lunes, 19 de abril de 2021

LAS SUBNOTICIAS

 

Vaya, pues va a ser que el Gobierno de España, o sea, de Pedro Sánchez, va a privatizar las autopistas. Y no estamos hablando de cualquier autopista, o de reintroducir uno de los dos peajes de Sevilla a Cádiz que recuerdo que pasábamos durante mi niñez, y que tanto le costó quitar a la Junta socialista. La noticia ha sido un bombazo, en mi opinión, aunque no haya tenido la repercusión que sin duda habría tenido en un país como Alemania, donde también este debate -el de peajes para extranjeros o para todos los alemanes- ocupó portadas y columnas de opinión varios años, en concreto desde 2013 hasta 2018. Pero claro, en España existe una especie de suprapolítica, que en este caso son las elecciones de Madrid; y hablamos de los políticos todo el rato, sin hablar verdaderamente de política.

Lo que es noticia en Alemania, en otros países es subnoticia. Si esta subnoticia de los peajes fuese a estar en todos los debates, emisoras, periódicos y debates de las redes sociales hasta el 4 de mayo, Gabilondo no sacaría ni 20 diputados. De todas formas, este problema no es único de España. Ocurre también en naciones como Estados Unidos. Un ejemplo: en el artículo ''El poder del ejército, contestado en Birmania'', de Le Monde el 21 de julio de 2019, justo en el primer párrafo se anunciaban las sanciones que Estados Unidos había impuesto al comandante en jefe, el general Min Aung Hhlaing, además de otros tres responsables gubernamentales, por sus acciones contra la minoría musulmana de los Rohingya en 2017.

Esta subnoticia no trascendió aquel día de verano en el que los periodistas de todo el hemisferio norte ya estaban de playa y piscina. Cómo es posible que aquel majadero autócrata, Donald Trump, impusiera sanciones a los fachas de la dictadura militar de Birmania, si Trump era el que imponía sanciones ''no sólo'' a los jefes de las dictaduras progresistas como la venezolana, sino a ''toda su población''? Esto es lo que se habrían preguntado los despistados que aquel día compraron el periódico.

Hay algo peor que las fake news, y es definitivamente la existencia de las subnoticias, o sub news. Estas hacen mucho más daño, porque ni siquiera consiguen la oportunidad de que el público las contraste. No les conviene aparecer más allá de un tórrido día de verano. 

miércoles, 14 de abril de 2021

Ayuso tiene visión política y capacidad de narrarla

 


 Para aprender italiano, cojo un número de la revista L'Espresso del verano de 2019 en la que un tal Maurizio Cattola manda una carta al director respondiendo a un artículo de Mario Ricciardi (Non sara il teatro a sconfingere la farsa). En este artículo, Ricciardi pedía a la izquierda italiana que no respondiera a la teatralidad de la derecha con teatralidad, sino que se centrara en propuestas y 'reformismo radical'.

A esto, con gran razón en mi opinión, Cattola contestaba que Ricciardi se equivocaba, y echaba mano del marketing para explicar que es un gran error oponer propuesta y narración, ya que estas dos se complementan y, es más, se necesitan. Para esclarecer esta opinión, Cattola daba el ejemplo de la venta de cualquier producto, en la que la calidad de tal producto es tan importante como 'el sucesivo marketing'. Es decir, a la teatralidad de Salvini había que responder con esas propuestas de las que hablaba Ricciardi, pero no necesariamente sin un poco de teatralidad, o, como diríamos en España, de postureo.

Cattola dio en el clavo con esta carta. Pero, además, confirmó una vez más mi teoría de que no en todos los países del mundo la izquierda o derecha tienen el mismo rol. En Italia, desde hace casi 30 años, el postureo y el circo político se reparten bastante bien entre todas las ideologías y partidos, pero muy especial y demostradamente entre la Forza Italia de Berlusconi y la derechista Liga de Matteo Salvini.

No es así en España, donde el show, política y mediáticamente hablando, está escorado a la izquierda (irónicamente la Telecinco de Mediaset-Berlusconi es una plataforma más de la izquierda de Jorge Javier Vazquez y demás autodeclarados bolcheviques). Comparto pues el diagnóstico de Cattola, dejando bien claro, como digo, que en cada país los buenos comunicadores no siempre abundan en una determinada ideología.

En este sentido, Isabel Díaz Ayuso es la mejor baza que tiene hoy la derecha. Sólo hay que ver la alegría y alborozo que causó al visitar Barcelona antes de las autonómicas catalanas; y de nuevo oímos su nombre ayer en boca de manifestantes que gritaban en Cantabria 'menos Revilla y más Ayuso'. El electorado de la derecha en España está desde hace años sediento de un buen comunicador, un líder que no esconda la cabeza bajo la arena, cual avestruz, sino que dé la batalla en las redes sociales y en los medios audiovisuales. Y esto lo saben hacer tanto Ayuso como el gran Toni Cantó. El hecho de que Ayuso haya intentado fichar -salga bien o no su entrada en la lista, el efecto de marketing está hecho- a Cantó, ya demuestra que la presidenta de Madrid no es sólo buena en marketing, no sólo en gestión de lo público, no sólo en el control de los tiempos, también en los golpes tácticos para crecer y hacerse querer.

Desde los 80, la derecha no ha tenido todavía un líder nacional con una carrera truncada antes de llegar a la presidencia del gobierno. El último fue Hernández Mancha. Mi apuesta es que el próximo será Pablo Casado. Qué vergüenza ajena el pasado fin de semana, cuando Casado, con voz quebrada y a 10 pasos delante de Ayuso, decía que las elecciones de Madrid eran un paso más para que él llegara a presidente. De repente, me dio por pensar que era el ambicioso Sánchez de la derecha. Qué peligro de gobernantes así, ansiosos por trepar cueste lo que cueste, sin contar con ningún otro tipo de activo en política.

Esperemos que Ayuso, con esta dominación sublime del duo acción-comunicación, conquiste ese liderazgo nacional del PP, quizá para las elecciones de 2023.

jueves, 1 de abril de 2021

Andalucía podría ser el nuevo Espírito Santo

 Hace unos días, conocíamos la noticia de que Andalucía había logrado un superávit en 2020 de 3.200 millones de euros. La noticia fue enormemente sorprendente por dos motivos. El primero, porque este superávit habría sido imposible en las últimas décadas: los andaluces estábamos acostumbrados a ver números rojos. El segundo motivo es que este superávit se daba con una pandemia que ha reducido el turismo exterior -primera gran fuente de ingresos en Andalucía- a casi cero.

Tengo que admitirles que nunca me ha gustado elogiar a ningún partido político. Como la inmensa mayoría de la gente, suelo votar al que creo que menos mal va a hacerlo, no al que va a hacerlo mejor. Pero creo que, con tan solo comparar el gobierno actual de PP y Cs con los anteriores gobiernos, siento unas ganas tremendas de celebrar que el PP esté gobernando con apoyo de Cs y Vox en Andalucía. Es lo peor que les podría estar pasando hoy a los andaluces.

UN ESTADO EN BRASIL DEL QUE SE HABLA POCO

La noticia del superávit me recordó en seguida una noticia de The Economist del verano de 2019 en la que se explicaba la buena evolución económica de Espirito Santo, un estado brasileño que siempre se había encontrado entre los más pobres del país.

Cuenta el artículo (titulado 'Spirited effort', acorde a los habituales juegos de palabras de la revista británica) que gracias al gobernador Paulo Hartung, que fue el presidente estatal de 2003 a 2010 y otra vez entre 2015 y 2018, logró impulsarse una estricta reducción del gasto burocrático que permitió luego a la región invertir por habitante mucho más de lo que otros estados (se compara con Río de Janeiro) invierten.

La reducción fiscal en este estado fue de un 14%, y esto dentro de un país, Brasil, en el que el gasto público en pensiones y empleados públicos supone el 80% del total del gasto nacional, comparado con un usual 50-60% de otros países. Bajo el lema 'el gasto público va en ascensor, mientras que los ingresos van por las escaleras', el carismático Hartung recortó también en el parlamento y en la judicatura, y se mantuvo firme pese a huelgas salvajes de, entre otros, la misma policía estatal. 

Podría decirse que Hartung allanó el camino a otros políticos como el mismo Bolsonaro, cuyo ministro de Hacienda, Mansueto Almeida, prometió flexibilizar la deuda de los estados siempre que se cumpliera con una ley de estabilidad presupuestaria de gasto en personal del año 2000, incumplida hasta entonces (saludos a Pedro Solbes).

Hartung no centró su política reformista en los recortes, sino que también sustituyó la red de profesores funcionarios para contar con un total de 60% de profesores con contratos temporales (comparado con la hiperendeudada Río de Janeiro, que sólo tiene un 3% de profesores con contrato temporal). Hay que destacar que, a pesar de este cambio en el sistema educativo, el rendimiento de los alumnos en este estado subió de tal forma que Espirito Santo pasó del puesto noveno al primero a nivel nacional. Algunos profesores lo achacaron a que los peores alumnos abandonaban la escuela y eso subía la media, pero lo cierto es que, como un director de colegio explicaba a The Economist, cuando los profesores tienen un contrato definido, tienden a esforzarse más ante el riesgo de ser despedidos.

Espirito Santo puede ser un modelo más -como Chile, como Madrid, como la Colombia del siglo XXI- de referencia para el mundo iberoamericano, y esperemos que Andalucía haya cogido ese rumbo para muchos años más.