sábado, 2 de octubre de 2010

LAS CONSPIRACIONES DEL NEOPOPULISMO

Cada vez que se lía una parda en Sudamérica, sea Honduras, Venezuela o ahora Ecuador, el caudillo de turno acusa bien protegido a Estados Unidos en el mismo sillón desde el que amansa a su pueblo día tras día. Y es que ese caudillismo consiste en la posesión de un único micrófono desde el que sale una única verdad. Las demás realidades del pueblo no existen porque éste es analfabeto y cuando no lo es, está vigilado. En el caso de Cuba, donde la cultura de la gente es por lo general extraordinaria, el mejor centinela es el Mar Caribe, que ahoga cualquier posiblidad de escape.

El presidente de turno se ampara también en un recurso que, visto lo visto, da sus frutos por aquellos lares. ''Todo esto es una conspiración de la CIA y del Imperio''. El pueblo es cada vez más pobre y no acaba de llegar ese mesías que libere de la miseria a sus gobernados, pero sí florece -y rápido- la idea de que todos los males del país suceden por culpa de un bloqueo de EEUU y la anuencia de sus aliados, ya sea el ''perro faldón'' Aznar o el ''asesino'' de Tony Blair.

Pero tras la tormenta llega la calma, y esto en política se traduce siempre en una depuración. En las democracias esta depuración se ciñe a las responsabilidades, pero en las dictaduras y sociedades seudolibres siempre acaba cayendo todo un cuerpo o grupo de personas con capacidad de cambiar las cosas, o al menos, al presidente. Es lo que ha sucedido esta semana con la cúpula policial en Ecuador, país en el que aún vale el estado de excepción. Por cierto, ¿qué gracia tiene gobernar por decreto excepcionalmente cuando de hecho ya es la regla cotidiana?

Con o sin intervención del ''Imperio'', Rafael Correa se ha quitado un peso de encima, con el pretexto de la conspiración por bandera.

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