DEMASIADO FUERTE PARA SER CIERTO

No quiero parecer un cínico por hacer acto de presencia después de semanas sin escribir por el simple espectáculo que ha creado el accidente de ayer de Barajas. Pero es que el temita es demasiado fuerte, muy difícil de tragar, porque estamos hablando de 154 personas, 154 familias, 154 mejores amigos y 154 vecindarios, en un accidente (no incidente, como señalaba ayer la página de SPANAIR en su nota de prensa a los medios) ocurrido en un país como el nuestro, no lo olvidemos, supuestamente desarrollado.

Recuerdo mi primer día en Intereconomía. Mi tutor, Rubén, un auténtico maestro, me había enseñado a sacar noticias de Reuters, y lo más importante, seleccionarlas según qué temas. Abrió la lista de noticias y la más reciente era la de un accidente de avión en Sudán. ''Esta es la típica noticia de la que has de pasar'', me dijo Rubén. Tenía su parte de razón, pues las noticias en cuestión eran las que habían de aparecer en los boletines horarios, que no dan para más de una o dos historias cada media hora.

No; el accidente de ayer fue grave y ocurrió en la terminal más nueva de España. En lo que pareció un avance informativo sin importancia en Telemadrid -''ahora volveremos, tras los deportes, a esa pista de aterrizaje donde un avión se ha 'salido' de la pista''- mis nervios estallaron. ¿Sería algo más que un desliz del piloto? ¿qué significaban esas 5 columnas de humo?

''Podría haber varios muertos''; ''7 MUERTOS EN UN ACCIDENTE EN MADRID''; ''8 MUERTOS EN UN ACCIDENTE DE AVIÓN EN BARAJAS''; ''RUBALCABA CONFIRMA LA MUERTE DE 20 PERSONAS EN BARAJAS''; ''100 MUERTOS EN BARAJAS''; ''LA COMUNIDAD ASCIENDE A 150 LAS VÍCTIMAS EN MADRID''...

Datos, datos. Cuerpos, cuerpos. Ahora mismo El País ha sacado una lista de las procedencias de los pasajeros que han muerto o sobrevivido a la tragedia. Os aseguro que al leerla detenidamente, al comprobar la enrevesada historia de un extremeño que residía en un pueblo manchego, la de una madrileña ennoviada con un canario, la de familias y familias enteras carbonizadas, la de una azafata catalana, la de una madre con su hija, gallegas... duele mucho más. Te pones en situación. Es el medio de transporte más seguro del mundo, después de todo. Te la pela cuando el aparato sufre turbulencias, sabes que sólo es una pequeña interferencia en el ordenador gigante que lo controla. Es inmune a los rayos, la gente duerme incluso al despegar. Pero no, esta pobre gente después de una hora de vacilación, despegó para pegársela contra un arroyo madrileño, junto a la A-2. Se veía el ir y venir de coches y camiones diminutos a lo lejos con el escenario del humo en medio plano y la Guardia Civil, impotente, en primero. Se estaban quemando y la vida seguía...

''La muerte es una vida vivida, la vida es una muerte que viene.''