viernes, 24 de febrero de 2023

Noble ignorancia

 Debía correr el año 2007 o 2008, iba yo en uno de esos largos viajes en coche con mi padre de Sevilla a Madrid. Atravesando la Mancha, no sé por qué salió de su boca el concepto de 'títulos nobiliarios', y yo no tenía ni pajolera idea de qué estaba hablando. Por qué debería? recién salido del colegio y con el traslado de la Universidad de Sevilla a la Complutense aún calentito, yo era un ignorante de 20 años. Así que mi padre se encabronó con mucha razón. ''Rafa, tienes que saber lo que es un título nobiliario. Cuando seas mayor y estés en una conferencia o una fiesta de trabajo... en definitiva, cuando tengas que demostrar lo que vales en sociedad, debes saber lo que eso significa!''. Reconozco que aquel día me hizo bastante más maduro que todo el año de carrera que me esperaba en la capital.

Espero no pecar de falta de modestia si afirmo que hoy soy otra persona. No porque sea especialmente culto: en tecnología, coches, química o botánica sigo siendo igual de ignorante que entonces, aunque tenga el propósito de remediarlo a corto o medio plazo. Pero sí he ganado una muy considerable cultura general en los últimos quince años, sobre todo en los campos de geografía, Historia, política e idiomas. Algo menos la literatura. Es decir, todo aquello que conocemos como cultura general, que era a lo que se refería mi querido padre.

Y sin embargo, yo no tengo la sensación, allá donde voy, de que la cultura general sea hoy en día algo importante. En mis clases de español con trabajadores de empresas importantes alemanas, no es nada infrecuente encontrarme con clientes que no saben 'qué país está al oeste de España' o qué lengua se habla en Argentina. Estoy hablando de clientes que ganan entre 5.000 y 7.000 euros brutos al mes. Probablemente hagan su trabajo muy bien y sepan mucho del sector en el que trabajan, pero de cultura general nada. Hace cuatro años, el directivo de un departamento de compras de una empresa global que tenía que cobrar entre 200.000 y 400.000 euros anuales no sabía lo que era la 'gentrificación'. Lo peor es que esta relativa ignorancia no es castigada, como seguramente mi padre pensaba entonces. En el mundo tecnicista de hoy, los jefes de estas personas no saben mucho más de la vida, solo de aquello que trae dinero a sus organizaciones.

Pero es que ni siquiera en los círculos supuestamente 'cultos', como pueda ser una conferencia científica, uno encuentra esa cultura general. Entre los años 2013 y 2015 tuve la oportunidad de moverme por ese mundillo, y puedo certificar que son ambientes en los que los denominados 'científicos' ciñen su labor a un campo específico del que, si salen, pasan a la cultura general de un alumno o alumna de secundaria.

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