miércoles, 16 de diciembre de 2020

LA CUEVA ESPAÑOLA DE PLATÓN, EUROPA Y NUEVA ZELANDA


 Hace dos años, poco después de la llegada al poder de Pedro Sánchez con su moción de censura, hablaba con un amigo mío de izquierdas sobre el pacto del PSOE con Bildu y lo mucho que me indignaba que se blanqueara a este partido para el futuro, como ha quedado claro este año 2020, en el que con los simpatizantes de ETA se ha pactado tanto la derogación de la reforma laboral como la Ley de Presupuestos.

Mi amigo me preguntó: ''Qué hacemos con Bildu entonces? qué hacemos?'' Me preguntaba esto para intentar convencerme de que no era idea tan mala pactar con los proetarras vascos, porque al fin y al cabo era un partido legal, y me daba a entender que no había otra opción que no fuera la renuncia del  PSOE a gobernar por no encontrar votos en otros partidos del arco parlamentario, por aquel entonces cuando el PSOE del perdedor Sánchez contaba aún con 85 diputados.

Lo cierto es que entonces no se me ocurrió responderle nada inteligente, porque confieso que no estaba preparado para contestar a esa pregunta un tanto retórica. Hoy sí sé lo que respondería a una pregunta así, sobre todo ahora que todo el mundo sabe que los partidos de izquierda ven la unión con Bildu como parte natural del paisaje mientras al mismo tiempo justifican el cordón sanitario a un partido constitucionalista como Vox. 

Hace muy poco, un conocido sevillano con quien tengo una relación comercial, un hombre encantador y también de izquierdas, me decía super indignado que la culpa de la situación actual de España era de Albert Rivera, por no haber pactado con Pedro Sánchez en el verano de 2019. Ante esto tampoco le contesté nada a esta persona, aunque esta vez sí tenía una respuesta perfecta, solo que no me interesaba que la discusión se alargara y se calentara demasiado: por un lado, me quedé con las ganas de decirle a mi gestor que Albert Rivera no hizo otra cosa que mantener su palabra ante sus 4 millones de votantes de entonces de no pactar con Sánchez, acto heroico ya que el tema principal de nuestras discusiones políticas se suele condensar en una crítica feroz a la falta de palabra de nuestros políticos, algo que de ninguna manera se podía achacar a Rivera; pero además, cualquier reproche a una falta de apoyo a Sánchez en 2019 quedaba inmediatamente deslegitimado en el instante en que uno se parase a pensar en el bloqueo brutal que el susodicho jefe del PSOE mantuvo al entonces gobierno de Rajoy -y, ya que estamos, a toda España- desde 2015 hasta 2016.

El CASO EUROPEO

Si los españoles no analizáramos la política española desde el rincón oscuro de nuestra cueva de Platón, es decir, contemplando solo las opciones que los titiriteros mediáticos nos ofrecen sin observar lo que ocurre fuera de nuestras fronteras, podríamos darnos cuenta de la pacífica y a veces productiva forma de organización política que tienen otros países europeos. Sólo hay que ver el ejemplo de sistemas parlamentarios como el de Alemania, Austria y los países escandinavos, naciones en las que las grandes coaliciones entre izquierda y derecha son la forma más típica de gobierno, por supuesto siempre gracias a la ilegalización de partidos separatistas o, en el caso de Alemania, a una ilegalización por la puerta de atrás, gracias a la barrera del 5% de votos para entrar en el Parlamento.

Sánchez tuvo una oportunidad de oro de normalizar la gran coalición como opción de gobierno en España en 2015, porque tenían la opción de traer cuatro años de estabilidad al país cuando aún Vox no estaba en el parlamento, y con Ciudadanos al frente como partido de oposición perfectamente europeísta y centrista. Pero Sánchez quería ser presidente a toda costa, como explica Carmen Torres en su libro 'Instinto de Poder'.

EL CASO DE NUEVA ZELANDA

En septiembre de este año, la primera ministra laborista (izquierda) de Nueva Zelanda, Jacinda Adern, era preguntada en un programa de televisión por su líder internacional favorito. Sorprendentemente -para mí sobre todo, que he vivido varios meses en Nueva Zelanda y las noticias sobre España allí son más raras que un kiwi con alas- Adern dijo que Peter Sánchez. El no haber sabido decir 'Pedro' correctamente probablemente explica muy bien la superficialidad de su respuesta.

Pero... quién es Jacinda Adern y con quién ha gobernado el país desde su llegada al poder en 2017?

Adern no ganó las elecciones en 2017 -en algo está unida a Peter Sánchez-, pues el partido ganador fue el de los conservadores que habían gobernado el país los últimos años. Pero como Nueva Zelanda, al igual que España, cuenta con un sistema parlamentario, Jacinda Adern -que pertenece al club de los políticos de la perenne sonrisa, al estilo de Justin Trudeau en Canadá- formó gobierno con el New Zealand First y el apoyo de los Verdes.

El New Zealand First (Nueva Zelanda primero) se hizo con la vicepresidencia del gobierno, que ostentó durante 3 años el histórico líder Winston Peters. Y qué ideología tiene este partido? Creo que el nombre del partido lo dice todo, pero si les quedan dudas, vayan a Wikipedia. La amiga de Peter Sánchez gobernó tres años con lo más parecido a un Vox de Oceanía: un partido con programa para limitar la inmigración, código penal más estricto, condenas más largas, poner los intereses de los neozelandeses primero y luchar contra la élite globalista. Y no era la primera vez que gobernaban con los laboristas. Ya lo hicieron años antes con el gobierno de Helen Clark.

Cualquier parecido con España es pura coincidencia. New Zealand is different, sin separatistas blanqueados como en la España de Peter Sánchez. Eso sí, la coalición favorita en las antípodas es clavada a un PSOE-Vox.


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