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miércoles, 26 de septiembre de 2012

MIS PROFESORES FAVORITOS (II): AGUSTÍN MARTÍNEZ DE LAS HERAS

Guardo muchos recuerdos de mis tiempos de estudio en Madrid. Buenos, malos, surrealistas, agradables y sobre todo nostálgicos. Y en este último baúl ocupa casi todo el espacio la vida universitaria, a la que sin duda dieron un giro tremendo mis clases con un madrileño de verdad, Agustín Martínez de las Heras.

Madrileño de verdad porque de entre las miles de cosas con que te sorprendía este profesor de Historia del Periodismo Español, estaba sin duda su amplio conocimiento transversal e intergeneracional de la vida, la literatura, el periodismo, la Historia y hasta la urbanización de la capital; y de las celebridades de la misma.


Un personaje misterioso, tampoco hay duda, que nunca sabías cómo aparecería ni con qué frase daría el punto de partida a la clase; pero sobre todo una persona educada, con lo que esa espera, esa ansiedad por desvelar cómo arrancaría la clase nunca se empañaba del miedo a que a uno le interpelaran seca, fríamente o simplemente de mala gana. Era ante todo un colega, una figura cuentacuentos que no se sentaba en la rama de un árbol o en la cima de una colina, sino que permanecía de pie, frente a un atril que no usaba ningún otro profesor en la facultad y que él cogía con sus propios brazos cuando aún los estudiantes se desperezaban y relajaban después de la última clase. Pero era un cuentacuentos aun distante.

Aunque solía darle juego a las bromas, de repente las cortaba inesperadamente, sonrisa mediante y mirando a sus papeles, con un ''BUENO'' que atronaba las ventanas de la parte posterior del aula.

Nunca olvidaré frases y actividades made in De las Heras. El primer aserto, poco después de revelarse como un espíritu que nos dejó a todos helados, entrando por primera vez en el aula: ''Buenos días... ¿No responden? No soy un ogro, eh?'' Obviamente conocía su fama de duro. Poco después nos hizo escribir en un papel qué era para nosotros el periodismo, y qué querríamos hacer en el futuro. Tras leerse bastantes hojas de corrillo, nos dijo a todos que éramos unos cursis. Y con razón, para lo que un servidor también había oído.

Tampoco se me va de la memoria la excursión que hicimos a la Biblioteca Nacional, en noviembre de 2009. Era la primera excursión que hacía yo en la carrera, y estoy hablando de cuando cursaba Cuarto. Pretendía que todos nos hiciéramos socios para que, a la hora de investigar para un trabajo largo y laborioso (y esa hora era todas las semanas), tuviéramos una fuente más que fidedigna. De las Heras se definía como un ratón de biblioteca, que no se azoraba para dejarnos perlas del tipo ''yo leo cualquier papel que me encuentre... por la calle me agacho, le quito así un poco la mierda (sic) y me lo leo. No como ustedes hoy en día, que son más de viva la pepa, de oooiiighhh, aiighhhh''. Esta era la onomatopeya preferida del profesor de Historia para referirse a la juerga de la generación a la que aleccionaba.

Políticamente hablando, yo ya me caí del guindo. Algún fallo debía tener alguien tan ilustrado. Y no era su ideología, que al final siempre hay que respetar, sino su muchas veces indisimulado partidismo, o antipartidismo, concretamente anti PP. A medida que avanzaba el curso, allá por la primavera casi verano de 2010, tras los famosos sucesos de mayo, empezó a llamar a Zapatero ''cadáver político'' y lo repitió dos veces más, y no sé si lo hacía para compensar tantos desahogos previos o porque también él ya entonces se había caído del guindo.

Siempre me quedará la duda, sobre todo ahora que llevo casi un año fuera de España y en el país arrecia la rebelión y el caos en la calle, de si De las Heras apoyó el movimiento del 15-M y todo lo que ha venido sucediéndolo. Pocas dudas me quedan de que sí. Para él, lo más indignante de nuestra sociedad era el inmovilismo de los jóvenes ante la injusticia o el mal gobierno, la incredulidad de que, con todos los privilegios con que contamos ahora, no nos diera por valorarlos o aplicarlos correctamente.

Le deseo muchos éxitos y muchos años más en la docencia, y, si la oportunidad se me pone por delante, me encantaría volver a una de sus clases como libre oyente.



jueves, 7 de abril de 2011

PUERTO HURRACO EN BRASIL

De nuevo, una de esas masacres que ocurren dos o tres veces al año en alguna parte del mundo, generalmente en América, pero a veces, por imitación, en la vieja Europa o la exótica Asia. Ha sido en Brasil. Un niño que, por exigencias del guión, tras matar se ha suicidado, después de haber dejado una carta suicida con paradójicas referencias y loas a Dios. Este tipo de matanzas se asemeja a los tsunamis en tres cuestiones: arrasan, son impredecibles e inevitables. Me interesa este último calificativo, porque refuerza el dicho de que no somos nadie. Cualquiera puede entrar hoy en día en nuestra clase de portugués, a esa a la que no tenemos ganas de ir por la tarde, porque se está muy a gusto en casa, y mandarnos al otro barrio. La página web del Ministerio de Exteriores de España avisa, en el apartado ''Información de países'', de que ''ningún país está actualmente a salvo de atentados terroristas''. No sé si a esto se le podría calificar de atentado terrorista, pero yo, para mayor seguridad, o al menos humildad, añadiría ''ningún colegio''.

miércoles, 2 de marzo de 2011

ESPAÑOL

Amando de Miguel cuenta en sus memorias que una vez sus padres, ya un poco viejos, fueron a visitar a su hija -hermana del escritor- a Australia, donde se estaba formando. Los primogénitos, como todos los de su generación en España, sólo conocían la lengua vernácula, y cuando hicieron escala en Kuala Lumpur, una vez en el aeropuerto, a la hora de buscar la puerta de embarque que les conduciría a Oceanía, se habían perdido. El padre comenzó a gritar desesperado: ''¿Alguien habla español?'' Y, según De Miguel, en pocos minutos había alrededor varias personas que hablaban español dispuestas a ayudarlos.

Nada menos que en Kuala Lumpur. Hoy me doy un rodeo en Facebook y observo que, con esa nueva herramienta en la que uno selecciona las lenguas que habla, casi todo el mundo tiene, además del omnipresente inglés, la lengua española en su bagaje. Pero es que en la ciudad en la que vivo, Bamberg, el español es claramente mucho más popular que el inglés. Casi todos hablan inglés, sí, pero yo diría que uno de cada dos estudiantes saben un español decente.

Esto me resulta sorprendente, pero mucho más atractiva se me presenta la interpretación de este hecho. ¿Está ganando importancia el español? ¿Tiene influencia la oleada de canciones latinas que entran en Europa? ¿El Mundial de España en Sudáfrica? Incluso... ¿El hecho de que los españoles sean nefastos en idiomas y por eso, a falta de que nosotros nos lancemos a aprender otros idiomas, sea el resto de la población mundial la que emerja en nuestro rescate?

lunes, 17 de enero de 2011

ENCOURAGING

Hay una palabra en inglés, encouraging, que lamentablemente no existe en español. Se puede decir ''motivador'', ''animador'', ''adulador''... pero ninguna palabra suena tan bien como ''encouraging''.

Cada día aprecio más la labor pedagoga de Cristóbal, mi profesor de Matemáticas en Bachillerato, allá por los años 2003/2004. Creo que fue el mejor orientador universitario, pese a que tuvimos a una miembro del colegio destinada ex profeso a prepararnos para la entrada en la Universidad y, con ella, en un nuevo ciclo de nuestra vida.

Entre inecuaciones, matrices y circunferencias, Cristóbal pegaba bufidos los viernes y nos hacía ver -al menos a mí, siempre despierto- que en la vida no todo era diversión, y que el respeto también contaba. El alboroto ciertamente le agotaba. Nos quería enseñar que teníamos que hacer un esfuerzo, porque vivíamos en un país con futuro, no en Tanzania -siempre el mismo ejemplo-, y que nuestros padres estaban pagando una educación.

Una mañana de 2004 recibí la nota de un parcial. Era un 4. Me puse triste, pero el colmo llegó en su despacho. Él trataba de explicarme que no estaba tan mal, que eran pequeños fallos que, como siempre en matemáticas, arrastran resultados erróneos. No sé cómo ocurrió exactamente, pero me puse a llorar, clamando que mi padre se estaba gastando un dinero en la academia, y que había servido de poco. De repente se le iluminó la mirada, sus gafas parecieron agrandarse, y con alegría contenida me dio un nudge en el hombro y me dijo que no era común que un alumno pensara en los esfuerzos de sus seres queridos, que ése ya era un buen paso. Semanas más tarde saqué un 8.

lunes, 10 de enero de 2011

YO ECHÉ UNA MONEDA A UN VENDEDOR DE HUMO

¿Qué nos inculcan nuestros padres, desde pequeños, para no dar dinero a los que lo piden por la calle? ''Que eso es para droga, niño''. He seguido esa directriz a rajatabla hasta recién cumplidos los 23 años, cuando, en una noche fría bamberguiana, el grupo de francófilos con el que me encontraba se vio sorprendido por un hombre rellenito y trajeado, con un gabán negro y bufanda colorida. Parecía un director de orquesta. O un doctor loco, a juzgar por la vehemencia con la que movía la cabeza al hablar. Estaba fumando un pitillo y, al vernos hablar en francés, nos pidió fuego en la lengua de Voltaire. Tenía un manejo impresionante de esta lengua, así como del inglés. Para más Inri, la magia era su oficio.

Esa noche di por primera vez en mi vida dos euros a alguien en la calle. Se los merecía. Por su espontaneidad al presentarse ante nosotros pidiendo fuego cuando en realidad lo que quería era desplegar sus trucos de magia; por ponerme una pelota de goma en la mano y que con un toque de barita (en realidad era mi propio boli, que le dejé) me aparecieran de repente dos; por hablar tres lenguas perfectamente; por la educación, en resumen, y su destreza para entretenernos en un pueblo en el que lo máximo a lo que podíamos aspirar era un Glühwein a temperatura bajo cero.

Resulta que este mago es un espíritu que vaga por las calles de Bamberg buscando audiencia.

sábado, 8 de enero de 2011

LA MIRADA DE LOS ARGENTINOS

Retrato con tiza de Néstor kirchner, en la Plaza de Mayo

En pocos países he visto el encanto con que me trataron en Argentina. Desde que pisé el aeropuerto, nadie me atendió crispado o cansado de trabajar, todo lo contrario. La agente de aduanas, tuteándome; el encargado de los taxis del aeropuerto, un guaperas con ojos de tiburón que los clavaba con desafío de seducción; el taxista, un charlatán que empezó a serlo sólo cuando vio que le dábamos conversación; y los conserjes del hostal, dos jóvenes que te hacían sentir como en casa, solo que a 12 horas de vuelo de tu país. A todos ellos les unía una forma de devolver las gracias: ''No, ¡por nada!'', como queriendo decir, ''sorprendido me dejas, ¡si no las merezco!''.

El trato de los argentinos con uno es espléndido, porque espléndida es la mirada que nunca bajan. Ni el estrabismo de Néstor kirchner parecía distanciar sus ojos de su interlocutor.

Por eso, mi estancia en Buenos Aires fue una mezcla de varias impresiones. Me recordaba mucho a España por su decadencia, por la suciedad de las calles, las pintadas, las quejas de la gente aderezadas con la inmovilidad, por la picardía de sus gentes, por las cabinas de Telefónica subidas a la acera. Por la noche, Buenos Aires era prima hermana de Madrid, por el recorte de los edificios con las sombras y luces de un crepúsculo de temperatura templada y barrios de movida. Al mismo tiempo me recordaba a cualquier otra capital de Europa, por la educación y amabilidad de la gente, siempre dispuesta a ayudar. Pero sin darme cuenta, estaba en el Cono Sur de América.

viernes, 3 de diciembre de 2010

LA PROPIEDAD

Juan Pablo, David y María están en Facebook, ese gran fenómeno social. Un día, Juan Pablo publica en su tablón: ''Me lo voy a pasar de puta madre en la playa''. David, que está muy jodido porque tiene que quedarse en la ciudad para trabajar todo el verano, contesta a esta entrada: ''Pues esperemos que no te roben el bañador y te quedes en pelotas, como pasó el año anterior''. María no sólo ríe la gracia a David, sino que hace click en ''me gusta''. Juan Pablo se enrojece, y en menos que canta un gallo elimina el comentario de David como medida preventiva ante una temida cadena de humillaciones. Tiene suerte, porque como es una entrada de Juan Pablo, le pertenece, y por ende, también le pertenecen las opiniones subsiguientes. Han entrado en su 'casa' y él tiene capacidad para borrar. Ni David ni María, sin embargo, pueden borrar las entradas que Juan Pablo libremente publica.

Hete aquí la importancia de la propiedad. La propiedad garantiza el derecho de honor. Pero también otras muchas cosas. En una entrevista que hice a Carlos Alberto Montaner en septiembre de 2009 con motivo del reportaje de Intereconomía sobre el 50 aniversario de la revolución cubana, el periodista exiliado me contó que las revueltas estudiantiles de los 60 y 70 en España se fraguaron gracias a que Franco había concedido a la universidad el rango de institución privada. Añadió que es algo que se diferencia de las ''dictaduras de corte marxista'', donde todo está totalitarizado, estatalizado.

La libertad, la propiedad, engrandecen al hombre. Le dan libertad. Lo demás es todo ruido de cadenas.

martes, 16 de noviembre de 2010

PENÚLTIMAS VOLUNTADES

Jardines de la casa-museo de Pablo Neruda, Valparaíso/ Rafael González

La fugacidad de la vida se aprecia en el trato que uno mantiene con sus padres; o mejor dicho, en el trato que los padres mantienen con uno. También se vislumbra así el amor que irradia en ellos. ¿Qué llevo a Juan Ramón Jiménez a preocuparse con existencialismos que florecieron apenas de adolescente? ¿Por qué tan pronto relacionar el mar con la muerte?

En algunas ocasiones, mi padre ha llevado a cabo acciones que han revuelto mi fuero interno: ¿se está despidiendo, tan pronto? Favores que uno hace cuando envejece, supongo, cuando ve que sus hijos están en una flor de la vida que aún no ha dejado de ser capullo.

Lo mismo con mi madre. Hace poco, sin ir más lejos, me confesó qué pensaba hacer con su herencia para cuando desapareciera. Aunque sabes que la ley natural aún no les toca, ciertamente te entran remordimientos. Llegas a sentirte hasta culpable.

domingo, 24 de octubre de 2010

EL TUENTI ES LO MÁS PARECIDO A LAS RELACIONES INTERNACIONALES

Aprovechando el estreno de la película Red Social, me preparo a filosofar sobre la red patria, Tuenti, el término por cierto más buscado de Google España.

Si antes de la llegada de Internet ensayábamos nuestras cualidades latentes de estadistas con el Risk, divertido juego de mesa en el que el objetivo es la conquista del mundo, con la caja tonta 2.0 tenemos esta herramienta, Tuenti, que bien podría pasar también por simulador de diplomacia.

Si yo, RGG, me considero España, por ejemplo, he de saber que mis 200 amigos, en realidad, no lo son tanto. De hecho, en el último año habré hablado largo y tendido con 10 de ellos, como si se tratara de una preferencia política. El resto de los ''amigos agregados'' guardan una relación conmigo, en efecto, como la que pueden tener Italia y Mozambique, Indonesia y Guatemala, Bielorrusia y Burkina Faso.

Si un día me da por bloquear a un buen amigo es porque sólo se pueden tener fricciones con buenos amigos, con aquellos con los que has conservado buenos lazos a lo largo de la Historia. Ejemplo: Colombia y Venezuela. Bloquear hoy día a un contacto en Tuenti es lo más parecido a las amenazas de Chávez de retirar al embajador de Bogotá.

Si no invitas a alguien a un evento, pero sí a otros, aquel alguien puede sentirse ofendido y en cierto modo necesitado de una silla, como le pasó a Zapatero con su asiento de invitado en el G-20.

En fin, el Tuenti como metáfora del Poder mundial.

sábado, 23 de octubre de 2010

CAMINANTE: SE HACE CAMINO AL VOLAR

Hay algo que me pone muy nervioso de los aviones. La gente tiene muchísima prisa por embarcar, por coger un buen sitio, y al llegar al lugar de destino todos quieren salir pitando y dejar su asiento. Entre que un avión apaga sus motores y las rampas de acceso se desplegan pueden transcurrir de cinco a diez minutos, pero a los pasajeros, en Europa, la India o Marruecos, les da igual quedarse de pie durante ese tiempo.

Yo sin embargo disfruto de lo lindo dentro de un avión. Especialmente si el vuelo es transatlántico. Hay varias razones. Empezaré por la causa obvia de que no se viaja en avión todos los días, ni todos los meses. Que cruzar el charco es casi un privilegio.

Este tipo de vuelos lo tiene todo preparado para calmar la paciencia de los viajeros. Películas, dos ligeras pero apetecibles comidas en total y, dependiendo de la compañía, paseo continuo de bandejas con vasos de zumo. Durante una parte sustancial del viaje, además, se cierran por orden del comandante todas las ventanas, para que prime el derecho de la mayoría a un sueño que, con la ayuda de la oscuridad, le libere del aburrimiento y la ansiedad.

A esto se añade el morbo de tener 10 kilómetros abajo todo un océano, que a su vez es kilométricamente profundo, con miles de especies por descubrir. Pero para especies, las que comparten habitáculo durante casi medio día. Empiezas a descubrir el país que vas a visitar cuando te montas en el avión que te lleva a ese destino. Por ejemplo, el año pasado, antes de salir de Madrid a La Habana, con el barullo de tantas familias cubanas, ya casi me sentía en un lugar dictatorial sin seguridad jurídica cuando el aeroplano había procedido al taxi en Barajas.

He hablado de Madrid y de La Habana. Pues bien, aparte de la historia, está la Historia con mayúsculas: si el océano no tiene nubes, cosa rara, uno puede observar las aguas en calma, o turbulentas pero tan lejanas que parezcan en calma. Si tampoco hay petroleros o modernos cargueros que distraigan el vuelo de la imaginación, uno puede colocar, como por arte de magia, las Tres Calaveras, y preguntarse de repente: ¿cómo pudieron llegar? ¿Ocho horas yo aquí metido, con toda la paciencia del mundo, y ellos casi medio año? La Historia sigue: tiene su toque romántico el hecho de despegar de España, una tierra antaño de reyes, exploradores, descubridores y mentores, hogaño con Gobierno socialista, y aterrizar en un país -pongamos Cuba- con estructura directamente socialista, 500 años después de haber sido descubierto al mundo civilizado, como también sus hijos fueron descubiertos con cara de póker ante la llegada de gentes con una cultura avanzada y ninguna sincronización.

domingo, 17 de octubre de 2010

RESPONDER A UN DESCONOCIDO

Me fui de España pensando, entre otras cosas, que dejaría atrás el desdeñoso comportamiento de la gente que, por la calle, sin conocerte, te interpela, se burla o directamente te toca. Sin llegar a los dos últimos casos, que aún no he visto o no he querido ver, ayer un alemán me faltó, en mi opinión, al respeto, al dirigirme la palabra.

Yo llevaba mi bicicleta por la acera y paré en un semáforo que, a las 22:00, estaba cerrado para los peatones. Al otro lado de la calle, un grupo de cuatro jóvenes (como siempre los valientes van en grupo, especialmente si hay féminas en él) hizo un gesto despectivo a ambos lados de la calle, en un aspaviento que en realidad se regocijaba de la ley, y cruzó en dirección a la acera en la que yo estaba. Yo seguí esperando hasta que el muñequito verde se encendiera. Seguía, en definitiva, el ejemplo alemán, el de una sociedad que aún no ha llegado al relativismo absoluto.

Cuando estaba a menos de dos metros de mí, el más gordo de ellos me gritó: ''¿Eres el más rápido de nosotros y te quedas quieto?'', como si dijera subrepticiamente: ''¿Cómo puedes ser tan pringado, si encima tienes una bicicleta?'' El Amo del Universo, como lo llamaría Tom Wolfe, sólo recibió de mí una leve sonrisa condescendiente, pero cosechó las carcajadas de sus acompañantes, lo que me llevó a pensar que no había entendido la totalidad de la frase.

Después de haberle sonreído, pensé si no hubiera sido mejor no mirarle, siquiera dirigirle la mirada. Hacer como si pasara o no entendiera. También pensé en la idoneidad de haberle hablado en español y aprovechar que no me hubiera entendido para decirle de to menos bonito.

No sé, sinceramente, qué es mejor hacer en estos casos con estos invasores.

viernes, 15 de octubre de 2010

DIARIO DE UN RESUCITADO

Querido diario,

Hoy he descubierto el siglo XXI. Todo es muy moderno, pero por otra parte ya no quedan excelsos. La mayoría de la gente es vulgar, y todos, incluso los príncipes, viven en hogares llamados ''pisos'', si bien para algunos privilegiados, bastante grandes. Madrid tiene cientos de pisos de gran altura, y ya no es lo que era. El trato con la gente es algo más incómodo que en el siglo XVIII, porque ahora se lavan a diario y raro es ver a alguien sin su perfume sintético. En resumen, que el olor no es natural y mi presagio es que su personalidad tampoco es natural.

Pero ninguno de estos obstáculos superficiales me preocupa más que una desventaja sustancial: Cuando pregunto a alguien si me conoce a mí, José Manuel de Vicálvaro y Gómez, marqués de Ponomeo, todos alzan la cabeza al cielo, y no precisamente en espera del divino castigo, que es lo que merecería gente tan inculta, sino para hacer como si pensaran, cuando en realidad no tienen ni santa idea. Unos pocos han acertado, pero para sorpresa mía, para ellos Marqués de Ponomeo no es más que una parada más en esa red subterránea, vasta y compleja que erróneamente llaman ''metro''.

En fin, que con estas palabras sólo me queda recordar, tristemente, las sabias palabras de Francisco de Quevedo: ''Terror y angustia más allá de la muerte''

J.M.V.G

miércoles, 6 de octubre de 2010

MATAR A UN GUSANO

Matar a un gusano es como vengarse antes de llegar al ataúd. Es iniciar esta guerra sin cuartel que es la vida. Hacerlo en la cocina es aún más cínico, porque si el animalito no es comido parece que matamos por matar. Pero hoy he querido hacer un experimento, y como he visto que una larva blanca con cabeza amarilla y puntitos negros se acercaba al fuego, no he hecho otra cosa que apartar la olla, coger al pobre inocente y posarlo sobre la cocina. El intruso blanquecino ha empezado a moverse 10 veces más rápido de lo normal, a retorcerse, girarse, y todo eso en silencio, sin decir ni mú. Después de cuatro segundos exactos, el insecto se ha paralizado, estirado y con el vientre (o el lomo, quién sabe si ha muerto bocabajo o boca arriba) quemado.
Todo esto me ha impresionado mucho y de repente se me ha pasado por la cabeza La metamorfosis de Franz Kafka y me he preguntado si no sería el gusano la reencarnación de alguien salvaje... pero no tan salvaje como yo.

martes, 7 de septiembre de 2010

SANTA PAULA

Ya le he apuntado a Candy que copio idea y copio sentimientos. Ella quizá no lea esto, porque el ascetismo y el aislamiento forman ahora parte de su vida.

La conocí tarde, ya en primero de bachillerato, y dos años después, cuando me fui a Canadá, desapareció de mi agenda de contactos asiduos; pero nunca dejó de ser mi amiga. Ahora que nos deja, siento como si me lo hubiera robado todo. Pero en su tiempo ya me lo dio todo, de modo que quién puede combatirle a la vida que todo lo que nace, o sea lo que nos dan, muere, o sea nos lo quitan.

Paula me dio la mejor feria de mi vida, la de 2004. Me dio también la Nochevieja más increíble de mi existencia, la de 2004/2005, la de la licencia especial de Ramón García, ya saben, ''feliz 2005, premio''. Me dio, cómo no, los mejores cambios de clase en el colegio, y me ofreció los más ricos besos que un hombre de mi edad pudiera recibir. Paula me dio los mejores regalos, y las lágrimas más sinceras. Me dio los tirones de brazo más elocuentes, sin necesidad de abrir la boca para dirigirme. Me dio ánimos, me dio ilusión y me ofreció cada día su amistad. Creo que es lo único que no he conseguido perder.
Para todo esto que me dio hizo falta dar el primer paso. Pero el primer paso a los 17 años siempre es un paso fácil, porque no hay preocupaciones, tabúes ni matices: en el amor, todo es blanco o negro, no hace falta pensar porque no hay nada que pensar. Y los amigos actúan como mediadores, algo que desaparece totalmente al entrar en la universidad. La autopista al éxito tiene cuatro carriles.

No sé si ha tomado la decisión correcta, eso el tiempo lo dirá, como siempre. Pero es su decisión, y se ha ganado mi apoyo.

miércoles, 25 de agosto de 2010

ACUMULACIÓN DE DISGUSTOS

La vida, cada día, nos ofrece disgustos y malos tragos, como el trato de una persona arisca, que hemos de aguantar. Y estos malos momentos poco a poco nos van minando a los adultos, que somos presos de nuestra memoria.

La felicidad, por tanto, está en luchar cada día, espada y escudo en ristre, contra estos malos momentos. Podemos ignorarlos, podemos reírlos, podemos obviarlos... pero, ¡ay! la memoria...

domingo, 15 de agosto de 2010

NOSTALGIA, LO PEOR DE LA MENS SANA

La nostalgia puede incluir recuerdos de momentos dolorosos, aun tolerables, de los que hablaba Cioran: aquellos daños cotidianos que, soportables y livianos, nos van minando en mayor medida que los más graves y escasos.

Pero si de algo me he dado cuenta en estos últimos tiempos, es de que la nostalgia sólo existe en la 'mens sana'. No conozco a muchos nostálgicos. Sí a algunos melancólicos. Pero melancólico puede ponerse cualquiera, hoy en día. A decir verdad, no conozco a ningún nostálgico. El otro día, una tía me dijo que estaba ''obsesionado'', y que la obsesión no era buena. Me quedó la duda de si lo que había percibido ella era un abuso de nostalgia o una obsesión a secas.

El caso es que no paro de mirar al pasado. Es la mejor forma de proyectar el futuro, y a veces me ayuda, aunque también es verdad que me atrapa. Y entre medio, el tiempo, que me va arrastrando y amputando los miembros poco a poco. Es penoso que el hombre sea el único animal que tropiece con la misma piedra, pero también da pena no utilizar la inteligencia, que es otra de las cosas que nos separan del resto del mundo animal.

Esta semana he descubierto otro de los motivos por los que, en el extranjero, me siento mejor. Hace un año hablaba del idioma, un factor que sin duda influía porque siempre nos vemos condicionados por una lengua pobre en palabras, con la que podemos justificar nuestras carencias o deslices. Pero lo que he encontrado ahora es otra cosa. Es el conocimiento del estado de las cosas. Pero tampoco he descubierto el mediterráneo: ya dijo algún sabio griego que ''la felicidad está en no saber'', ergo, sólo los tontos pueden ser felices, ergo, no soy el primero en darse cuenta que el desconocimiento da cierta alegría al cuerpo.

En efecto, me quedan muchas cosas por aprender de España, pero de la situación política sé demasiado. También de la social y de la económica. Una de las cosas que más me jodían de Madrid era pasearme por la Gran Vía una noche a las tres de la madrugada, porque aquello parece el Edén en pleno desfase, la arteria de un país con afección cardíaca dado un colesterol de cinco millones de parados.

Entonces, ¿por qué estoy feliz en Alemania? Porque ahora mismo me estoy dedicando, más o menos, a vivir. Así de simple. No conozco la realidad política, acaso que gobierna la derecha con los liberales, pero de las meticulosidades no me sé nada. No sé quién engaña, o quién roba. No hay desorden, en realidad, por lo que no tengo que preocuparme por coger la escoba mientras los demás bailan. He aquí el meollo de la cuestión.

Pero no hay que dormirse, porque si mi sueño es quedarme aquí, entonces estoy obligado a informarme de lo que me rodea, porque si no, formaré parte de la chusma, y lo que es peor, no valdré para ningún trabajo en el futuro en la carrera que me gusta y que hace cuatro años elegí estudiar.

martes, 10 de agosto de 2010

MADRID SE HUNDÍA...

Las diferencias entre España y el resto del continente europeo son tan grandes que a veces, para mí, los Pirineos son como una especie de presa hidráulica que aguanta a duras penas por su cara norte todo un mar de civilización, unos flujos diferentes de agua más oxigenada, riachuelos de felicidad raramente quebrantada.

El piso en el que vivo en Bamberg se me antoja utópico en Madrid. Miento. Debe haberlo, pero detrás de él, una cola paralela a la del INEM. Eso es España, coño. Y ahora, pensando (para variar), me he acordado de los tres últimos meses en la capital de mi país. Desastre total. Pagando lo mismo que pago ahora, tenía una habitación y compartía un cuarto de baño con ocho personas. Casi no tenía intimidad, y en los lúgubres desvelos de los viernes noche, el calor siempre iba de la mano del llanto del niño de la casa, dos elementos que me hundían más en la tristeza, la melancolía y la duda: ¿qué he hecho mal? ¿por dónde debería haber empezado?

Ahora me convenzo, cada día más, de que aunque no soy un corredor muy destacado, la pista de atletismo en España tiene muchos baches, y nadie se ocupa de ellos. Me encanta Alemania.

miércoles, 4 de agosto de 2010

LA DESVALORIZACIÓN DE LA SONRISA

Creo que la sonrisa es como la sal. Que nunca le falte sal a tu vida. Pero tampoco te pases, que luego llegan los infartos. Ayer la patata casi me da un vuelco y no precisamente de alegría, sino de repudio. Una profesora nos daba la bienvenida a los cursos de verano de Bamberg, y no dejó de sonreir en toda la hora que duró su discurso. A priori puede parecer que es algo bueno, que tiene mérito mantener una mueca agradable en el oficio, pero hay que pensarlo otra vez: ¿En serio está bien poner cara de muñeca durante una hora? Ya digo que casi sufro un paro cardíaco de lo nervioso que me ponía verla sonreír (y, lo que es peor, a veces reír) con cada palabra que decía.
Sí, era molesto. Y además, la mujer en cuestión estaba atentando contra el valor de la sonrisa. La cotización de unos labios estirados estaba por los suelos en el parqué madrileño, en Frankfurt y en Tokyo a las 14:00 horas ayer. Precisamente la sonrisa está para mostrarse de manera natural y espontánea, siempre con un motivo concreto (cruce en un camino, intercambio de dinero, indicaciones para ir a un lugar...). No al abuso de sal, no al abuso de la sonrisa.

lunes, 26 de julio de 2010

EL CAMINO CORRECTO

En la vida se toman muchas decisiones. Con las decisiones vamos construyendo nuestra existencia. A veces elegimos bien y lo sabemos; otras elegimos mal y seguimos pensando que hemos hecho bien. En realidad, nunca sabemos muy bien si lo que hacemos es correcto o no, y de ahí la paranoia de hoy en día de preocuparse por el qué dirán. Necesitamos una segunda opinión, como en el médico.

Por eso, a veces, jode tomar decisiones solo. Pero hay que hacerlo. Como Harrison Ford, que en El Fugitivo se saca una bala y se pone los ungüentos sin ayuda alguna. Escoger el camino correcto puede llevar a veces a un verdadero festín cerebral. Uno empieza a sopesar las ventajas y los inconvenientes de cada opción, y gane quien gane, siempre pierden las neuronas.

Ayer tomé una decisión difícil. Fue como cerrar una válvula que llevara abierta temporalmente tres meses. Antes también la había cerrado. En total, tres ajustes con la llave inglesa. ¿La definitiva? Todo dependerá de las malas hierbas, que tienen la ruin costumbre de crecer en el camino que ya hemos hecho al andar.

sábado, 24 de julio de 2010

MARK TWAIN, DE LA LIBERTAD A LA SOLEDAD

La primera noche que pasé en Bamberg fue en un hotel. El desayuno se daba en un comedor con cinco o seis mesas encerradas entre cuatro paredes ocre, en una de las cuales rezaba en alemán esta máxima del escritor Mark Twain: ''Dale a cada día la oportunidad de convertirse en el mejor de tu vida''.
De todos los aforismos que he leído hasta ahora, nunca uno me había gustado tanto. Y sin embargo, nunca lo había visto hasta esa mañana en el comedor del hotel. Ninguna página web recopiladora de pensamientos, proverbios o consejos me la había enseñado antes. Hasta ahora, había permanecido oculta, como ocultos acaban siempre los grandes triunfadores y portadores de la razón.

La libertad, según he aprendido hace poco, consiste en nadar a contracorriente. Tanto Aldous Huxley en su Un mundo feliz como Tom Wolfe en su Soy Charlotte Simmons lo dejan claro en su mensaje. Pero nadar excesivamente a contracorriente acaba alejándote de las ideas y gustos mayoritarios, lo cual, a medio-largo plazo, acaba siendo dañino. De la libertad pasas rápidamente a la soledad. Aún así, creo que es posible enderezar el rumbo y ser especial sin necesidad de ser raro. Tener tu puntito de originalidad sin que la sociedad en masa te aisle y margine. Lo creo, de verdad.