De los 16 estados alemanes (Länder), son tres los que tiran del carro: Baden-Württemberg (de donde son marcas como Porsche, Mercedes, Lidl o Bosch), Hesse (con la capital financiera europea Frankfurt) y Baviera (BMW, Audi, Oktoberfest o el castillo de Neuschwanstein). Cuando digo que tiran del carro me refiero a que en la financiación interestatal, son los tres únicos estados con contribución neta al resto de la república, y es así desde hace mucho tiempo.
Tiene que venir un andaluz a Alemania, aliviado por el cambio de gobierno en su tierra hace cinco años -que si bien, para muchas cosas, no se ha atrevido a reformas algunos asuntos, en general está demostrando más honradez y eficacia en el gobierno que las administraciones socialistas- para descubrir los problemas del primer mundo de muchos alemanes. Me refiero a esos alemanes progres como Dieter Otremba, un lector del diario progresista Süddeutsche Zeitung que, a raíz de los escándalos de mascarillas y conexiones con Azerbayán de diputados nacionales (!) del partido bávaro CSU, escribió una carta al director en abril de 2021 que más bien parecía un poema, titulándola (Schwarzes Amigo-Land) ''país negro de amigos''. Negro, en alemán, es un sinónimo de 'conservador', por los colores del principal partido de la derecha en el país, mientras que amigo fue escrito tal cual, en español: para el progresista centroeuropeo, muy nacionalista él en realidad, lo hispano es un sinónimo de desorden y tiranía. Y aunque en toda la carta no haya una sola mención a los Castro (única estirpe que supera en tiempo de gobierno en un país de Latinoamérica al CSU en Baviera), se nota la intención de comparar a los gobiernos populistas sudamericanos con el partido que ha gobernado el país blanquiazul de manera ininterrumpida desde los años cincuenta: el CSU, dirigido hoy por Markus Söder.
Qué puedo contarles del político Söder, presidente de Baviera y ambicioso candidato futuro a la cancillería de Alemania? Para mí, Söder es el político más parecido a Pedro Sánchez en toda Alemania. Cuando en 2017 sacó mayoría relativa y tuvo que coaligarse para gobernar con los 'Votantes Libres' (partido al alza en Alemania), Söder le vio las orejas al lobo y se hizo ecologista porque veía que el siguiente partido al alza en su tierra no eran los antaño fuertes socialdemócratas, sino los Verdes. Durante la pandemia, Söder fue el cuñado que nos recordaba a los ciudadanos alemanes cada noche la importancia de prescindir de vida social, de reapertura de escuelas o la posibilidad de viajar. Hace un mes, con la desconexión total de las centrales europeas en el pais, Söder, oliendo el ascenso del CDU a nivel nacional y el buen mantenimiento de los liberales del FDP en las encuestas, fue el primero en declarar en televisión que el abandono de la energía nuclear es un error. Söder es, en definitiva, un oportunista ambicioso. Un político sin convicciones del que poco puede esperarse.
Sin embargo, y esto puedo decirlo tras haber vivido un año en Baviera, el cambio por el cambio es absurdo, y los votantes de esta región no son imbéciles. Si bien los lectores como el Sr. Otremba nos dicen que hay estados que no han visto otro gobierno en muchas décadas, también es cierto que hay votantes que no han visto otros países en esos mismos años. Porque comparar Baviera con dictaduras bananeras con motivo del enriquecimiento de algunos políticos en Berlín es de un cinismo considerable. Si Otremba conociera el caso de Andalucía, la comunidad más fértil de España, con el mayor número de olivares de todo el Mundo, con costa, con montaña y estaciones es esquí, con un patrimonio cultural que nada tiene que envidiar a Italia, y con un puerto como el de Algeciras y una capital económica como Málaga, no podría creer que, tras 40 años de PSOE, acabara entre las últimas tres de España.
Al progre centroeuropeo siempre le queda el comodín del catolicismo como razón última del atraso del Sur de Europa. Pero resulta que Baviera es también católica. Y te meten una multa de 10 euros si te ven cruzando un semáforo en rojo a pie por la noche.
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