miércoles, 14 de noviembre de 2007

RUSO HA SIDO ATROPELLADO

¿De qué otra manera podía titular la triste noticia?

Llevamos semanas con camiones de aquí para allá, entrando y saliendo del recinto de mi casa en Sanlúcar con motivo de las obras que se están gestando en la planta baja. Realmente Sanlúcar no acogía camiones desde la pavimentación de la pista de tenis, hace más de 18 años, y esta vez entraban a diario, sorteando -con mucho cuidado para no enfadar al dueño- naranjos por un lado y valla de la cancha de tenis por el otro. Lo que no sabía este supuesto chófer -nuevo en las obras de casa- es que Ruso, como la mayoría de los perros, corría a saludar al visitante en cuanto este entraba en su territorio, de la manera que fuera, poniendo en peligro su integridad física por ser negro y pequeño.

Lo que no sabía Ruso probablemente es que el camionero no sabía de su existencia, y que estando ciego debía de haber tomado más precauciones. Pero a él le dio igual. Corrió de todas formas, siempre lo hizo. En las mañanas de sol, ibas a comprar el periódico y a la vuelta él estaba ahí, apoyado en la cancela, esperando la vuelta de su amo o aprovechando ese solito que no le daba los árboles de la entrada a casa.

Me muero de impotencia al revisar mis planes de traérmelo a Madrid, y mucho más rememorando esos buenísimos momentos con él, unos momentos que tras la llegada de Radio y Cani han ido decayendo hasta perder las ganas en algunas ocasiones de agacharnos para acariciarlo como a los otros.

Son momentos inolvidables:

-Sus primeros días de vida, en la cancha de tenis, jugando con la lata de Pepsi con la que aprendió a jugar al futbol.
-Sus primeros baños en la palangana, que nos hacía debatir sobre si necesitaba pinzas para las orejas y así no entorpecer el lavado del resto de su cuerpo.
-Aquellos fines de semana, que lo llevábamos a Guadalcanal para que nos ayudara en la caza de conejos, sin percatarnos de que se dedicó a explorar el campo por si tocaba la flauta y encontraba alguna pelota, mientras nosotros nos turnábamos la escopeta y no dejabamos de espantar a los animales que por aquellas horas escaseaban.
-Aquellos días de verano en Conil, que pasamos en la playa con él jugando al fútbol, y era el único que aguantaba porque a nosotros nos mataba la arena. Memorable aquél día que se acercó a dos mujeres haciendo Topless y se echó en sus brazos.
-Las temporadas que pasaba en casa y nos levantábamos con envidia sana al verlo en el sofá, encima del cojín, en el sitio de mi madre, durmiendo hasta no se qué hora.
-Los paseos por Sevilla, en los que renunciaba a seguir andando clavando sus dedos en el suelo cuando quería lamer alguna mancha.
-Las persecuciones con Draco, que consistían en dos o tres vueltas a la casa con Draco con el rabo entre las piernas.
-Su toque de atención a Draco, que monopolizaba el pasillo, para poder subir y estar con nosotros.
-Su postura de niño a la que no renunciaba.
-Sus enfermedades, muchas a lo largo de su vida: la inflamación del recto, el quiste en el pecho, los ojos que en sus últimos meses le habían cegado, la mordedura de otro perro más grande, y cuando lo dábamos por muerto un hombre lo trajo a casa con dos grandes cicatrices.
-Cuando se quedaba mirando al suelo en vez de saltar para pedir la comida, como todos los perros.
-Jugando al ratón y al gato en la pista de tenis, en especial aquella vez en la que el sol pegaba y nosotros sin piedad alguna provocamos que cayera al suelo mientras perseguía con la mirada el balon...
-Sus últimos dos años, en los que respondía más al nombre de Rusillo que a Ruso.
-Su mordedura a la americana, que supuso su regreso definitivo a Sanlucar.
-Sus 6 meses de convivencia con Radio y Cani, en los que claramente se vio perjudicado porque no paraba de ser pisado por los grandes, a lo que respondía con ladridos de impotenca apuntando al cielo.
-Durante la sedación y muerte de Draco, en la que inexplicablemente lloraba mirándome al tiempo que yo fijaba la mirada en Draco...

Descansa en paz Rusillo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabia nada tio. Lo siento mucho y sabes que tambien lo siento yo.
Ahora miro la foto que tengo colgada en mi cuarto que salimos ruso tu y yo haciendo una escalera y me da muchisima pena.

Como bien me enseño un buen amigo: no llores por haberlo perdido, alegrate de haberlo tenido.

Virin

Anónimo dijo...

RIP