domingo, 28 de diciembre de 2008

MADRUGADA EN EL HOSPITAL

Fue una noche de reflexión, como todas las que he pasado hasta ahora en lugares parecidos, como fronteras, aeropuertos, comisarías, colegios y facultades. La clave era la sala de espera, y allí, en la del hospital Virgen del Rocío, volví a sumergirme anoche mientras atendían a nuestro amigo Morro, víctima de una corazonada en el argot positivista, presa de un infarto inminente en su visión hipocondríaca.

Todo ocurrió después de salir del Burger King; sobran más comentarios.La nota 'graciosa' del día, que se tocó, pese a que Morro rogaba en el coche que no se hicieran bromas porque le dolía el pecho, fue obra de José Alberto, que al abandonar el coche y dirigirnos a la puerta de Urgencias respondió a la pregunta de uno de nosotros, sobre si merecía la pena ir a Urgencias o al pabellón normal. ''Tenemos que ir a Urgencias quillos, y decir: perdone, es que no sé atarme los cordones''. Fue tan brutal la carcajada que algunos dimos gracias de que fueran las 2 de la mañana para que ningún coche nos atropellase en nuestro regocijo inconsciente.




De la reflexión en la sala de espera, donde se nos ofreció a parientes tristes y desalentados, vagabundos y amigos de Morro una película penosa en Canal Sur, saqué sobre todo que la realidad es mucho más alegre y relajada cuando hay despreocupación y cuando se es joven; porque allí había sobre todo mayores y jubilados. Cada 5 minutos llegaba una ambulancia (eran 3 en realidad, que no paraban en toda la noche) y con parsimonia descargaban a un anciano en camilla. El silencio también me sorprendió: las películas americanas no siempre representan la realidad tal como es.

Entonces, este negativismo realista en el que vivo, ahogados los momentos más extremos de reflexión desde hace tiempo -no sin gran esfuerzo- porque las noches me machacaban la mente pensando en la muerte, se hizo ayer, como en las fronteras, aerpuertos, comisarías, colegios y facultades, mucho más fuerte...

Señores, quedan 3 días para Nochevieja, pero la vida se esfuma. No sé ustedes pero a mí la entrada del presente año me pareció que fue ayer, a la hora de la merienda.

2 comentarios:

Silvia dijo...

:O Te noto deprimidillo, no es así? Anda alegrate, que como tu dices, la vida dura poco y hay que aprovecharla ;)
Bss

Mercedes Pajarón dijo...

Además de la preocupación que uno lleva cuando está en un hospital, hay una extraña sensación de verlo todo como si aquella realidad no nos perteneciera, como si fuéramos actores y tuviéramos que interpretar un papel que no conocemos...¿no te pasa a ti?

Dime que la cosa acabó sólo en un susto, y me iré a mi charca la mar de contenta!