sábado, 28 de septiembre de 2024

La paz en Oriente medio depende de la izquierda occidental, y no de la muerte de Hasan Nasrala

 Han matado a Hasan Nasrala y además su organización, Hizbolá (el partido de Dios) lo ha reconocido rápidamente! bien! pero... y ahora qué? acaso no tomará las riendas otro ahora? ya pasó con Osama bin Laden. El mundo entero aplaudió su muerte en 2011, la foto de Obama y Clinton concentrados en la sala de operaciones conmovió al planeta, y sin embargo apenas tres años después teníamos al Estado islámico ocupando un tercio de Siria e Irak.

Si de verdad queremos la paz en Oriente Medio, habremos de empezar no solo por reconocer el Estado de Israel, tarea ardua ya para una izquierda importante de Europa. Hay que ir mucho más allá. Habría que exigir que todos los países de la región tengan el mismo sistema democrático de Israel.

Por qué? porque si existen organizaciones como Hamás y Hizbolá, ello se debe a la gran cantera de seguidores que provocan tanto el hambre como el analfabetismo. Qué le queda a alguien sin trabajo y sin educación, y posiblemente habiendo perdido a algún familiar en un bombardeo? la solución religiosa. Y por qué? porque su Estado es un estado dictatorial (Siria, Irán) o fallido (Líbano).

En 2022, el ministro de Agricultura alemán con raíces turcas, el ecologista Cem Özdemir, dio una conferencia en Berlín con motivo de su premio Leo Baeck del Consejo Central de los Judíos. Özdemir pertenece al ala 'moderada', pragmática, atlantista y antiislamista de los Verdes, y en su discurso defendía la existencia de Israel y atacaba a los antisemitas que no lo hacían con todo el convencimiento que ello requiere. Sin embargo, Özdemir, en vez que poner su mirada crítica en los países sin democracia que rodean a Israel, mencionó a Estados Unidos, Hungría, Turquía, Polonia, Italia y Suecia -es decir, refiríendose únicamente a países con mayorías de gobierno de derecha, y no críticos con Israel (como España y Noruega)- como países que ponían en peligro la democracia liberal.

Mucho más útil habría sido -sería- liderar un movimiento de izquierda liberal, casi jacobina, para cambiar la realidad política de Oriente Medio. En Europa, práticamente nadie sabe que en el Líbano, por ejemplo, el presidente del país (sin poderes) tiene que ser cristiano, mientras que el primer ministro ha de ser suní y el presidente del parlamento chii. Por qué nadie pone en cuestión un sistema en el que prima la tribu a la que se pertenece y no la competencia o el programa electoral?

La izquierda occidental, tan orgullosa de enarbolar el progreso social y el derrumbamiento del Antiguo Régimen, tiene que hablar más de esto. No digo mandar armas o invadir el Líbano junto con Israel -un país que tiene a árabes como ciudadanos e incluso diputados-, me refiero más bien a un rearme del cerebro y del espíritu crítico ante la raíz del problema.

sábado, 21 de septiembre de 2024

El chip norcoreano en el hombro de Jihyun Park

 Conozco un dicho inglés que no tiene equivalente en español. Y me pregunto por qué, siendo tan magnífico. Se trata de 'have a chip on your shoulder', que se aplica a personas con un comportamiento antipático y negativo por arrastrar lo que éstas creen que fue un maltrato sufrido por otros en el pasado.

Es una expresión que se refiere especialmente a extranjeros que adoptan una actitud de rechazo al país en el que se encuentran. Un caso de manual es el de la norcoreana Jihyun Park, que obtuvo asilo en Reino Unido en 2008 tras huir de su país habiendo pasado por la cárcel y dejando a su padre enfermo en la cama, sabiendo que no volvería a verlo nunca.

Jihyun Park, que entró en el Partido Conservador en 2017, un año después del Brexit, explicó en una entrevista con el Financial Times en 2022 que lo hizo porque había viajado por Europa y no entendía ''que Reino Unido pudiera ser una colonia de todos esos países'', porque a ella le habían contado que ''Reino Unido era un Imperio''.

Esta señorita, analfabeta y desconsiderada porque no sabe que llegó a un país de exiliada pasando fronteras europeas, no británicas, tampoco entiende que su visión de la Unión Europea es exactamente la que tiene Corea del Norte de su vecino del sur; o la que tenía la Alemania comunista de la República Federal de Alemania: que no pueden convertirse en colonias del imperio capitalista americano del que forma parte Corea del Sur y del que formaba -y forma hoy parte, supuestamente- la RFA.

Atreviéndose a llevar su boutade más lejos aún, comparó la UE con una inminbanjan, o sea una de esas mujeres entradas en años encargadas de vigilar a los vecinos y mandar informes al régimen.

Es reconfortante saber que no salío elegida en las elecciones a las que se presentó.

jueves, 19 de septiembre de 2024

No sólo de la fruta vive Macedonia

 Agosto de 2018

Macedonia es un país poco conocido, aunque lo suficientemente cerca de países fuertes para que los estereotipos cundan y roben protagonismo a la Historia, de la que no escasea esta nación balcánica. En concreto su nombre nos hace pensar, al menos a los francófonos e hispanohablantes, en la hiperfamosa ensalada de frutas. Pero más allá del uso que los extranjeros demos al nombre de este país, los propios macedonios ya llevan décadas en un conflicto más importante con Grecia por su topónimo a raíz de un malentendido histórico: es Alejandro Magno macedonio de la región de Grecia o del país fronterizo por el norte? Los macedonios decidirán la respuesta en un referendum a finales de este mes, aunque con una pregunta bien preparada por el Gobierno proeuropeo para buscar el sí: Cambiamos el nombre para contentar a Grecia y así entrar en la UE y la OTAN? Lo de Grecia no es literal. Ni siquiera está en la pregunta. Pero se sobreentiende.

Más allá de frutas y referendos, esta antigua república yugoslava corre el riesgo de hacer olvidar al viajero otro de sus productos más preciados: el vino. Como en otros países del Este de Europa que apuestan por la vinicultura como mayor industria económica, principalmente Moldavia, Macedonia es aún por la indiscutible calidad de sus vinos y la increíble asequibilidad de sus precios un destino paradisíaco para los amantes del vino y el buen comer. Para disfrutar del vino macedonio hace falta desplazarse a las bodegas de la región principal alrededor de Kavadartsi, en el centro del país. En esta población, que en un caluroso día de finales de julio da la impresión de pueblo fantasma, se encuentra la bodega Tikvesh. Normalmente se necesita reserva, pero tuvimos la suerte de encontrarnos con un vigilante comprensivo que nos guió desde el aparcamiento hasta las profundidades de esta bella fábrica de placeres con olor al mejor producto de la mejor fruta de esa macedonia en la que todos pensamos: la uva.

Una vez dentro, y tras haber bajado escaleras decoradas con mosaicos del dios Baco, recorremos -aún de la mano del simpático y profesional vigilante- un pasillo largo de barriles de vino hasta llegar a la puerta de un restaurante en el que nos esperan tres mesas libres para elegir. Las otras dos están ocupadas por turistas rumanos, alemanes y americanos. Hay un cocinero y un camarero, que se lanza a recomendarnos que no pidamos demasiados entrantes puesto que el menú ya incluye mucha comida. Lo cierto es que no son platos abundantes, pero llegan en total a cuatro. De primero ensalada con caviar, de segundo trucha, de tercero bistec de ternera y de cuarto el mejor brownie en mucho tiempo. Todo un menú de boda acompañado continuamente por una degustación de cinco vinos diferentes, servidos dos veces cada uno. En total, los cuatro platos y las diez copas de vino, más dos botellas de regalo para casa, por el módico precio de 28€ por persona. El lector sentirá la tentación de cuestionar la calidad del vino, pero el paladar no engaña, aun sin haber estudiado enología.

Para los conocimientos de todo lo relacionado al vino macedonio ya está el amable camarero, al que no le importa repetir las mismas informaciones en cada mesa y, por supuesto, atender a las preguntas que surjan. Siempre pidiendo permiso para interrumpir las necesarias conversaciones que van surtiendo entre plato y plato, cuya distancia temporal de 20 minutos ha sido meticulosamente diseñada para permitir a los comensales darle a la sinhueso aprovechando que, en esta bodega, la falta de cobertura del móvil obliga a volver a los tiempos en que comer no era compatible con la contemplación de una pantalla en la palma de la mano.

Falta por saber qué cambiará antes, el nombre el país o su imagen infravalorada en el resto del Mundo.