miércoles, 12 de abril de 2023

Se va el lobo feroz: descanse en paz, Sánchez Dragó

 Atención, esto no es una hagiografía ñoña! se trata de una pequeña recensión sobre un intelectual que me ha marcado para bien y para mal. 

Conocí a Dragó con 20 años, cuando llegué de estudiante a Madrid y aun no había madurado. Presentaba el Diario de la Noche en Telemadrid. Me fascinaba lo rápido y contundente que hablaba, tan cargado de cultura. Pero lo que más me impresionaba era su estilo provocativo y desdeñoso contra la estupidez. Era en eso clavado a mi padre, aunque Dragó vivía feliz y con ganas de aventura. Era más de gatos, y mi padre de perros.

Dragó fue, junto con Tom Wolfe, uno de mis dos grandes ejemplos en la época universitaria. Admiraba su estilo rebelde y, si bien era un poco ególatra (no lo somos todos un poco?), se le perdonaba por su impecable combate contra las identidades y las ideologías. Esto se veía muy bien en sus camisetas negras con los rótulos ''no soy nadie'' o ''soy Dragó''. Qué mensaje más potente contra la idiotez de declararse socialista, liberalconservador, budista o del Barca!

Hay dos cosas con las que nunca estuve ni estaré de acuerdo con el escritor y su percepción de la realidad. Una es su defensa de la tauromaquia, especialmente con el argumento absurdo de que ''si no se fomentara el espectáculo, se extinguiría el toro de lidia''. Una memez en toda regla, pues nadie torea -o tigrea- con tigres de bengala, y ahí está la humanidad dándolo todo para que no desaparezcan.

El segundo aspecto que me chirrió siempre era su visión crítica de España y los españoles. Después de 10 años en el extranjero, conociendo a gente buena y gente asquerosa en Alemania, ciertos relatos de Dragó -como el de la limpiadora del aeropuerto que pone la escoba para bloquear el acceso a los baños, en su obra ''Si habla mal de España''- pierden todo el sentido. Porque evidentemente, en todos sitios cuecen habas. Aún así, le agradezco enormemente su contribución a ser y hablar a diario luchando contra la corrupción y corrección políticas... mucho más trágica la segunda que la primera. 

Y tendremos que beatificarlo algún día por su frase más famosa: ''Yo no la llamo telebasura, sino telemierda, porque la basura al menos se recicla, y la mierda no''.

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