viernes, 8 de enero de 2010

LO MALO Y LO PEOR

EL TEOREMA INMORTAL DE LA IZQUIERDA Y LA DERECHA

Hoy ha habido una nueva muerte en Afganistán. Un soldado de 24 años ha sido atropellado por un blindado que supuestamente estaba reparando. El suceso es, por ahora, truculento, y deberá ser más minuciosamente estudiado.

Los lectores sedicentes de izquierdas bombardean cada vez más los foros de los periódicos pidiendo una retirada de cualquier guerra -aunque den la batalla sobre todo contra aquellas declaradas ''ilegales'', por ejemplo Irak, y no contra cualquier conflicto en general- aunque obviamente estas demandas responden más a una petición ciudadana que a una exigencia, es decir, dado que el partido gobernante es de izquierdas, se presupone que la guerra es justa y necesaria, y por tanto, cualquier arreglo u objeción se puede hacer llegar por medio de la súplica, y no del grito o el piquete.
Con la economía, la sanidad y otros muchos aspectos de la gobernanza ha venido sucediendo lo mismo en los últimos años de la Democracia. La ciudadanía se ha dado cuenta de la mala gestión de sus dirigentes, pero no responde igual ante ellos. Si la denominada 'derecha' ha estado al mando de la nave, entonces cualquier decisión tenaz debía de ser derribada con fuego a discreción, considerando quizá que la derecha, burra, sólo reacciona a palos; mientras que si la sempiterna izquierda, siempre con el progreso en mente, es la que detenta el poder, entonces la queja del pueblo viene siempre en forma de enmienda pacífica.

Estas parrafadas anteriores, más allá de su inmanencia, pueden encerrar la clave del hecho de que sea la izquierda, y no la derecha, la que tenga un electorado más volátil, y al mismo tiempo mayor capacidad de atraer y movilizar a la gente. Como dice mi tío Luis, el valor añadido del PSOE es su pragmatismo, y es verdad. La izquierda es mucho más capaz de transportar las peticiones del pueblo, porque es el pueblo directamente el que se constituyó en poder soberano a la izquierda de la Asamblea Revolucionaria francesa contra el Antiguo Régimen. Me explico: es más creíble que la izquierda declare o apoye una guerra que el hecho de que lo haga la derecha. De ahí que el votante de izquierdas sea más infiel a los suyos (si se me permite la paradoja, pues no puedes ser infiel a algo que no consideras tuyo); el motivo radica en que el político de izquierdas tiene a priori más credibilidad y un compromiso mucho más exigente una vez en el poder, porque los lazos que le unen al débil ciudadano se acercaron a quemarropa desde que el absolutismo fuera desplazado a las bancas de la derecha en el siglo XIX, aunque eso sí, la frustración y el desencanto del votante progresista puede ser mayúsculo.

En definitiva: un programa con tinte izquierdista escalará siempre con menos dificultad entre el espectro electoral que uno de derechas, aunque aquél puede derrumbarse más fácilmente con un escándalo de corrupción, puesto que ésta es mucho más intolerable para un izquierdista. Un político de derechas no puede defraudar, porque la perspectiva que se tiene de él ya es negativa: por eso el PP tiene un electorado fiel, pero al mismo tiempo le cuesta la vida ensanchar su horquilla parlamentaria.

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