Probablemente no haya en el mundo una profesión que dé más rienda suelta a los egos que la fotografía. Esto lo sé porque estudié y ejercí un par de años el Periodismo, que es otro nido de sabelotodos presumidos.
Yo mismo pequé de arrogante cuando, con apenas 20 años, de prácticas en Intereconomía, estaba en una galería de arte de la Castellana y me topé con Susana Vera, la reputada fotógrafa navarra -y prima de un familiar mío- que hoy trabaja en Reuters. Le dije, fanfarroneando más que nada para romper el hielo: ''hazme buenas fotos para la noticia, eh?'', y me contestó, seca y sin mirarme a la cara, aunque seguro que había percibido los 14 años de diferencia entre nosotros: ''y tú hazme un buen texto para mis fotos''. Probablemente este sea, aun en 2023, cuando escribo esto, el mayor zasca que me hayan dado en la vida. Tenía toda la razón Susana, lo que no quita que en ese momento, ella pecara de un enorme ego.
Sin embargo, hay algo mucho peor que un fotógrafo arrogante: que sea woke hasta la médula. El fotógrafo brasileño Sebastiao Delgado, famoso en todo el mundo, dio en 2021 una entrevista al Süddeutsche Zeitung Magazin. No me atrevo a decir que Delgado, que en sus años de juventud ''marxista'' (en sus propias palabras) estudió Económicas en la Universidad de Sao Paulo, sea un defensor del movimiento no-kid, es decir, contrario a la reproducción de la especie, porque Wikipedia informa de que tiene un hijo llamado Juliano. Pero en la entrevista al SZ Magazin sí demostró ser un acerado enemigo de la especie humana, con las siguientes seis frases lapidarias:
1) [Después del genocidio de Ruanda] había perdido la fe en el ser humano. Una especie tan violenta y vil no merecía vivir.
2) Conozco el asco de la bestialidad y ganas de matar del ser humano.
3) Yo era un pesimista radical que se avergonzaba de su propia especie.
4) Nuestra especie no va a sobrevivir, tampoco tenemos derecho a ello.
5) Hemos desmerecido nuestro sitio en este planeta.
6) No estamos viviendo ahora mismo [en pandemia] que los virus son más listos que los humanos?
Delgado conoce, por tanto, las peores crisis de nuestro planeta y vio de primera mano el genocidio de Ruanda. Asegura el brasileño que, antes de fotografiar, para no parecer un turista (otra vez la arrogancia), vive varios días en un sitio para conocer mejor a la gente. Esto no impide que hoy, y desde hace ya 54 años, el fotógrafo siga viviendo en París, capital por cierto del país famoso por haber mirado para otro lado durante su misión pacificadora en Ruanda. Precisamente, el titular de la entrevista en el SZ Magazin fue esta cita suya: ''Mirar para otro lado es aprobar silenciosamente''. No estoy acusándole de hipocresía por vivir en Francia, pero sí sería muy interesante para el mundo si un fotógrafo así de influyente residiera en un país como Ruanda o su misma nación, Brasil. Por qué la comodidad de Occidente, cuna de todos los males de la humanidad que él mismo critica?
Hay un hecho en la carrera de Delgado, sin embargo, que sí denota cierta hipocresía o al menos una ingenuidad palmaria. Delgado tuvo el enorme privilegio de estar acreditado durante el discurso que Ronald Reagan dio en un hotel de Washington poco antes de que un tiroteo intentara asesinar al presidente a la salida. El fotógrafo brasileño sacó todas las fotos que pudo y muchas de ellas las acabaría revelando ese mismo día. Se puede decir que este día hizo millonario a Delgado. Y qué hizo con todo el dinero? El mismo Delgado lo revela en la entrevista: ''Me compré un Alfa Romeo y el apartamento de París en el que vivo hoy''. Además, este artista del objetivo no llegó a revelar todos los negativos: ''He guardado en un banco muchos negativos aun sin revelar''. Caramba, un marxista descubriendo el valor del depósito seguro en el banco. Muchas fotos de pobres desesperados en una mina de oro brasileña años antes del atentado o de genocidas en Ruanda una década después, mucho hablar de la necesidad de conocer a aquellos a los que fotografías; pero yo hoy dudo mucho que Delgado entienda de verdad las causas que llevaron al genocidio de Ruanda. El derribo del avión presidencial de un político hutu en aquel abril de 1994 fue tan sólo la chispa que incendió a una población enfrentada desde hacía años por otros motivos.
Estos motivos me los explicaron en una iglesia de Ruanda durante mi visita en 2016. Los tutsis, que fueron la etnia que más personas perdió en esa breve guerra civil, eran famosos entre los hutus no solo por ser algo más delgados de cara y nariz, sino también por tener más vacas -es decir, más dinero- que los hutus. Lo que hoy entenderíamos por mejores coches y más depósitos en el banco, vaya.
Por tanto, Sebastiao Delgado, que hoy sigue dando charlas TED por las que sin duda cobra millones, es entre su odiada raza humana el mejor ejemplo de un fotógrafo arrogante y antropofóbico, pero también woke e ingenuo. Lo cual no impide que tenga millones de seguidores en todo el mundo. Y es que alguien que ponga en duda su labor, ideología o decisiones capitalistas es un reaccionario. Alguien lo duda?