Aparece el jefe de gobierno de mi país en los graves incendios de la península, interrumpiendo sus lujosas vacaciones en Lanzarote, y se le saca el canutazo en prensa de que es necesario un pacto de Estado contra el cambio climático.
La coña ya no está en que Sánchez ''no es no'' ofrezca un pacto de Estado de algo. Es que su análisis parta de la base de que lo que estamos viendo tiene algo que ver con el tan manido e hiperabusado concepto del cambio climático. Los pirómanos están de enhorabuena. El líder de su país no va a invertir sus fuerzas en pillarle, sino en desprenderse de su responsabilidad.
Podríamos recordar la gran reflexión de Juan Manuel de Prada de lo obsceno de que los mismos políticos que no pueden influir nada en el precio del aceite de oliva, incrementado desorbitadamente en los últimos años, quieran arreglar el cambio climático. Qué ridículo, si los mismos activistas del clima nos recuerdan día sí y día también que es un problema global, y que por tanto un pacto de Estado en un país como España es irrelevante comparado con la contaminación del aire, agua y tierra de países como China o Pakistán. Pero esta reflexión del aceite de oliva y el cambio climático de Prada la conoce ya un porcentaje de la población.
Lo que no conoce casi nadie es lo que ocurrió en 1878 en las costas del Cantábrico. Según La Aventura de la Historia (abril de 2023), ''un fortísimo e inesperado temporal, que ha pasado a la historia como la galerna del Sábado de Gloria, provoca el hundimiento de decenas de barcos de pesca y la muerte de más de trescientos pescadores cántabros y vascos''. Cómo es posible que las noticias de la época no mencionen en ningún lugar el ''cambio climático'' como problema global causante de esa galerna?
No se supone que estamos mejor que nunca, porque no ha vuelto a suceder algo tan letal en el literal norte en 150 años?