Los propulsores de esas nuevas religiones siguen creyendo en la ciencia que hace décadas venció a la religión (cristiana, hay que especificar), pero sólo cuando les interesa. En otras palabras, creen en la ciencia sólo si ésta no molesta a las nuevas religiones. Parece una paradoja, pero para periodistas como Gerhard Matzig esto está a la orden del día!
Ya no estamos a principios de los años 2000, cuando en el colegio se nos enseñaba la dicotomía entre religión y ciencia para la explicación del origen del mundo. Ahora damos por hecho que solo la ciencia tiene respuesta a ello, y en 2025 es más fácil ver un AVE sin incidencias en la España de Oscar Puente que a alguien explicando el mundo en los medios de comunicación con el libro del Génesis.
En un artículo de 2023 en el diario progresista Süddeutsche Zeitung, Gerhard Matzig escribía que la Technologieoffenheit (el abrazo de las nuevas tecnologías) se utiliza como Chiffre (excusa) para decir algo así como que sigamos adelante con una supuesta destrucción del mundo.
En ese artículo, Matzig se ríe de los que hoy pregonan que la ciencia puede solucionar los problemas de contaminación del mundo con una alusión a la película Regreso al Futuro, en la que Doc llena el depósito de su Delorean con latas de cerveza y una cáscara de plátano.
Esa película es de los años 80, cuando aún no había E-Fuels, ni minicentrales de torio (en vez de uranio) como las que ya está usando China, ni queroseno sostenible (SAF) con reducción de 80% de emisiones (sí, Matzig, creado de manera sostenible gracias a residuos!, datos del Centro Alemán para la Aviación y el Espacio), ni investigación de hidrógeno como combustible a tener seriamente en cuenta para la aviación del futuro. En los años 80, un tal Klaus Lackner tampoco había inventado aún un árbol sintético en la Universidad de Arizona -comercializado por la empresa irlandesa Carbon Collect- para atrapar dióxido de carbono de la atmósfera
Esto lleva inevitablemente a dos conclusiones: o Gerhard Matzig es un ignorante que escribió su artículo sin conocer las novedades científicas ya existentes o en fase de investigación, o bien las conocía pero le convenía apartar la ciencia a un hueco oscuro para dar prioridad periodística (qué digo periodística: vital!) a las nuevas religiones de las que es sin lugar a dudas un codiciado profeta.
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