viernes, 30 de noviembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE LOS PITUFOS


Sin anunciarlo previamente, aquí os dejo la versión verídica de la serie de dibujitos belga que durante los 80 encantó a millones de niños en toda Europa y en los 90 nos siguió encantando a algunos, no tan niños ya. Es una versión un poco difícil de tragar, mayormente porque algunos de sus protagonistas no estarán de acuerdo. Ellos siempre creerán en su verdad, en la verdad de siempre, en la verdad que les ampara ante los tiempos que cambian y ante los nuevos amigos.
He de decir que la versión incorpora personajes como Benji Praits o Peter Pan, y Papá Pitufo tiene el nombre real de Falete, ya que el doblador del mismo era el famoso cantante. (todos los derechos están comprados, señores), motivo más para que algunos pasen página e ignoren lo que es la pura verdad. Otro de los elementos que cambia en la famosa serie de Pierre Culliford es el hecho de que el malvado Gargamel, pese a haber sido así toda su vida, una vez fue amigo de los pitufos, siendo él quien los fue perdiendo poco a poco, y no ellos los que fueron perdiéndolo a él. Los que menos duraron cayeron en la trampa demasiado rápido. No se andaban con tonterías y preferían aceptar sus enfados que seguir creyendo en alguien que se las daba de alquimista (recordemos que el objetivo de Gargamel era la obtención de oro a partir de los pitufos). Los que más duraron, como falete, tardaron tiempo en darse cuenta de las intenciones de Gargamel y sus felinas influencias, como así se lo comentaron antiguos pitufos amigos del mago (Sassete, Tobi, Bromista, Palomo...) al pedir Falete consejo de sabios. Azrael, su gato inseparable, existía desde hacía 4 años, e influyó innegablemente a la pérdida de los amigos diminutos y azulones de Gargamel. Le daba consuelo, aliento, cariño. Se justificaban el uno al otro. Si uno tenía una opinión en público, el otro tenía que apoyarle. Nunca se refutaban el uno al otro en presencia de otros amigos. Por eso, misteriosamente las 'tracas' las tenían siempre en privado. Eran como una pareja Real, como la Infanta Elena. ¿Quién iba a decirnos que terminarían así?





Gargamel los fue perdiendo de manera estúpida. Goloso, por ejemplo, pitufo con el que tuvo extraordinarias relaciones durante la infancia, fue víctima de Gargamel cuando éste le pidió que bajara a por la pelota del trickibol. Como Goloso se negó, desapareció de su lista de amigos. Pasó lo mismo con Gafitas, que tras cambiarse de cuarto en una convivencia, no obtuvo perdón ni piedad por parte de Gargamel. Sasette se pasó un par de veces en el verano por la guarida de Gargamel con el único objetivo de mantener su amistad, de regar las plantas, como se suele decir, pero Gargamel la esquivó en sendas ocasiones con la escusa de la pesca (habría que especificar qué tipo de pesca, pues con esa red atada a un palo no son coquinas las que se piensa recoger, sino... ¡pitufos!) Es importante observar que la pérdida de otro amigo, Soñador, se produjo con el consenso entre Falete y Gargamel, pues daba mucha inestabilidad al equipo que habían formado.

Según Gargamel, también Bromista y Palomo daban inestabilidad al equipo, cosa que Falete aceptó puesto que, aunque fueran amigos suyos, unos amigos con los que salía los viernes (algo que enfurecía tremendamente a Gargamel) y se lo pasaba bien, reconocío que para el equipo que habían formado conjuntamente Gargamel, su hermano y Falete no cuajaban. Simplemente no cuajaban. Así se hizo. Se les echó y comenzaron una pretemporada con un equipo totalmente reformado por Gargamel, compuesto básicamente por sus nuevos amigos (claro, con estos sí podía salir el malvado Gargamel. Eso sí, cuidado de Falete porque si le pillaba en la playa con Bromista y Palomo entonces cambiaba de tono radicalmente, y sacaba el mismo tema: Falete, traeme sus camisetas. STOP. adios. En cierto modo, era verdad. Llevaban ya meses con sus camisetas sin devolver, pero no era deber de Falete pedírselas, porque ese año no era capitán. Gargamel argumentaba que 'eran sus amigos', y no le faltaba razón. Lo malo es que utilizaba el mismo argumento cada vez que averiguaba que Falete estaba con ellos o simplemente había estado con ellos la noche anterior. Era una especie de medida de presión, que Falete escarmentara, que Falete se diera cuenta que no podía olvidarse de esa manera del que fue su amigo todo este tiempo. Pero... ¿qué es un amigo, brujo malvado? ¿aquél con el que puedes contar cuando Azrael está en Paris, Santander, Torre del Mar o en su casa, cuidando de sus hermanas? ¿o aquél con el que puedes decir: sí, a las 12 salgo con Bromista y Palomo, pero podemos ir al Gambrinus a las 10? En realidad esto último pasó solo una vez, porque se cogió tal decepción Gargamel que Falete tuvo que recurrir al 'nunca mais' de compartir noches con los amigos. 'Nanai de la china'.
La real decepción por parte de Falete llegó cuando Gargamel negó la renovación a Peter Pan, otra manera de perder un amigo tontamente, atendiendo nuevamente sólo a los fines lucrativos del enemigo de la fraternidad: el rencor. Lo peor de todo fue la excusa: las numerosas lesiones de el pobre Pan. Y lo dijo así, tan tranquilo, sin consultar antes a Peter Pan, sin llamarlo tras el verano (como sí hizo con Benji). Y Gargamel argumentó que Peter Pan, tras su lesión, se había olvidado del equipo, cuando en realidad vino a la comida de Navidad y siguió posteando en el antiguo blog del equipo, http://www.udpaquete.blogspot.com/, del que ya no quedan vestigios, pero sí testimonios como el del pitufo Palomo o Falete, que nos cuentan cómo Peter Pan ponía al tanto al equipo sobre su lenta evolución de la ernia de disco en el tobillo. Alomejor era Gargamel el que no estuvo al día con esa web. Sin embargo, tuvo la suerte de econtrarse con Benji por la calle y eso les hizo amigos de por vida. En fin.
Falete aceptó en un primer momento el no contar con Peter Pan, argüiendo que si iba a faltar a los partidos y teniendo en cuenta la filosofía del equipo (buen rollo y asistencia a la mayoría de encuentros) entonces no valía la pena llamarlo. Pero entonces llegó una bonita noche de septiembre, en la que Peter Pan llamó a su colega Gargamel para pedirle el teléfono de unas famosas pistas de la Rinconada en la que ya habían jugado en calidad de compañeros de equipo varias veces. Al parecer, Gargamel se molestó porque Falete le comentó posteriormente que el partido iba a jugarlo con él y otros amigos que Gargamel no conocía. Peter Pan invitó a Gargamel a jugar un partido uno de esos días al fin de la llamada (no invitándole a jugar ese, en el que ya eran 10, entre ellos Jorgito el del chiste, otro de los numerosísimos pitufos caídos del entramado social de Gargamel) y eso propició que el malvado brujo la tomara esta vez con el pobre Peter Pan, que simplemente estaba en un aprieto del que cualquier buen amigo de Gargamel o incluso su preciosa Azrael hubieran salido impunes. Peter Pan, ya recuperado (para el desconocimiento desinteresado del brujo) estaba perfectamente bien para renovar por el equipo en el que estaba muy ilusionado jugar de nuevo. Llamó varias veces a Falete, por la tarde, por la noche, a la 1 de la mañana... muy preocupado por lo sucedido, por las tonterías de Gargamel... hasta que llamó al propio brujo para tratar del tema y éste solo le dio largas. Al final quedamos en un conocido bar de la ciudad de los pitufos para hablar con el aprendiz de Gargamel, su hermano, cascarón de huevo en muchas de las decisiones del club en favor del maligno Gargamel, y éste accedió, con los votos del otro fundador (Falete) a que Peter Pan jugara al menos los partidos amistosos. Más o menos la misma técnica que utilizaba el equipo para tantear a nuevos jugadores y así no meterlos de lleno. Pero no se cumplió, y no se cumplió por el persistente rencor odioso de Gargamel. ¿Qué podíamos esperar de un polémico brujo (como él se definía a sí mismo, polémico) que ya había perdido la mayoría de sus amigos?
Al final, Falete se mudó de ciudad. Después de todo no pintaba nada en la ciudad de los pitufos. El quería una vida mejor, y la encontró. Era la Gran Capital de los pitufos, donde se encontró con gente por todas las esquinas. En realidad era de las ciudades-pitufo más acogedoras del bosque. En clase encontró a una pitufina bastante interesante. Todo el mundo, incluidos Gargamel y Azrael, sabía que a Falete le encantaba ir en busca de pitufinas, y encontró una muy guapa, allí, en su misma clase.


Durante su estancia en la Gran Capital de los pitufos, Falete hizo como Peter Pan: no quiso que la distancia o la imposibilidad de entrar estar convocado le alejara del equipo, e hizo un record de visitas al foro del club, conectando con todos los amigos de Gargamel, que eran a su vez compis de Falete y colegas de equipo. Un mal día Gargamel creó un nuevo tema en el foro, 'política', algo que inicialmente atrajo a Falete, porque bien sabía su amigo Gargamel era un tema que le apasionaba, y era un tema que desde siempre había sido gustosamente despachado por ambos, sobre todo en esas famosas noches en las que Gargamel traía de vuelta a casa a Falete. El brujo llegó a confesarle a Falete que ''le encantaba hablar de política con Falete porque podía hacerse tranquilamente; Falete era muy comedido''.
No fue así en el foro. Quizá contribuyó un poco el hecho de que el internet es un medio muy frío, y todo podía malinterpretarse. El caso es que Gargamel, que ciertamente tenía las ideas muy claras y no era de los que apreciaban sentirse influidos por una teoría ajena a sus intereses, llegó a referirse a Falete diciendo que ''no radicalizara el foro'', a lo que Falete respondió que no había radicalizado el foro en ningún comentario, eso sí: en un comentario precedente tuvo la mala fortuna de acuñar el término 'Aznar'. Enseguida se dio cuenta de la clave: el nombre de Jose María Aznar es hoy para muchos sinónimo de radicalismo, fascismo, negligencia, mentira, engaño masivo, dictadura, 'teta culo pedo pis'. Así la pelota se fue haciendo grande, hasta que Falete, que además de tener las ideas claras es bastante sensible a las declaraciones fáciles y baratas de un progre que aparentemente defiende lo contrario a la esencia izquierdista (interprétese, 'NO a la pena de muerte'), no pudo tolerar que su amigo, bueno, lo que quedaba de amigo, deseara la muerte a un periodista cuando hacía escasos dos años le había confesado a Falete las torturas que estaba dispuesto a hacerle a un etarra. Vamos, nada con lo que Falete no estuviera de acuerdo. Evidentemente, fue algo que chocó mucho a Falete, uno de los muchos que había cambiado hasta ahora, pues no era la excepción.


Lo más gracioso de todo, y digo gracioso por no decir triste, fue la guinda que puso la fiel acompañante de Gargamel, que aprovechándose de una situación que en parte había favorecido ella mediante sus plagios a los mensajes de Falete, porque otra cosa no pero originalidad y madurez a la criatura le falta un poco, recordó al pobre Falete lo mal que le caía, lo frustrado que estaba en su nueva ubicación y el descaro con el que fardaba de ligues. Todo esto escasos minutos después de que Gargamel cerrara el post de política y comunicara a su fiel felina que Falete iba a ser eliminado del mapa en breve y de manera definitiva. Qué mejor momento para Azrael para desahogarse y decir todo aquello que quiso decir durante estos 4 años. Qué mejor momento que el día de la ruptura definitiva. Qué pena, sí, qué pena te daba decir lo que decías, pero qué tarde para decirlo, ¿no te parece?
El caso es que me hace gracia, porque claro, ella dice por la cara que estoy 'frustrado' en mi nueva ubicación. Será que tiene pruebas de que no estoy agusto... o alomejor es que conoce a fondo la frustración, como cuando le dije que no hace 4 años y me envió esa carta tan tristona. Dice también que voy fardando por ahí de ligues, cuando ella (que una vez me confesó, por boca de Gargamel, que yo era su mejor amigo) que conoce tan bien a los pitufos sabe que lo primero que hacemos al conocer a una chavala que está buena es presumir de conocerla, y si no que le pregunte a su querido amo, que estando comprometido tampoco se callaba al contarme la rubiaza pitufina que había conocido en la facultad. En fin, son cosas que ella conoce perfectamente y que las conoce simplemente porque junto con el aprendiz de Gargamel, es otro cascarón de huevo del malvado enemigo de los pitufos. En efecto, Azrael, la gente cambia, y si lo he hecho para mal mucho tiempo tuviste para decirmelo, y no haber ocultado entre sonrisas, las mismas que me dedicabas al yo invitarte al campo. Las mismas que ponías para ocultar tus celos cuando todos los pitufos nos lo pasábamos bien con Gargamel y tu solo mirabas desde una silla el balón viniendo de izquierda a derecha, y de derecha a izquierda. De muchos apuros te sacó el billar, querida gatita.
Pues sí amigos, esta es la verdadera historia de los pitufos, de la que podría escribir un libro, pero que he decidido resumir en estas líneas, dedicando a Azrael unas sabias palabras de Luis Herrero, ya volviendo a la vida real:
''A menudo, en muchísimas ocasiones, posiblemente más de las que nos gustaría, cabalgamos o caminamos al lado de personas indeseables, y luego sólo nos atrevemos a llamarlas indeseables cuando cruzan de acera y pasan a amigarse con nuestros adversarios''.

jueves, 29 de noviembre de 2007

¿FIESTA NACIONAL?

Como mucho tradición, pero ¿fiesta?. No se, llamar fiesta a la matanza de animales por la via de la tortura no es lo más apropiado si tenemos en cuenta que somos un país avanzado. Si acaso en una película de Tim Burton en la que los protagonistas fueran unos monos dominantes sobre la raza humana y la única diversión del pueblo fuera la de estos humanos, dicha podría denominarse como tal. El problema es que la raza humana se presupone a sí mismo como inteligente. No somos monos, ni esto es una película. Es lo que pasa en nuestras plazas de toros todas las semanas.
http://www.geocities.com/liberaccion_fanzine/tauromaquiasufrimiento.html define a la perfección el proceso de sufrimiento de un toro que de campar anchamente por sus praderas pasan al ruedo

Antes ya de ser llevados a la plaza los animales padecen múltiples agresiones, que van desde su marcado con hierros al rojo vivo a su transporte en cajones, en los que no pueden hacer prácticamente ningún movimiento y padecen, en verano, un intenso calor. Previamente a las corridas, los toros son sometidos a golpes con el fin de privarles de fuerzas, además de otras intervenciones, que incluyen desde el afeitado de sus cuernos a su dopaje.

Ya en la plaza, el toro se ve acorralado en un círculo cerrado del que no puede salir. Se le clava además la divisa, un arpón clavado en su carne con el objeto de irritarlo con el dolor y mostrar los colores de la ganadería. A continuación el toro es herido por el picador que, montado a caballo, hunde en su costado una lanza rematada con una pica de 10 cm de largo, la puya. Ésta, una vez clavada en el cuerpo del animal, es movida de un lado a otro dentro de éste para ocasionarle el mayor daño posible y así debilitarlo, causándole grandes lesiones de las que sangran profusamente.

En realidad, en la mayoría de los casos, los toros resultan heridos de muerte ya por éstas, siendo el resto de la fiesta una prolongación de su agonía con nuevos tormentos a añadir a éste. A su vez, los caballos se encuentran a menudo aterrorizados y no es extraño que se les golpee o agreda de otros modos para obligarles a entrar en la plaza (causándoles quemaduras, administrándoles descargas...). En ocasiones, ello les cuesta la vida, al recibir embestidas de las que ya no son tratados (por el contrario, se les mata y comercializa su carne).

Tras la puya, los toros son heridos con las banderillas, seis arpones de hasta 6 ó 7 cms. de largo, que al moverse el animal por el dolor que sufre van desgarrando su carne. Si éste se encuentra ya demasiado debilitado o aterrorizado (no siendo lo que en el ámbito taurino se tiene por un animal bravo), se le clava un par de banderillas extra, conocidas como banderillas de castigo, de mayor longitud (hasta 10 cm.).


En muchas ocasiones los animales, llegados al final de su tormento, se encuentran tan exhaustos y, sobre todo, psicológicamente tan hundidos, que se dejan matar. Pero la muerte que les espera es lenta y dolorosa. La espada del matador normalmente les hiere en la tráquea o pulmones, y en ocasiones sufren repetidas estocadas. No es extraño que tras esto siga moviéndose y quejándose del dolor, pasándose entonces a agredirlo con la puntilla, un cuchillo con el que se intenta seccionar la médula espinal del animal. Sin embargo, es común que ésta quede únicamente lesionada, y el toro quede paralizado pero totalmente consciente. De esta forma, un gran número de animales se encuentran todavía vivos cuando se les arrastra fuera de la plaza y son despellejados y despiezados (y también, si es el caso, cuando les cortan las orejas y el rabo).

domingo, 25 de noviembre de 2007

LA ENTROPÍA EN EL SER HUMANO

Rafael González García de Cosío 2º Periodismo G
Universidad Complutense de Madrid

La vida no es un objetivo, no es la mera supervivencia. Es más bien la lucha por la consecución de unas metas, marcadas o no, innatas o deliberadas. A lo largo de los años, las personas se van preparando para el logro de unas actividades que han de ser fraguadas por pura realización personal. A los 6 años, nuestro objetivo es no orinarnos en la cama; a los 12, formar una pandilla de amigos; A los 20, la pérdida de la virginidad; a los 30, ganar mucho dinero; a los 50, seguir ganando mucho dinero; a los 70, mantenerse firme y seguir adelante pese a la muerte de tus amigos, y a los 85, de nuevo no orinarse en la cama.

Frente a todos estos acontecimientos, surge la necesidad de abatir un actante siempre presente en la consecución de estos deseos, la entropía. Esta entropía supone el desorden en nuestras vidas, un desorden al que hemos de aplicar un antídoto a base de las nuevas tecnologías, como pañales, preservativos o sujetadores. El hombre nace llorando, ingentemente dependiente de sus padres, y es la madre la que en ese primer momento se ocupa de que el bebé llegue al equilibrio, calmando su hambre y su pena, dos pájaros de un tiro. Es cuando llega el alcohol, la rebeldía y en definitiva la adolescencia cuando las personas comienzan a ser más dependientes, o al menos ‘independentistas’. Es cuando van a comprar en grupos todas esas cosas que pueden hacer feliz a un joven, aunque bien está recordar que no siempre los deseos de un quinceañero pueden ser los más convenientes para su integridad física, y al mismo tiempo hay que denotar que la entropía no siempre es la misma a una edad que a otra. El desorden de un adolescente no está en su cuarto, aunque sea así como lo pensemos en un primer momento. El desorden, su entropía, viene cuando este joven agoniza al verse al espejo y observa esas cordilleras rojizas que le indican por un lado que está creciendo y por otro que come demasiado chocolate. Es ahí cuando hay que poner remedio, y la cosmética pasa también al terreno de los chicos.

Una vez el hombre va haciéndose mayor, todavía en su juventud, comienza a tomar conciencia de las cosas y de la dureza que esta vida maravillosa y por gentileza de Dios nos trae a diario. Al tiempo que 6 horas de sueño le parecen a un becario suficientes, la entropía va configurándose de tal manera que conseguir una vivienda, buen clima en la familia o una relación estable con tu pareja, aparecen como nuevos elementos de desorden en tu vida. Es cuando el hombre tiene que poner todo su empeño y cariño en que todo salga bien, que todo llegue a un equilibrio emocional, material o entrópico; empieza a trabajar duro, ahorrando y moviéndose por el ámbito inmobiliario. Pone todo su empeño en agradar a su familia y no duda en arriesgar en ciertos temas para sus relaciones personales. En los años posteriores, cuando el hombre se hace padre, pasa a tener de nuevo en su poder descendientes que le son dependientes hasta una cierta edad, y va a tener que luchar contra una nueva entropía: la mala lengua de su hijo, sus oscuras actividades al hacer novillos, su desconocida pareja sentimental, su mala educación… con un discurso imponente y vencedor, única manera de que ese niño llegue a la madurez afrontando sus entropías de la mejor manera posible y sin ayuda de nadie. Las residencias de ancianos son quizá el mejor ejemplo para el combate a la entropía de las personas que por edad ya no pueden valerse por sí mismas, y su lucha es disputada ahí mismo, en el rincón donde probablemente están supuestas a morir. Es quizá la entropía más positiva que existe, pues cuidar de los complejos problemas y enfermedades de estas personas puede llegar a ser exhaustivo.

Quizá sean las malvas las únicas privilegiadas que puedan presumir de causar estragos a unos cadáveres que se van pudriendo sin que podamos hablar de entropía, en un estado que se supone en equilibrio.

martes, 20 de noviembre de 2007

INFORME DE UNICEF

Hoy es el día en el que conmemoramos los derechos del niño, un día en el que UNICEF ha salido a la palestra a desvelar un dato escalofriante y que da mucho que pensar a los medios de comunicación, últimamente monotemáticos.

Miles de niños desaparecen a diario con pruebas de haber estado chateando con un desconocido en horas anteriores.

La breve conclusión que hago es lo que ya había estado comentando estos últimos meses, cuando 'la pequeña' Maddie ha estado ocupando todas las portadas y noticiarios en los apartados de internacional. ¿Es justo? ¿Está bien que sus supuestos padres se estén forrando a partir de una historia que tiene toda la pinta de ser falsa? ¿Qué piensan los medios de esto?

Y mientras, miles de niños desapareciendo a diario...

lunes, 19 de noviembre de 2007

EL PODER DEL AGUA. DE BIEN COMÚN A OBJETO DE CONFLICTO

Rafael González García de Cosío. Movimientos literarios
2º PERIODISMO G. Universidad Complutense de Madrid

EL PODER DEL AGUA. DE BIEN COMÚN A OBJETO DE CONFLICTO.

Aunque parezca mentira, se habla de lo mismo, de la misma materia. Sólo que, lo que a principios del nuevo milenio aún era derrochado y altamente contaminado por las grandes ciudades, hoy, décadas después, se ha convertido en el principal indicador de fuentes bursátiles y un referente inolvidable para los países que todavía buscan una buena excusa para invadir otras naciones.

Una breve descripción del panorama geográfico-político actual del mundo podría bastar para explicar, de una forma neutral y sin sumisión a los dos grandes bloques globales (Canadá y Rusia) la pujanza por el control del bien más vital y necesario para el desarrollo, aunque haya quedado muy plasmado en la prensa de décadas anteriores que hemos llegado ya al fin, y no porque Nostradamus estuviera en lo cierto, o porque no quede nada por inventar, sino porque no hay más desarrollo con que contar, sin agua no hay progreso.

En España miramos al extranjero, como siempre se hizo a principios del siglo XXI, en el que tuvimos aquél déficit exterior record por las excesivas importaciones y escasas exportaciones que realizábamos. La diferencia es que ya no miramos con el fin de seguir siendo una de las principales potencias económicas del mundo, o para darle a China –de forma involuntaria- la capacidad de convertirse en superpotencia. Ahora miramos principalmente a Canadá, principal exportadora de agua dulce, cuando sus embalses no superan el 43% de su capacidad, lo que hace agonizar al resto del planeta ante la incertidumbre de si habrá agua para todos o sólo para unos pocos. El precio del barril -no el de Brent, sino el de Niágara- ha llegado, según los últimos vaticinios de la prensa digital, a los 115 euro-créditos, lo que ha marcado desde hace varios años el final de muchas vidas humanas. En Inglaterra sigue lloviendo debido a su nuevo clima tropical, que ya es insufrible en muchas zonas de Centro América. El Benelux y la República de Valonia no son más que arrecifes de coral en primavera y baratos mercadillos flotantes durante el otoño. Venecia cambió de nombre a Nueva Atlántida y cualquier ciudad del mundo ofrece ahora paseos en góndola, como otros muchos países adoptaron el famoso autobús rojo turístico de dos plantas que lanzó Londres como medio eficaz de transporte. Groenlandia no es más que un archipiélago con forma de boomerang, y en definitiva la Tierra ha adoptado una imagen que bien se parece al preámbulo de la película de Waterworld.

El problema no es el cambio climático, como se nos hizo pensar desde finales del siglo XX. Estábamos avocados mucho antes a la escasez de agua. Si echamos la vista atrás, nos daremos cuenta de que no fue tan difícil como se pensaba echar mano dura contra los políticos, y con nuestros vecinos de al lado.

Ahora, cuando el papel ya es historia y sólo Internet –ese medio descontrolado que se hizo con las competencias de la raza humana en cuanto a referente comunicativo- nos ofrece una desconfiante referencia histórica, además de fechas y calendarios surgidos a raíz de millones de internautas que aseguraban, uno por uno, no haber perdido la noción del tiempo tras los continuos diluvios de los últimos lustros, puede decirse que han sido poco más de 100 años los que han bastado para que la Tierra se cebara con todo aquello que seguía actuando, despreocupante, de espaldas a las advertencias de los expertos sobre cambio climático. Pero insisto, no todo ha sido la marginación del calentamiento global como tópico a tener en cuenta. Cuando las naciones que vivían principalmente del turismo se aventuraron a rendirse a los pies de las colonias alemanas y británicas –asentadas en todas las costas donde más pegaba el Sol- y al pelotazo urbanístico, todos los alcaldes de esos pequeños municipios costeros –verdaderas atracciones turísticas para el turista que buscaba un cielo despejado, en el caso de los viajeros nórdicos y para aquél que disfrutaba de una sola semana de vacaciones, en el caso de los nipones- se vieron obligados a destinar gran parte del presupuesto municipal al mejoramiento de las instalaciones turísticas y de ocio, inclúyase en mejoramiento la expansión de zonas residenciales y hoteleras en primera línea de playa, corroborando al incumplimiento penal de las famosas leyes urbanísticas de países como España o Grecia, pasando por todas las reliquias playeras del Mediterráneo.

Fue decisiva la proliferación de manantiales, ríos y embalses con el fin de ser una alternativa a las numerosas enfermedades como la legionela, para que gobiernos como el de EEUU afianzaran sus acuerdos comerciales con Canadá para la privatización de lagos y glaciares para su posterior puesta en el mercado. Fue también decisivo el derroche de agua en esos kilométricos paseos marítimos en los que a través de las fuentes, se hacía partícipe a cualquier veraneante.

Si nos fiamos de esos calendarios ‘colgados’ de Internet de los que bien puedes fiarte un día y otro desconfiar al completo de ellos, más de la mitad de las páginas nos sitúan en torno al 2102, si bien no me acuerdo del comienzo del nuevo siglo, del que se supone tendría que haber oído de una nueva amenaza de las computadoras o bien debería haber sido avisado de fiestas locales, aunque ya quede poco que festejar. Ya nadie quiere un reloj, por ello nadie quiere tener una cuenta atrás para todo aquello que se supone tiene que motivarnos a luchar en la vida.

Aunque suene ilógico, quizá aquellos dietistas del siglo XXI que se ocupaban de aconsejar a las míserables mentes consumistas occidentales tuvieran en su momento la razón: en la conciencia, como en el comer, tanto las carencias como los excesos son dañinos. Ni la falta de agua en países tórridos, que condujo en muchos casos a las guerras neandertales entre pueblos que una vez fueron uno sólo, ni la abundancia de este bien común en países como El Reino Unido o Canadá, ayudaron a la concienciación social sobre la conservación de un elemento fundamental para la vida. Sólo las naciones con un grado meridianamente alto en educación y unas reservas de agua modestas pero suficientes supieron en su momento controlar el despilfarro del que solo los acuíferos eran testigos.

Duele recordar, en este lecho de muerte de nuestra madre Tierra, aquellas imágenes de las personas que, para mayor comodidad, dejaban abierto el grifo mientras se afeitaban para cumplir con la importancia de la estética en la sociedad, un grifo por donde corría la agonía de millones de personas y la parsimonia de otros pocos. Duele recordar también la infancia, aquella de la que hablan como nuestra ‘época de oro’, la flor de la vida, etapa en la que muchas veces hacíamos gala de ese derroche tomándolo como un festejo más, una verbena más a apuntar en los calendarios de papel. Un ejemplo es el de la Fiesta del Jarrito, celebrada cada mes de septiembre en Galaroza, un pueblo onubense situado en la Sierra de Aracena, ahora transformada en una de las mayores superficies de manglares del mundo. Duele recordar y no poner remedio a ello, de pasar del tema y sin embargo seguir procreando hasta aumentar la población a números insospechados hace décadas.

Muchas veces se atentó contra los pueblos con el fin solemne de alcanzar el poder. Fueron muchos los cantamañanas que encabezaban algunas de las propuestas para el freno a esta decadencia, de la que todos fueron responsables. Pocos sin embargo fueron los que dieron un paso arriesgando el cargo para la consecución de una meta universal: preservar la integridad de nuestro planeta en base a previos avisos de nuestra madre naturaleza.

viernes, 16 de noviembre de 2007

INSTANTES

No es que me haya quedado sin recursos, esque me he quedado mirando entradas antiguas y a decir verdad las que hacía a comienzos de año eran mucho más interesantes que las de ahora, y hay una en la que recité unas líneas de J.L Borges, que son las que pongo a continuación.

"Si pudiera vivir nuevamente mi vida... En la próxima cometería más errores,sería más tonto de lo que he sido,de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.Sería menos higiénico, correría más riesgos, haría más viajes,contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares a donde nuca he ido.Comería más helados y menos habas,tendría más problemas reales y menos imaginarios.Yo fui de esas personas,que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida;claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos;no te pierdas el ahora.Yo era de esos que nunca iba a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas. Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño...Daría más vueltas en callecitas, contemplaría más amaneceresy jugaría más con niños, si tuviera otra vez la vida por delante. Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo...".
(José Luis Borges).

Hay motivo para volverlo a poner. Además de mi tristeza e incredulidad por la muerte de mi perro, único testigo animal del fallecimiento de mi otro perro, ambos delimitadores de una buena época, está el hecho de que haya comenzado una nueva vida aquí en Madrid, vida que tengo que aprovechar y a a que he de acostumbrarme, pues pese a tener 20 años y haber pasado ya por 3 universidades, aquí pretendo quedarme.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

RUSO HA SIDO ATROPELLADO

¿De qué otra manera podía titular la triste noticia?

Llevamos semanas con camiones de aquí para allá, entrando y saliendo del recinto de mi casa en Sanlúcar con motivo de las obras que se están gestando en la planta baja. Realmente Sanlúcar no acogía camiones desde la pavimentación de la pista de tenis, hace más de 18 años, y esta vez entraban a diario, sorteando -con mucho cuidado para no enfadar al dueño- naranjos por un lado y valla de la cancha de tenis por el otro. Lo que no sabía este supuesto chófer -nuevo en las obras de casa- es que Ruso, como la mayoría de los perros, corría a saludar al visitante en cuanto este entraba en su territorio, de la manera que fuera, poniendo en peligro su integridad física por ser negro y pequeño.

Lo que no sabía Ruso probablemente es que el camionero no sabía de su existencia, y que estando ciego debía de haber tomado más precauciones. Pero a él le dio igual. Corrió de todas formas, siempre lo hizo. En las mañanas de sol, ibas a comprar el periódico y a la vuelta él estaba ahí, apoyado en la cancela, esperando la vuelta de su amo o aprovechando ese solito que no le daba los árboles de la entrada a casa.

Me muero de impotencia al revisar mis planes de traérmelo a Madrid, y mucho más rememorando esos buenísimos momentos con él, unos momentos que tras la llegada de Radio y Cani han ido decayendo hasta perder las ganas en algunas ocasiones de agacharnos para acariciarlo como a los otros.

Son momentos inolvidables:

-Sus primeros días de vida, en la cancha de tenis, jugando con la lata de Pepsi con la que aprendió a jugar al futbol.
-Sus primeros baños en la palangana, que nos hacía debatir sobre si necesitaba pinzas para las orejas y así no entorpecer el lavado del resto de su cuerpo.
-Aquellos fines de semana, que lo llevábamos a Guadalcanal para que nos ayudara en la caza de conejos, sin percatarnos de que se dedicó a explorar el campo por si tocaba la flauta y encontraba alguna pelota, mientras nosotros nos turnábamos la escopeta y no dejabamos de espantar a los animales que por aquellas horas escaseaban.
-Aquellos días de verano en Conil, que pasamos en la playa con él jugando al fútbol, y era el único que aguantaba porque a nosotros nos mataba la arena. Memorable aquél día que se acercó a dos mujeres haciendo Topless y se echó en sus brazos.
-Las temporadas que pasaba en casa y nos levantábamos con envidia sana al verlo en el sofá, encima del cojín, en el sitio de mi madre, durmiendo hasta no se qué hora.
-Los paseos por Sevilla, en los que renunciaba a seguir andando clavando sus dedos en el suelo cuando quería lamer alguna mancha.
-Las persecuciones con Draco, que consistían en dos o tres vueltas a la casa con Draco con el rabo entre las piernas.
-Su toque de atención a Draco, que monopolizaba el pasillo, para poder subir y estar con nosotros.
-Su postura de niño a la que no renunciaba.
-Sus enfermedades, muchas a lo largo de su vida: la inflamación del recto, el quiste en el pecho, los ojos que en sus últimos meses le habían cegado, la mordedura de otro perro más grande, y cuando lo dábamos por muerto un hombre lo trajo a casa con dos grandes cicatrices.
-Cuando se quedaba mirando al suelo en vez de saltar para pedir la comida, como todos los perros.
-Jugando al ratón y al gato en la pista de tenis, en especial aquella vez en la que el sol pegaba y nosotros sin piedad alguna provocamos que cayera al suelo mientras perseguía con la mirada el balon...
-Sus últimos dos años, en los que respondía más al nombre de Rusillo que a Ruso.
-Su mordedura a la americana, que supuso su regreso definitivo a Sanlucar.
-Sus 6 meses de convivencia con Radio y Cani, en los que claramente se vio perjudicado porque no paraba de ser pisado por los grandes, a lo que respondía con ladridos de impotenca apuntando al cielo.
-Durante la sedación y muerte de Draco, en la que inexplicablemente lloraba mirándome al tiempo que yo fijaba la mirada en Draco...

Descansa en paz Rusillo.

sábado, 10 de noviembre de 2007

PUTEADITO

Os pongo al día dependiendo de una mierda de conexión wifi.

Llegué por fin el martes a Madrid y el mismo miércoles hice la matrícula. Aún faltan algunas cosas por entregar, pero ya he podido entrar en clase (por la tarde, en el grupo G). El caminito desde mi casa es algo coñazo (15 minutos a pie y 40 en metro), por lo que debo salir 1 hora antes de mi casa y compartir vagón con decenas de personas, como sardinas en lata pero de las de 11/14 piezas.

En casa se está meridianamente bien, pues tengo lo que quería: independencia, cocina propia, libertad, tranquilidad y... bueno, falta lo más importante, un cuarto propio, pero eso es algo que tendré el 22 (ansiada fecha del dichoso calendario) de este mes. Hasta ahora he probado cada rincón de la casa. Esquina del salón, pasillo... y esta noche, a la cama con mi hermano, que según le comunique mi padre, tendrá que poner un filtro azul a la bombilla o colocar una bombilla de este color, para así no molestarme si se da el caso de acostarme antes. El caso es que tenemos una grande montada en casa, peleas por aquí, peleas para allá, y yo mientras acudiendo a las clases que según la profe de publicidad, 'llego un poco tarde'. Esta mastodóntica ciudad -con un mastodóntico clima, como bien definió Eusebio Pérez- da para mucho, y yo sin haberme instalado al completo, sin haberme matriculado del todo y sin haber conocido aún a alguien a quien ponerle nombre, podéis imaginar lo estresado que me encuentro.

Espero que los días pasen rápido, al tiempo que los aproveche al máximo. Un saludo!

viernes, 2 de noviembre de 2007

ESCALAFÓN DE LOS 8 MEJORES CONDUCTORES

Como hoy llevaba ya 66 entradas desde la creación de mi blog (uno por cada 6 dias, aproximadamente) me voy a permitir el lujo de poner otro, ya que el número 66 pese a tener solo 2 cifras me da yuyo, en plena celebración de todos los santos.

Como muchos ya sabéis, le doy mucha importancia al tema de la conducción. Creo que en España la gente no le da la menor importancia a este tema, y aunque respeto que haya gente que no lo considere un tema a tratar, yo creo que debería interesar a todos, o al menos a aquellos que cojen un coche todos los días y comparten carretera conmigo o con algún familiar mío.

Para mí, el simple hecho de poner un intermitente a las 3 de la mañana en la autopista menos transitada de España ya es una necesidad, por poco tráfico que haya. Respetar el semáforo de un pequeño pueblo costero es fundamental, y sobrepasar a un ciclista a 1.5 metros de distancia no es tan difícil. Creedme que si todos fuéramos Don Perfectos (perdóneme Benito Pérez Galdós) en la carretera, no habría víctimas. Sino, tomad las noticias de cada día, las que vienen ilustradas con el desagradable color rojo bermejo que tiñe el asfalto, y ved el motivo de todas esas tragedias: el conductor iba hablando por el móvil; el conductor se saltó un stop; el conductor iba a 200 y bebido, sin carné; el conductor hizo un adelantamiento con línea continua en pleno puerto de montaña, etc.

He aquí una lista con los 8 mejores conductores de España, vamos, aquellos con los que me siento más seguro si voy con ellos:

1) Yo (no, no es coña, es cuestión de preferencia)
2) José Carlos
3) Mr. Paco
4) Mi padre
5) J.Alberto
6) Borja
7) Juan
8) Ricki

A MADRID EL 6 DE NOVIEMBRE

Finalmente me ha llegado la carta de admisión de la Universidad Complutense. Entre hoy viernes y el lunes próximo me ocuparé de realizar los últimos trámites para poder mudarme al piso de mi hermano sin problemas.

Ya el martes accederé a la matriculación en Segundo curso de Periodismo en la Complutense.