lunes, 19 de octubre de 2009

DE CÓMO EL SOCIALISMO REAL CAMBIÓ DE NOMBRE EN ALEMANIA

EL SOCIALISMO DE HITLER, REBAUTIZADO COMO 'FASCISMO' PRINCIPALMENTE POR SU RACISMO Y ODIO A LOS JUDÍOS

Entrevista a Adolf Schicklgrüber, Hitler, en Liberty, a cargo de George Sylvester Viereck (9-VII-1932):
-¿Por qué se define usted como nacionalsocialista, cuando su programa de partido es la antítesis misma de todo aquello que normalmente se vincula con el socialismo?
- El socialismo es la ciencia que se ocupa del bien común. El socialismo no es lo mismo que comunismo. El marxismo no es el socialismo. Los marxistas se han apropiado del término y han cambiado su significado. Yo arrebataré el socialismo a los socialistas. El socialismo es una antigua institución aria y germánica. Nuestros antepasados compartían ciertas tierras y cultivaban la idea del bien común. El marxismo no tiene derecho a disfrazarse de socialismo. Al contrario que el marxismo, el socialismo no rechaza la propiedad privada. Al contrario que el marxismo, no implica renegar de la personalidad. Al contrario que el marxismo, el socialismo es patriótico. Podríamos haber escogido el nombre de Partido Liberal, pero decidimos llamarnos a nosotros mismos nacionalsocialistas. No somos internacionalistas; nuestro socialismo es nacional. Exigimos que el Estado satisfaga las justas reclamaciones de las clases productoras sobre la base de la solidaridad racial. Para nosotros Estado y raza son la misma cosa.
- ¿Cuáles son los pilares básicos de su plataforma?
- Creemos en una mente sana en un cuerpo sano. El cuerpo político debe estar sano para que el espíritu pueda ser saludable. La salud moral y la física son la misma cosa.
- Mussolini me hizo la misma observación.
- [risas] El ambiente de los barrios bajos es el responsable de las nueve décimas partes de toda la depravación humana , y el alcohol de la restante. Ningún hombre saludable puede ser marxista. Los hombres sanos reconocen el valor del individuo. Nos enfrentamos a las fuerzas del desastre y la degeneración. Baviera es un lugar relativamente saludable porque no está totalmente industrializado. Sin embargo, toda Alemania, incluida Baviera, está condenada a una industrialización intensiva debido a lo limitado de su territorio. Si deseamos salvar a Alemania debemos asegurarnos de que nuestros agricultores permanezcan fieles a la tierra. Para conseguirlo habrán de disponer de espacio para respirar y para trabajar.
- ¿De dónde saldrá ese espacio?
- Debemos conservar las colonias y expandirnos hacia el Este. Hubo un tiempo en que podríamos haber compartido el dominio del mundo con Inglaterra. Ahora sólo podemos estirar nuestras acalambradas piernas hacia el Este. El Báltico es esencialmente un lago alemán.
- ¿No sería posible para Alemania reconquistar económicamente el mundo sin ampliar su territorio?
- No. El imperialismo económico, como el militar, depende del poder. No puede existir un comercio global a gran escala sin un poder a nivel mundial. Nuestro pueblo no ha aprendido a pensar en términos de poder y comercio globales. En cualquier caso, Alemania no puede crecer comercial o territorialmente hasta que recupere lo que ha perdido y se encuentre a sí misma. Estamos en una situación similar a la de un hombre cuya casa ha ardido. Antes de embarcarse en planes más ambiciosos, necesita un tejado bajo el que guarecerse. Hemos conseguido levantar un refugio de emergencia que nos protege de la lluvia, pero no habíamos contado con el granizo. Sobre nosotros han caído auténticas tormentas de calamidades. Alemania ha vivido un temporal de catástrofes nacionales, morales y económicas. Nuestro desmoralizado sistema de partidos es un síntoma del desastre. Las mayorías parlamentarias fluctúan con arreglo a la moda del momento. El gobierno parlamentario abre las puertas al bolchevismo.
- ¿No es partidario, como lo son algunos militaristas alemanes, de una alianza con la Rusia soviética? [...] Suponga que Francia tomase represalias invadiendo suelo alemán. Ya lo hizo antes en el Ruhr. Puede hacerlo de nuevo.
- No importa cuantos kilómetros cuadrados ocupe el enemigo si despierta el espíritu nacional. Diez millones de alemanes libres, dispuestos a morir a cambio de que su país pueda vivir, son más poderosos que cincuenta millones cuya voluntad está paralizada y cuya conciencia racial está infectada por extranjeros. Queremos una gran Alemania que unifique todas las tribus germánicas. [...] En mi visión del Estado alemán no habrá lugar para el extraño, para el derrochador, el usurero o el especulador, ni para nadie que sea incapaz de realizar un trabajo productivo.

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