uno a su manera, la manipulación de las masas por parte de los gigantes de Internet. Pero mientras el primero te acaba diciendo siempre en sus vídeos que no le creas tampoco a él, sino que busques por ti mismo para hacerte una opinión propia, el segundo ha creado su propio 'google' donde no hay logaritmos, sino un 'equipo' que te selecciona lo que en realidad podría -debería?- interesarte.

Cuando el Frakfurter Allgemeine Zeitung escribió sobre Morozov (Nr 295, 18/12/2020), lo encumbraba como un gurú valiente ante los gigantes como Facebook o Google. Decía que Morozov ya nos había avisado en 2010 sobre los riesgos de un Internet todopoderoso que, al contrario de lo que pensaba la 'naiv' sociedad occidental, no iba a solucionar los problemas del Mundo sino que los empeoraría. Morozov iba más allá y, siguiendo al pie de la letra ese refrán alemán de que 'se es más listo cuando se vuelve del ayuntamiento', tras cada revolución fallida -yo diría que inacabada-, veía justificada y normal la supuesta frustración de occidente por su relación venenosa con las redes sociales y, en general, Internet. La primavera árabe? nada. Las protestas de Hong Kong? nada. Irán? nada.

Curiosamente el FAZ no mencionó nada de Bielorrusia, que casualmente es el país de origen de Morozov, pero el gurú ya podría haberlo mencionado también. Porque, al igual que en el mundo árabe, en Hong Kong e Irán, en Bielorrusia también han pasado cosas en los últimos dos años. Incluso en otros países democráticos -el ejemplo más claro es Chile. Y, aunque Morozov vea estas revoluciones como fracasos, hay dos elementos indiscutibles: que sin Internet no habrían llegado tan lejos como han llegado, y que las consecuencias las vemos aún hoy en día, aunque sea a cámara lenta.

Cojamos el ejemplo de Chile. No seré yo quien apoye el gobierno filocomunista de Boric, pero es un hecho que sin Internet, sea por Tic Tok o Twitter, esas protestas lideradas entonces por Boric no habrían llegado a colocarlo como jefe de Estado hoy. 

En Hong Kong, un Internet censurado se enfrenta a la gigantesca China, por lo que, si bien no hay igualdad de condiciones entre los activistas y el régimen, los ciudadanos de la antigua colonia británica sí han logrado apoyo de la casi totalidad de la comunidad internacional por la causa de la independencia. Aunque solo sea por el cursillo de Historia y legalidad chinas que hemos aprendido en occidente, con todo lo que ello significa para comprender nuestra propia realidad, Internet ya ha merecido la pena en ese caso.

Las autoridades iraníes anunciaron en noviembre de 2022 que serían flexibles a la hora de aplicar la Constitución, mientras que la fiscalía general del país anunciaba un debate sobre la abolición de la denominada 'policía de la moral', todo tras las tremendas protestas que, sin duda, también surgieron y se reprodujeron gracias a Internet. Por cierto, aún recuerdo a la recepcionista de mi hotel en Teherán en el verano de 2015, cuando me enseñaba fotos de Facebook de amigas en su casa, ninguna de las cuales llevaba pañuelo en la cabeza.

En Túnez sí ha habido un cambio relevante, si bien no sucedió lo mismo en Egipto. Pero estos son cambios, como dije antes, a cámara lenta.

Morozov denominó ''ciber-utopismo'' a la creencia de occidente en la capacidad del todopoderoso Internet de salvar el Mundo. Pero esta es una crítica que pasa por alto un hecho incontestable: que todas las revoluciones -e Internet fue una revolución- conllevan siempre aspectos positivos y negativos. En este punto cabe preguntarse qué soluciones o alternativas nos ofrece Morozov, y con su proyecto 'Syllabus' descubrimos la madre del cordero.


Syllabus es una especie de Newsletter y es posible, evidentemente, con Internet. En su página principal vemos cómo la crítica a los 'algoritmos' (de Google, se entiende) encabeza un texto que invita a abonarse. Ofrecen indexar (ellos mismos), dar rango y revisar ''decenas de miles'' de artículos de todo el mundo y en todas las lenguas (el FAZ daba como ejemplo blogs peruanos o podcasts de Hong Kong), para poder ofrecer 'el mejor' material de lectura, escucha o vídeo. Cabe preguntarse aquí qué entiende Morozov por 'lo mejor'.

Yo me quedo con Internet y sus algoritmos. Mi casa está llena de ediciones de El País, libros de Cebrián, Chomsky y Henry Kamen, y todo porque hubo una vez que di el paso de comprar contenidos que una persona con mis ideas en general no compraría, pero ni ahora ni antes de que surgiera el Internet. Y eso llevó a que los algoritmos que me recomiendan material hoy en día me recomienden cosas de todo tipo de ideologías y tendencias. Hay que domar a esos algoritmos, y no proponer un paraíso libre de algoritmos malévolos, porque eso no existe.


sábado, 24 de diciembre de 2022

Querido Oliver (IV): es la caza de izquierdas o de derechas?

 Depende de a quién le preguntes. Si te imaginas al típico cazador español, probablemente te vendría a la cabeza un agricultor o propietario de fincas de Vox fumándose un puro. 

Pero Karl Jetter nos recordó una vez la dificultad de las autoridades francesas de restringir la caza, sagrada entre las clases populares de Francia porque el pueblo se había encargado de arrancársela a los nobles durante la Revolución Francesa.

miércoles, 21 de diciembre de 2022

Querido Oliver (III): El sueño argentino

 

 

Justo después de que acabara la gran final del Mundial entre Argentina y Francia, unos periodistas entrevistaron al portero de la albiceleste, Emiliano Martínez, mientras el narrador alemán traducía las preguntas y respuestas. Todo el planeta Tierra estaba pendiente de lo que dijera uno de los héroes del conjunto de Argentina, para la que no sólo Messi había sido determinante, pues el mismo Martínez paró un penalti a Francia, y en el partido anterior otros dos ante Holanda. Tras la segunda o tercera pregunta, el cancerbero argentino dijo entre lágrimas que provenía de una familia de clase baja, y que por eso mismo esta victoria suponía un gran triunfo para él. No tengo claro si esta entrevista fue antes o después de llevarse un guante al pene y simular una erección, acompañada de una cara de... quiero suponer que satisfacción, aunque parezca más bien de subnormal.

Es cierto que había gente en España contraria a que ganara Messi. Por dos motivos. La mayoría de los contrarios a Argentina en realidad deseaban que Messi, antaño jugador del FC Barcelona, se fuera con manos vacías. Otra parte de españoles, si hacemos caso al Follonero y a Rosa Villacastín, eran contrarios a Argentina por razones históricas (según el Follonero, por razones de raza). Después de todo, Argentina es el país de Latinoamérica que probablemente con más intensidad ha celebrado siempre la independencia de España. Yo, al contrario, y como muchos otros españoles, me declaré fiel hincha de los argentinos desde el momento en que España cayó en octavos. Siempre que haya un equipo hispano en un evento de esta magnitud, aunque sea por razones pragmáticas (fama acrecentada de un país hispanohablante), hay que apoyarlo. Dicho quede, por tanto, que me sigo alegrando mucho de la victoria de Argentina.

Pero es que ayer, dos días después de la final, vi en el perfil de Instagram de un buen amigo mío argentino, aunque muy peronista, un vídeo de Messi con 10 o 12 años, respondiendo a las preguntas de un reportero. ''Cuál es tu sueño, Leo?'', preguntó el periodista. ''Jugar en la selección argentina'', respondió Messi. No quiero negar para nada que esto, en caliente, sea algo emocionante de ver, pero tras oír a Emiliano Martínez y ver ese vídeo de Messi en tan poco espacio de tiempo me parece preciso puntualizar que algo falla en el concepto de ''llegar alto'' en un país que fue tanto y que ha caído tan bajo en las últimas décadas, económica y políticamente hablando.

Es fascinante ver cómo en Estados Unidos, hasta el día de hoy, el sueño americano sigue consistiendo en prosperar con un negocio, con la familia, en política o con la vida en general habiendo empezado desde cero. No hay duda alguna de que esto nunca dejó de ser un sueño, y que allí prosperas sólo endeudándote a lo grande con los estudios o con el seguro médico. Pero al menos, como leyenda popular e incluso cinematográfica sigue rigiendo.  En Argentina, al parecer, el sueño se ciñe sobre todo al deporte, y en concreto al fútbol. Qué puntazo lo de Jorge Lanata vistiéndose de futbolista en 2013 cuando Fernández de Kirchner situó los partidos importantes de fútbol a la misma hora que su emisión política.

Mis buenos amigos kirchneristas deberían hacerse la siguiente pregunta, que es clave para entender el error fundamental de tomar a un personaje como Messi como ejemplo a seguir: cuántos jugadores como Messi está dispuesta a integrar una selección de fútbol en una generación entera (pongamos 3 o 4 mundiales de fútbol seguidos?). Yo no llego a más de 30 o como mucho 40 jugadores. Significa eso que la apuesta de un país es de hacer prosperar a 40 personas de 40 millones -en el caso de Argentina- durante 16 años? entonces tocamos a menos de cuatro personas al año! 

Argentina sólo saldrá del atolladero en el que se encuentra si hace brillar a empresarios como los de Mercado Libre, una de las empresas privadas más prósperas de Latinoamérica. Hay recursos, espacio y ganas. Sólo hay que ganarle el partido a los populistas.

sábado, 17 de diciembre de 2022

MIEDO DEL QUÉ SE DIRÁN

 Sí, han leído bien el titular. Qué se dirán, y no 'qué dirán', muleta famosa de Cruz y Raya. Y es que yo aprendí en Derecho hace años, mucho antes del 1-O de 2017, allá por tercero o cuarto de carrera, que el término de 'sedición' venía de 'se dice'; o sea, el sedicioso es delincuente porque, ostentando un cargo público determinado se asigna -se dice-, por la cara, un cargo distinto, creyéndose, por ejemplo, presidente de un país independiente sin serlo.

Tras las reformas golpistas del gobierno sanchista esta semana tengo miedo por primera vez en la vida del futuro de España. Porque con Zapatero, por ejemplo, se hicieron muchas barbaridades y se hicieron concesiones al separatismo. Pero lo de esta semana no han sido concesiones, han sido directamente cesiones. Se ha cedido el código penal y se han dado alas a la impunidad. Cojones le han echado, eso hay que admitírselo a los socialistas, porque es verdaderamente difícil de justificar ante el electorado eso de eliminar el delito de malversación. Con qué criterio van ahora los socialistas a protestar contra la malversación de un futuro gobierno del PP (casi simpre en beneficio de otros, como se vio en el caso Gürtel), si el PSOE acaba de legalizarla? 

Es por eso que se confirma mi teoría de que, cuando la izquierda relincha por 'barbaridades de la derecha' (pongamos por caso la instauración de la candena perpetua revisable), prácticamente siempre se trata de acciones que sólo molestan al ideario izquierdista, o sea al votante progresista, mientras que cuando es la izquierda la que se atreve a llevar adelante reformas brutales como las de esta semana, estamos ante algo que no sólo afecta a un 'ofendidito' votante de derechas, sino ante una cosa que impepinablemente destroza también al votante de izquierdas. 

Porque aunque, tristemente, el 80% de los votantes de izquierdas esta semana estén relajados en su sofá, consolándose con que, bueno, vale, esto de la sedición es un error, pero mejor ver al PSOE aguantando ahí que ver a PP y Vox llegando al gobierno, lo cierto es que la eliminación de la sedición a lo que lleva es a invitar a cualquier loco (hoy es un separatista catalán, mañana es un fan de la historia de Suazilandia llegando a presidente de Cantabria e instaurando harenes por doquier) a instaurar su propia ley y 'decirse' presidente de una república inexistente pero muy contraria a lo que hoy los progresistas entienden por progresismo. 

Miedo al qué se dirán, a partir de hoy. Y quien no lo tenga es que no se ha enterado de nada.

sábado, 10 de diciembre de 2022

LA CIENCIA RELIGIOSA

 En diciembre de 2020, la revista británica The Economist se hacía eco de un artículo de Science Advances en el que Randall Haas comunicaba el descubrimiento de la tumba de una mujer de 9.000 años junto a la que posaban herramientas de caza, como por ejemplo piedras afiladas.

En esta noticia de dos columnas y apenas nueve líneas, The Economist se esmera en hacernos saber dos veces que el hallazgo demuestra la 'obsoleta' noción de que sólo los hombres de la Antigüedad fueran cazadores. 

La lectura del texto me retrotrajo a mis tiempos en secundaria, cuando la cultura woke estaba sólo en período de gestación y no en pleno florecimiento como hoy en día. Retumba en mis oídos aún la voz grave de Francisco Miguel, el profesor de Conocimiento del Medio; y la de Encarnita, en Historia, cuando mencionaban la importancia de los egipcios de enterrar a sus faraones con sus tesoros y esclavos (si no recuerdo mal, vivos). Entonces se nos decía que era un mero trámite simbólico para mantener esa riqueza en el futuro, aunque acabara siendo una riqueza que acabase luego en los bolsillos de saqueadores europeos y no europeos durante los siglos XIX y XX.

La interpretación del descubrimiento de la tumba de Perú -las mujeres cazaban porque ''sus'' herramientas se enterraban junto a ellas- me parece un perfecto ejemplo de pseudociencia woke a la que tanto estamos acostumbrada hoy en día. O sea, esa ciencia substituta de la religión por la que sólo se puede interpretar un hecho histórico de manera que justifique o fomente el cambio de mentalidad o la reesctritura cómoda de la Historia.

Que a ninguno de esos científicos se le haya podido pasar por la cabeza que esas herramientas de caza o cocina por aquel entonces podrían haber tenido un valor monetario o al menos de simbología de clase, según el cual las damas merecerían el mejor homenaje de los hombres (propietarios de esas herramientas) en los entierros, demuestra el carácter religioso de la ciencia de nuestros días.

sábado, 5 de noviembre de 2022

Fridays for mashed potatoes

 

Es la tercera vez en menos de un mes que unos desgraciados invaden una obra de arte en un museo europeo con pintura o puré de patatas para protestar -o, mejor dicho, llamar la atención- y que escuchen su pregón religioso de combate contra el cambio climático.

Han conseguido que en Europa no se vendan coches de combustión dentro de algo más de 10 años, están coqueteando con la prohibición o encarecimiento brutal de la carne y han convencido al personal de que volar -el tráfico aéreo supone un 2% de la contaminación en el planeta- es algo asocial, hasta el punto de hacer viral una expresión sueca como flugskam (vergüenza de volar).

Bien, de acuerdo. Entonces, si al que prescinde del coche, se hace vegetariano y propaga la genial idea de ir en tren hasta países pobres como Santo Tomé y Príncipe (que solo saldrán de la miseria con el turismo) solo le queda acudir a museos en su tiempo de ocio, por qué tiene que aguantar a estos subnormales?

Llevamos más de 20 años sin poder llevar botellitas de agua en aviones, y hay sitios maravillosos en el Mundo, como las Grotto caves del Líbano, donde a pesar de la desorganización general del Estado se las arreglan para proteger el patrimonio geológico prohibiendo móviles y cámaras de fotos en la entrada... pero los museos europeos aún no han despertado para pararles los pies a esta gente.

Cuándo despertarán? Espero que no sea demasiado tarde, cuando les de por atacar un cuadro con productos químicos que hagan imposible una restauración en condiciones.

sábado, 17 de septiembre de 2022

SANTO TOMÉ Y PRÍNCIPE: EN EL PAÍS EQUIVOCADO CON EL COMPAÑERO DE VIAJE EQUIVOCADO

 

                                      Puente sobre el embarcadero de los manglares de Villa Malanza

 Escribió una vez Umberto Eco que necesitamos enemigos para descubrir nuestros valores y hacernos una idea de lo que, por oposición a esos enemigos, queremos ser. La cosa es que al italiano se le olvidó explicarnos cómo reaccionar ante buenos amigos -de esos que te ayudan en la mudanza con muebles pesados- que, de la noche a la mañana, se convierten en ''ángeles exterminadores'', citando a mi admirado Amando de Miguel.

Una vez le preguntaron a Crystal Tai si el Honjok, o sea el arte de vivir solo, conducía automáticamente a la felicidad. ''No todos viven solos por propia decisión'', dijo la coreana. ''Pero aquel que celebra su propia independencia gana mucha autoconfianza, porque se cuestiona continuamente quién es''. Lo que Tai no nos reveló es hasta qué punto esa autoconfianza ganada en una excesiva soledad pospandémica puede desembocar en arrogancia, agresividad y un comportamiento antisocial sin escrúpulos.

Lo que van a leer a continuación es un resumen de mi decepcionante viaje a Santo Tomé y Príncipe en agosto de 2022 con Daniel A., un ángel exterminador, o sea, uno de esos tipos de los que conviene mantenerse distante. He decidido no revelar su nombre completo por miedo a la muy limitada libertad de expresión de Alemania, debido a la protección contra la 'Schmähkritik', o sea la crítica que dañe la imagen o reputación de una persona. Huelga decir que no es esa la intención de este artículo: el personaje ha dañado su imagen por sí solo. 

UN PAÍS SIN FUTURO

En este artículo no voy a hablar solo de este mal compañero de viaje, sino también del mal destino que en julio de 2022, tras más de dos años sin salir de Europa por el covid-19, elegí para el mes siguiente. Y para que no crean ustedes que soy un gruñón -aunque suela disimularlo mal en este blog- empezaré con relatar lo bueno de Santo Tomé y Príncipe, porque haberlo haylo.

No, lo bueno no es la isla de Príncipe, so pesaos. Llámenme arrogante, pero un andaluz con muchos veranos en Huelva y Cádiz a la espalda y un impresionante viaje a Maldivas en 2018 no se conforma con cualquier playa. Si usted va a Santo Tomé y no pone pie en Príncipe, prepárese para miradas congeladas, muecas despectivas y ceños de incredulidad. Pero no se deje, hombre. No todo el mundo tiene el tiempo y el dinero para verlo todo en cada viaje. En el caso de este país africano, necesita además suerte, pues no es raro que los vuelos a Príncipe se llenen rápido ante cualquier festival en la isla pequeña.

 No, la gente tampoco es lo mejor, y que me perdone Sele, el bloguero que dice haber estado dos veces y querer volver.  He estado en total en 11 países de África, y he establecido dos categorías respecto a la gente: por un lado, la amargura y orgullo antieuropeo de Etiopía y Santo Tomé, y por el otro el resto. El viaje empezó mal, al salir del aeropuerto, porque el 'shuttle' que nos llevaría al hotel tuvo que esperar 45 minutos a los pasajeros que aun no habían pasado el control de pasaportes. Como siempre he dicho, si un viaje empieza mal -con un intento de estafa o con largas colas de espera en algún sitio-, es muy probable que acabe mal. 

 Además, dice muy poco de un país el hecho de no contar con prensa de papel. Las élites están totalmente corrompidas; no hay ni un solo movimiento en pos de una instrucción pública en condiciones. 

Algunos ejemplos: obsesión por los derechos de imagen (no se le ocurra hacer fotos en las que salgan personas, esto no es Madagascar), críticas al turista que olvida poner un intermitente, gritos en la gasolinera si entra por el acceso equivocado (en Alemania, si es una gasolinera en carretera o ciudad, se suele poder entrar por cualquier lado).

 Para mí, lo mejor de Santo Tomé y Príncipe es el pescado y los manglares de Villa Malanza, colonia de monos incluida. Y aquí se acaba lo bueno. No, ni se atrevan ustedes a hablarme del chocolate. Este (muy bueno, por supuesto) solo puede comprarse en el aeropuerto a precios desorbitados y en la tienda Diego Vaz, dirigida por empresaurios cercanos al gobierno. En cuanto a la chocolatería Claudio Corallo, en la capital, conviene que sea la primera que visiten en su vida. Si ya han estado en la impresionante fábrica de chocolate 'El quetzal' de Mindo, en Ecuador, la de Claudio Corallo en Santo Tomé le parecerá tan impresionante como una tienda de churros en un callejón de Sevilla.

UN HOMBRE SIN FUTURO

 Era el compañero tranquilo, el que un día de primavera de 2021 empezó a hablar conmigo de fútbol y de coches (estaba buscando un Audi A4 de segunda mano que le diera prestigio a su mediocre vida), un día en el que quedó inaugurada una camaradería que pocos meses después desembocaría en amistad. Varios partidos de tenis, cenas juntos en casa, la contraseña de DAZN para ver la final de la Copa del Rey y ayuda durante la mudanza a nuestra nueva casa cimentaron esa amistad.

Yo no había tenido una buena experiencia con ciertas personas de mi anterior trabajo. Tras dejarlo, en junio de 2022, me puse a buscar vuelos para agosto. Mi sueño era ir a Pakistán, pero un problema con el visado electrónico desvió mi interés a Santo Tomé y Príncipe, que era además el país que mi mujer y yo habíamos sopesado elegir para el viaje de novios.

Es impresionante lo que hace el tiempo con tu manera de viajar. Si en mi veintena adoraba los viajes solo por el mundo, incluidos países como Irán o Uganda, desde que tengo niño necesito de la compañía de alguien. Así que pregunté a Daniel si quería acompañarme. Se apuntó sin dudarlo mucho.

He de decir que los primeros cinco días fueron bastante bien, teniendo en cuenta que no suele ser fácil convivir con una persona 24 horas al día durante varios días cuando antes sólo llegabas a verlo dos horas en una visita o en un partido de tenis. Pero es que Daniel, al menos hasta el 17 de agosto, había demostrado siempre tener una personalidad calcada a la mía: tranquilidad, interés por la comida y, quitando algunas excepciones, tendencia a los mismos temas de conversación.

 

                           Playa de Lagoa Azul, famosa por el snorkel, pero con aguas más bien marrones
 

Llegó el sexto día. Fuimos a la playa de Micolo, con mucho mejor acceso que la de 'Os Governadores' y por ello quizá con más poblados alrededor. Ambas playas con exceso de basura, una basura que nunca vereis en el blog de Sele o en las agencias de viaje. Daniel y yo llevábamos varios días cansados de la mala bienvenida de los santomesinos, de la basura y de las malas carreteras. Pero Daniel llevaba a sus espaldas dos frustraciones más que yo no tenía. Él había pillado dolor de barriga a las 48 horas de llegar al país, y además le molestaba no entender ni papa del portugués. A todo esto se sumaba la tragedia de la muerte del novio de su madre, una semana antes de despegar.

Así que aparcamos en una duna de Micolo, y 10 niños se acercaron -demasiado, como siempre- a nuestro 4x4. Yo soy un viajero seguro pero relajado: prefiero guardar las cosas en el coche, cerrar éste con llave y no irme demasiado lejos. Daniel prefirió llevarse sus dos mochilas con el dinero y el pasaporte dentro. Cuando nos acercamos a la orilla, mi compañero de viaje me encomendó guardar sus pertenencias y se dio un chapuzón. Los 10 niños, en su mayoría niñas, se pusieron muy cerca de mí y las mochilas de Daniel. Una de las niñas, después de averiguar que era español, me hizo una pregunta: ''En México también se habla español''? quizá porque soy padre -Daniel no-, y porque soy consciente de que esas niñas muy probablemente jamás verán nada del mundo, le contesté que sí, y enumeré cuatro países más de habla hispana. No llegué a contar más, porque unos gritidos que venían desde el agua me dieron un vuelco al corazón.

''No hables con ellos joder, joder, joder! si hablas con ellos no se van!''. Mientras gritaba, Daniel se acercaba lentamente, con la parsimonia que siempre le caracterizaba en la oficina, y con su cara de playmobil siempre tan serio, esté contando un chiste o echándote algo en cara. ''Tú te vas mañana a casa y estás con tu familia, pero yo tengo aquí mi pasaporte!''. Aquí, por primera vez desde que, una semana antes, cogimos el tren desde Bad Friedrichshall hasta Frankfurt, adiviné en las palabras de Daniel una cierta envidia a la vida en familia o a una vida interesante en general esperándome en casa, mientras que él, aun saliendo del antro que los dos coincidimos que es la isla de Santo Tomé, era consciente quizá de que volvería a un mundo quizá más desarrollado, pero no mucho más prometedor. Al menos para sus circunstancias personales.

Me defendí. Le dije -con el convencimiento de quien no conoce a alguien lo suficiente para esperarse un ataque de nervios así pero sí lo necesario como para adivinar qué habría pasado en una situación diferente- que si yo no hubiera hablado con las niñas, de haberse girado él hacia mí y haber visto que seguían a mi vera me habría gritado igual; quizá echándome en cara que no hiciera nada, inmóvil, ante la invasión de nuestra privacidad y nuestras pertenencias. Con total seguridad, Daniel no podía aguantar más aquellas circunstancias, aquel viaje, y decidió desahogarse en una lengua que sólo su compañero de viaje, o sea yo, comprendía. En todo caso, se alejó de mi y de nuestro coche de alquiler y se puso a leer, de pie, a aproximadamente 500 metros de distancia.

 Aquella noche hablamos. Yo estaba aturdido, y así se lo hice saber. A mí me dio la impresión de que Daniel se arrepentía de lo sucedido. Pero después de su SMS casi un mes después, el 5 de septiembre, empecé a pensar que en realidad esa noche de agosto sólo contenía su frustración ahora enrabietada de la forma más pragmática posible para acabar el viaje de la mejor manera. Después de todo, todavía necesitábamos el coche que alquilamos juntos.

El día siguiente, jornada de retorno a Alemania con escala en Lisboa, lo pasamos entero en la capital de Sao Tomé. Entramos en un hotel de lujo e incluso nos zambullimos en la piscina de estilo infinity sin que nadie nos pillara. Bellos recuerdos de un salvaje día en el Hard Rock Hotel de Isla Sentosa, Singapur, en 2013. No voy a negar que lo pasáramos bien -incluso jugamos a las cartas!-, pero el ambiente estaba algo enturbiado. Hablábamos de otra manera, sin apenas mirarnos a los ojos, y le gané al Black Jack 6-0, algo histórico, pues los días anteriores me había batido él sin excepción. Algo turbio tenía en su cabeza, sin duda.

Aquella noche nos dirigimos al aeropuerto para coger nuestro vuelo a Lisboa. En el diminuto aeropuerto de Santo Tomé solo hay una sala de espera, y estaba, claro, atiborrada. Entre los pasajeros había una pareja de un italiano y una catalana que ya habíamos conocido en una carretera del país tres días antes. Dos personas hermosas, muy agradables. Unos viajeros enamorados de lo desconocido. Para que usted no diga que solo rajo sobre otras personas, si es que ha conseguido leer hasta aquí. 

El italiano me ofreció una bola del caro chocolate que compró en la tienda del aeropuerto. Me encanta el chocolate, pero debido a la gran educación que obtuve de mis padres, estoy programado para compartir con los necesitados antes de servirme yo; y como Daniel se quejaba desde hacía minutos de tener sed y hambre pero no podía comprar por falta de billetes pequeños (en Santo Tomé te dan el cambio en dobras si pagas con euros), le ofrecí la bola. Él la rechazó, y me la comí. Entonces, el italiano me dio otra bola, y mientras hablábamos de los premios que había ganado el chocolate santomesino por todo el mundo, me la metí en la boca. Un par de minutos más tarde, Daniel me preguntó si me había comido la segunda bola. ''Sí, claro'', le espeté. ''Pero por qué no me la dejaste a mí?'', todavía con su sempiterno semblante serio. ''Si me has dicho antes que no querías'', le dije alzando la voz ante el creciente barullo de la sala. ''Pero porque te habían dado uno, y ahora te han dado el segundo''. Menuda diva, joder, pensé. 

                                      Una carretera al sur del país, junto antes de ponerse chunga

 

LISBOA


Citaba al principio de este artículo a Crystal Tai porque dudo que vivir solo tanto tiempo lleve asiduamente a la felicidad. Ya lo decía mi madre de mí, que también viví solo hasta la edad que ahora tiene Daniel! Al no tener que llegar constantemente a compromisos con el otro, quedas anclado en tus propias convicciones y no toleras la forma no ya de actuar del otro, sino incluso de pensar o razonar. Me lo demostró mi compañero de viaje al llegar a Lisboa.

 Después de ver la gran película 'Muerte en el Nilo' y de dormir poco más de tres horas, llegué cansado a la capital portuguesa y en el segundo autobús. Daniel iba en el primero. Le escribí al móvil contándole amistosamente que tenía ganas de ir al retrete. Al entrar en la terminal del aeropuerto a la que llegan todos los pasajeros extracomunitarios, Daniel ya estaba esperándome con ojos expectantes, y me dijo, ocultando muy bien el asco que en realidad llevaba dentro por tener aún un trecho de viaje conmigo: ''Tenemos que ir por la puerta S o N, pero no lo sabemos porque el vuelo a Frankfurt aun no aparece en pantalla''. Mi reacción, la de un hombre cansado que dice lo primero que se le pasa por la cabeza, es ''da igual, no?''. Y no le gustó a mi delicada diva. Respondió: ''cómo va a dar igual?'', a lo que yo, siempre buscando la salida más diplomática al menor conflicto, respondí ''puedo preguntar si quieres''. Él ''pero no lo van a saber''. ''Bueno, no cuesta nad...''. Aquí me interrumpió alzando el brazo como lo había alzado menos de 48 horas antes en la playa de Micolo: ''Pues pregunta, Rafa'', y se fue al cuarto de baño, que me habría gustado visitar a mí, si no fuera porque había una larga cola, una de las razones de mis prisas para pasar lo antes posible por el control de pasaportes.

Pregunté a una empleada del aeropuerto y me ayudó indicando que teníamos que pasar por la puerta S. Daniel vino un par de minutos después y le dije que era la S, que ya me lo habían dicho. ''Sí?''. ''Sí, porque he preguntado''. A ello contestó: ''Pero no tenían por qué saberlo!''. Yo no daba crédito. No me quedó otra alternativa que preguntarle, con una sonrisa ladina ''Daniel, quién tiene más experiencia de nosotros viajando?''. Su respuesta: ''Sí, ya lo hemos visto esta semana...''. Yo estaba ojiplático: ''Ah, otra vez? a ver, qué es lo que he hecho mal?''. En ese momento, Daniel se metió sus auriculares en las orejas -es lo que había hecho, por cierto, durante el viaje de Micolo a nuestro hotel- y se despidió de mi: ''Métetela, Rafael, y buen viaje, salúdame a Oli y a Sonja''. Pese a esa inesperada y prematura despedida, no hice el amago de despedirme yo, y tras pasar la puerta de seguridad me detuve a esperarlo. Pero su pasaporte no funcionaba -o quizá hacía como que no funcionaba, para forzar la despedida?- y, mientras una empleada le ayudaba, me espetó: ''puedes irte, Rafael''. Lo hice. Me fui hacia la puerta de embarque, y le mandé el penúltimo watsapp, diciendo que iba a la puerta de embarque y que esperaba verlo ahí.

El último watsapp se lo puse una vez subido en el avión a Frankfurt. Le debía aún 30€ del viaje, pero yo no estaba seguro si me iba a acompañar en la aduana de Frankfurt, en la que lo necesitaba por los 400 cigarrillos que llevaba conmigo. En realidad, confieso ahora que tenía este miedo el mismo miércoles por la noche ya.

Ninguna respuesta. Llegamos a Frankfurt y contemplé, por primera vez tras decenas de viajes a través del aeropuerto más grande de Alemania cómo mi compañero de viaje desaparecía, sin despedirse ni lanzarme una mirada, por la puerta de salida. Por cierto, no hubo que atravesar ninguna aduana. Aún sigo sin entenderlo. Si tampoco pasé ninguna en Portugal!

Como dije antes, casi un mes después, el 5 de septiembre, este psicópata me mandó un SMS, porque yo lo había bloqueado en watsapp y en Instagram. Estaba triste porque no me había ''disculpado'' o, siquiera, ''devuelto lo que le pertenecía''. Por ende, me pedía ahora no sólo devolverle los 30€ euros del viaje, sino también 40€ del regalo del bautizo de mi hijo.

Tío miserable y pobretón! Jamás en mi vida nadie me había pedido que le devolviera un dinero regalado. Un tipo que -nunca lo olvidaré- en su primera visita a nuestra casa trajo una ensalada de pepino y probó cordero por ''primera vez'' en su vida. Simplemente un desgraciado.

Mi hermano Juan me dijo que viajé a Santo Tomé con un ''desconocido''. No es cierto. Bueno, no del todo: es cierto que nunca llegamos a conocer a la gente al 100% hasta que viajamos con ellos unos días. Le propuse hacerlo con buenos amigos. Negó que fuera correcto. Pero claro, mi hermano viaja poco. La cuestión de fondo es que, como bien dice mi mujer, yo ya he viajaado en muchos lugares del mundo con desconocidos -sobre todo en el Sudeste Asiático- teniendo muy buenas experiencias. 

La próxima vez escogeré el destino con más cuidado. Y a los amigos, con más escrutinio y quizá evitando los viajes.


 


 

 

lunes, 8 de agosto de 2022

Querido Oliver (II): Las estadísticas las carga Camilla Cavendish

 Decía Churchill que no creía en las estadísticas que no hubiera manipulado él mismo. Camilla Cavendish, articulista del Financial Times, es un buen ejemplo de por qué. Para convencer al personal de la necesidad de responder a la alarma del cambio climático, acude al argumento más torticero: dar porcentajes de encuestas de opinión sin ofrecer la fuente. Pero es que ni con fuente convencen.

Según Cavendish, ''en 1997 la mitad de los [votantes] republicanos y demócratas creían que los efectos del calentamiento global habían empezado a surgir''. La periodista no menciona el dato clave de que ya a final del pasado milenio esta encuesta coincidía con un clima -valga la redundancia- informativo mundial bien dotado de reportajes y comentarios acongojantes para describir fotos de osos polares inmóviles sobre un trozo de hielo.

Gracias a Dios, el Financial Times es un diario lo suficientemente plural para que, en el mismo número de septiembre de 2020 en que Cavendish trataba de hacernos despertar ante la catástrofe climática, otro autor, Jonathan Ford, reseñara un libro importantísimo de Bjorn Lomborg, ''False alarm: How climate change Panic Costs us Trillions, Hurts the poor, and falls to fix the Planet'', en el que Lomborg cerraba a cal y canto el debate sobre los osos polares aseverando que lo que los mata es la caza y no el calentamiento global. Y que además su población se ha duplicado en los últimos 20 años.

 Lo que pretendo decirte, hijo, es que desconfíes siempre de las estadísticas y los epítetos, y que vayas siempre a las fuentes. Si algún día vieras a Cavendish por la calle con un micrófono, probablemente para no arruinarte el día le contestarías que sí, que también ves consecuencias del cambio climático. Al menos, así es la mayoría de la gente. La alternativa, o sea decirle la verdad, te llevará a hacer muchos menos amigos.

jueves, 4 de agosto de 2022

Querido Oliver (I): un mal jefe siempre es una buena vacuna

 Hoy ha sido un día de mucho calor. Como te has estado quejando sin parar con tu consabido mamamamamama y lo habíamos probado todo (juguetes, gateo, potitos, leche, más potitos), me quedó el comodín de bañarte en la nueva piscina que nos han regalado. Vamos, que he conseguido convencer a mamá, que se negaba los últimos días por estar tú malito.

En el agua has demostrado, como en tu bautizo hace dos semanas, que sólo chapoteando o sintiendo el líquido vital aunque sea solo en tu frente eres persona. Estás encantado y solo en el agua te olvidas de los demás. Si en la tierra buscas constantemente el contacto con papá y mamá, en el agua pareces hipnotizado.

Ahora duermes, reventado, en la cama, mientras yo reflexiono en mi despacho sobre este interregno de un mes, preparándome para mi nuevo trabajo. Dejé el anterior a finales de junio porque no soportaba el maltrato psicológico de los superiores. Me alegro de encarar el próximo como el que estrena coche nuevo, al igual que ya me pasó hace siete años al abandonar la GGS con aquel psicópata, el profesor C. S.

 Quiero que en tu vida veas a los malos jefes como una vacuna necesaria. Mientras peores sean mejor, porque mucho mejores serán los siguientes. Ya puede ser tonto o incompetente el siguiente, que si no es tan bellaco y cretino como el anterior, lo tendrás más fácil todavía. 

No abandones un trabajo al poco tiempo por un mal jefe. Aguanta y aprende. Es una vacuna larga -se dice que dos años al menos hay que aguantar, sobre todo si estás en la veintena o a principios de los trenta, como yo ahora-, pero te protegerá para los siguientes trabajos.

 Algo parecido ocurre, por cierto, con los compañeros y los clientes. También hay clientes-vacuna: estúpidos y necios que te complicarán el trabajo y posiblemente empeoren tu relación con el jefe. Es conveniente, empero, controlar tus emociones. Estos clientes o compañeros te vacunarán y reforzarán tus resistencias, porque lo importante es hacer bien el trabajo y no dejar que las malas relaciones influyan en tu carrera. Y ya vendrán otros clientes o compañeros mejores. A estos, mímalos.

sábado, 14 de mayo de 2022

La aventura de recalcar las luces -y no las sombras- de Cortés ante un público alemán


El miércoles tuve la bonita oportunidad de presentar la Conquista de México en una VHS (escuela popular) ante 10 jubilados, que son la típica clientela de los seminarios de Historia.
 
Hace años -desde aquellas clases universitarias con el gran Juan Francisco Fuentes en 2008- que me intereso por la Historia. Este interés creció exponencialmente tras el descubrimiento de Elvira Roca Barea en torno a 2015. Y se ha convertido en un hobby para el que invierto varias horas semanales desde que la pandemia estalló y limitó los viajes.
 
Así que me presenté en el aula que me habían reservado y allí comencé a hablar ante un grupo de 10 personas cultas que asistían al penúltimo seminario de un ciclo de conferencias dedicado al Renacimiento. Yo no sabía que iban a situar mi conferencia en este ciclo, así que lo preparé a posta.
Por suerte, mi fuente más importante para la conferencia fue un número de la mejor revista de Historia de todo el planeta, que es La Aventura de la Historia, en el que se menciona la contribución renacentista de Cortés en esta conquista de México: la mezcla de razas y culturas. Tiene sentido, y así quise transmitirlo: ya no es importante el componente religioso, ni la superioridad de un pueblo sobre otro, sino que se vuelve a las raíces clásicas, y como tal, el hombre ansía la comprensión de lo 'terrenal', de lo humano. En la conquista de México se llega a tal punto humanista que dos pueblos transatlánticos que antes no se conocían -españoles y txacaltecas- se unen y comprenden (por medio de la Melinche, novia de Cortés y primera intérprete de la Historia) la mutua necesidad de dezhacerse del pueblo dominador hasta entonces de la Confederación Mexica: los aztecas.
 
Antes de empezar la conferencia, yo sabía que el tema iba a ser controvertido. Si lo era ya en mi país, donde a Cortés ya en mis años de colegio (de los años de Aznar, oiga, no de Pedro Sánchez o Irene Montero) se le pintaba como un ser oscuro y del que merecía la pena pasar página rápido, cómo no iba a serlo en un país con 50% de católicos y 50% de protestantes... el país que no entregó a Puigdemont a España?
 
Comencé con unos acertijos: a ver, quién sabe el nombre oficial de México? el actual? Una señora dijo 'Nuevo México'. No, señora. Otro dijo 'República de México'. Bien, pero no del todo. De los diez, uno de ellos, el Señor Aden (nombre cambiado), acertó: 'Estados Unidos de México'. El Sr. Aden acertaría dos preguntas más. Los demás ninguna. Tenía que vigilar al Sr. Aden el resto de la conferencia.
Me vi obligado a enfatizar en numerosas ocasiones que en esa conferencia yo no quería ocultar las matanzas de españoles en Latinoamérica. Intenté, con un poquito de condesdendencia, explicarles a los alemanes que los españoles (al igual que los alemanes con el III Reich cuando están en el extranjero) cuando están en Sudamérica, como muy tarde después de una hora bebiendo cervezas tienen que ver sacado el tema del 'genocidio' o, cuanto menos, el supuesto robo de metales. Ante esto, el Sr. Aden dijo 'bueno, es que esa es la imagen que yo tenía de Cortés, que era un Räuber (pirata o bandido en alemán).
Quise reforzar mi teoría, al menos tres o cuatro veces, de que la Conquista de México podía verse de otra manera con tan solo echar la vista al norte de la frontera. Allí, los indios vivían (aún en 2022) en reservas. Al sur de Río Grande no. Aquí surgía siempre una especie de silencio. Quizá un silencio incómodo, el silencio de la reflexión de que, ciertamente, quizá los españoles no fueron tan malos. Pero quizá también un silencio cómodo: menos mal, otro que coincide en la crueldad de los británicos, un pueblo que no cae tan bien en Alemania como el español.
 
Luego sucedió algo muy interesante. Durante la pausa, el grupo de 10 jubilados se reunió en círculo, de pie, bebiendo café, y comentó las últimas noticias sobre las declaraciones del embajador de Ucrania metiendo presión a los alemanes por su dejadez y pasividad dejando el grifo abierto a Rusia para la compra de gas y petróleo. El Sr. Aden, junto al Sr. Schmidt, creían que el embajador ucraniano tenía que irse del país: ''un tío así tiene que estar fuera'', dijo alterado el Sr. Aden. Yo daba sorbos a mi café, mostrando una falsa condescendencia con ellos, porque me quedaba la mitad de la conferencia y, según el Sr. Aden, todavía no había hablado ''de la esclavitud y de las masacres, viene ahora, no?''.
 
Con total naturalidad, los asistentes defendían su país a ultranza tras leer las noticias del día, pero atendían con cierto resquemor el argumento principal de mi trabajo: que la violencia -como las violaciones- de 1519 era un mínimo común múltiplo a todas las naciones colonizadores de entonces, por usar un término matemático. Pero no todas habían abierto la veda a una colonización igual de integradora.