Nunca he sido un fan nato del director neoyorquino, quizá porque allá cuando empecé a ver sus películas era demasiado joven para entender sus mensajes. Ayer, me aterroricé por completo al notar que había entendido a la perfección su nuevo filme,
Si la cosa funciona, un largometraje protagonizado por un viejo cascarrabias y con voz de Eddie Murphy (para darle ese toque paranoico a sus monólogos interiores) que, tras Vicky Cristina Barcelona, devuelve al mítico director estadounidense a su trayectoria normal: la del existencialismo, el debate sobre la muerte y la estupidez de la mayoría de las cosas que hacemos en la vida.
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Pero, si se me permite la expresión, esta película ha sido Woody-gore, porque ya no sólo ha sido el discurso. La interpretación de Larry David es tan demencial como oportuna, y las acciones que protagoniza el anciano Boris nos ofrecen constantemente un mal presagio: sobre todo, cuando se levanta a media noche farfullando ''pánico, ahhh, pánico''. Pánico a dormir y no volver a despertar, o quizá pánico a dormir sabiendo que al día siguiente serás el mismo, solo que un poco más desintegrado y cerca de 'la caja'.
THE END.
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