El 23 de enero de 2023, el diario Expansión publicaba que RTVE había concedido a Cabify un contrato para transportar a sus trabajadores e invitados (contertulios, entrevistados, etc) por un total de 1.002.122 euros para los estudios de Madrid y casi otro millón en los de Barcelona.
En seguida me acordé de mis tiempos en Intereconomía (2008/2009), cuando el departamento de Producción daba cheques para el servicio de taxis de Madrid. Entonces no existían Uber o Cabify, o al menos no eran tan conocidos como hoy.
Lo sorprendente de la noticia de Expansión es que hay hoy en España, país cuya riqueza emana sobre todo del turismo, aun comunidades autónomas donde los VTC no son legales. Un ejemplo es Canarias, con transporte público aceptable en Gran Canaria y Tenerife pero deficiente en Fuerteventura y lamentable en Lanzarote. Una razón de peso para que esta prohibición de la competencia exista no es tanto la oposición del gremio del taxi como la resistencia de la intelligentsia en política y sobre todo en los medios de comunicación.
En primera línea de estos medios de comunicación está, por supuesto, la RTVE sanchista y largocaballerista de la España de 2025. Dense cuenta que los VTC son para el taxi lo que los pisos turísticos para los hoteles.
Por qué RTVE se ha decantado por Cabify no lo sé, pero que no es por eficiencia económica creo que está claro para todos, después del multimillonario fichaje del mermado de Broncano.
Más bien será la comodidad y el buen servicio que suponen los VTC, que la intelligentsia de contertulios y presentadores se encargan de demonizar mientras los utilizan con muchísimo gusto.
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