Un amigo mío se niega a utilizar las recensiones de Google ''porque no les quiero hacer el trabajo gratis''. Tiene toda la razón, los que opinamos sobre sitios o experiencias estamos ofreciendo a Google datos por partida doble: por un lado lo que nos interesa, y por otro información para otros interesados. Hace realidad aquella frase legendaria de que, si es gratis, 'tú eres el producto'.
Sin embargo, a mí ser producto de Google me sale a devolver. Estoy encantado. Necesito Google en mi vida. No solo el buscador, que usa todo el mundo, incluido mi amigo, sino también Maps y, sobre todo, las recensiones. Qué sería yo sin las recensiones! y qué poquito caso les hago a las recensiones a veces!
Esta semana quería comprar carne de retinto en una carnicería de Barbate. No voy nunca a la carnicería, mi experiencia es nula. Así que consulté las recensiones de las tres o cuatro carnicerías que hay en Barbate. Después de todo, ya el año pasado un magrebí me llamó 'cabrón' en Zahara de los Atunes por comprar una sombrilla en la competencia tras haber rechazado comprarla en su tienda. Me llevé las manos a la cabeza cuando vi, a posteriori y a mi pesar, sus valoraciones en Google (ahora la tienda la lleva su hijo, creo que se jubiló cuando vio la recensión que yo le dejé).
El caso es que la carnicería con mejor valoración de Barbate es Curro, que recomiendo vivamente. Dos filetes de carne de retinto grandes y sin hueso salieron a 30€. Casi regalado. Cinco días más tarde, me apetecía comer otra vez la misma carne, pero quise probar otra carnicería con una valoración no mala pero sí considerablemente peor que la de Curro. Fui a la Baessipo, donde me esperaba un carnicero con cara de enterrador y sin ganas de trabajar al que tuve que repetir dos veces lo que quería porque no escuchaba atentamente. Trajo de la cocina una pieza de retinto enorme y sacó un filete de dimensiones superiores a los dos filetes de la semana pasada, pero con mucho hueso. Cuando pesó el filete, me pidió 38€. Como mi experiencia en carnicería es, como dije al principio, inexistente, no me atreví a protestar o a pedirle que le quitara el hueso.
Sin embargo, la lección la aprendí bien ese día: no experimentes, Rafa, haz y ve adonde diga Google. Las recensiones no mienten!
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