martes, 12 de octubre de 2010

LAS TRIBULACIONES DE UN ESPAÑOL EN ESLOVAQUIA

Hay en este bonito país de Centroeuropa muchas semejanzas con el resto del continente, y también, como es natural, algunas peculiaridades que nos llevarían a afirmar que ''Slovakia is different''. Me dispongo a contar algunas cosas que el interesado deberá tener en cuenta si desea viajar a este lugar en el futuro.

Para empezar, diré que nunca me habían robado con tanta elegancia. En un restaurante rústico no lejos del centro de Martin, al norte del país, pedí una dorada con verduras. En Eslovaquia es divertido ver que los precios no son redondos, sino que apuran hasta el último céntimo. Por ejemplo: vino de la casa, 0,52 euros. La dorada de marras, 3,58 euros. A partir de ahí, al sumarle la guarnición, las matemáticas hacen el resto y el precio total se 'normaliza'. El robo vino después. Cuando ya habíamos pedido lo que queríamos comer, el camarero se acercó a nuestra mesa y con ademán cortés quiso nuestro aval a que el coste del plato ascendiera un poco porque el pescado pesaba ''un poco más''. Cuando recibimos la cuenta, la dorada había costado el doble, casi nueve euros, porque por cada 10 gramos extra había que pagar un suplemento y me habían clavado 13 suplementos. Vamos, que el animal en cuestión pesaba 130 gramos más de lo normal. Casi ná.

Una vez en casa de mi amigo Rado, me ofrecieron chocolate caliente, en vista de que yo siempre rechazo café y té. No me quedó más remedio que rechazar también el chocolate, porque por la experiencia que tuve en Lituania, sabía que lo iban a hacer con agua caliente. Rado me confirmó que sí, que lo hacían con agua y no con leche.

Para matar el aburrimiento del domingo fuimos a unos cines donde ponían películas en inglés, pero como éramos los dos únicos en todo el cine (sólo había una pantalla, pero el edificio imponía respeto) nos quedamos sin película: no proyectan bajo un mínimo de 10. Pasó lo mismo en el otro y último cine que hay en Martin. Vimos El laberinto del Fauno en casa.

2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Lo de la dorada no tiene nombre. Lo del chocolate, tampoco. Y si en los cines de la piel de toro no proyectaran la película con pocos espectadores, estarían casi siempre cerrados.
Como diría mi ex jefa: "Diferencias culturales"

Besos no eslovacos!

ChusdB dijo...

Falete, creo que te has encontrado con " las excepciones" que confirman la regla...La experiencia que tengo yo de mis amigos eslovacos es justamente la contraria ¿o seré yo la que se ha topado con eslovacos excepcionales? Creo que no, creo que tuviste mala suerte!