miércoles, 19 de mayo de 2010

EN INGLATERRA TAMBIÉN HAY CATETOS

Con frecuencia acusamos a Estados Unidos y a los americanos de ignorancia, de fomento del desdén y pérdida de noción cultural. Resumidamente, creemos que son simplemente estúpidos por colocar España en México, que a su vez no pasa de ser un país desértico en un lugar no muy lejos de las grandes pirámides, las de los marcianos.


He estado recorriendo Reino Unido durante la semana electoral del 6 de mayo y he dado buena cuenta de que este desconocimiento trasciende el mundo yankee, y de que ''en Inglaterra también hay catetos''. Paseo por Bristol y paro a un hombre joven para que me haga una foto frente a un cartel electoral del candidato conservador, David Cameron. Me pregunta de dónde soy, supongo que para dar distensión a la situación. Le digo que de España y me dice, sonriente, que él ha estado allí tres años. Le pregunto dónde y me dice que en Bueis Aes. ¿Perdón? ''Buenos Aires''. Yo, sin borrar mi sonrisa, que también la tenía, le digo que eso está en Argentina, y él asiente, pensando: ''eso, tío, ahí, pero tampoco me pidas exactitud en una situación como ésta...''

Llego al pueblo de Bath por la noche, y me dirijo a la sala de estar, donde está la tele y donde espero con ansia el resultado electoral. Cuatro ingleses yacían impasibles: vivían las elecciones como un partido de octavos, como una clasificación de Operación Triunfo, como la nominación de los candidatos de La Isla de los Famosos...

Un broker con botines de montañismo y su portátil pegado a las rodillas me decía que las elecciones no eran importantes, que ''la vida la manejan los mercados'', y que da igual quién sea el ganador. Le digo si tiene en cuenta que los laboristas llevan 13 años en el poder. Me responde que sí, pero retorciendo los labios en señal de desdén y alzando sus palmas. Yo le respondo que en España las elecciones se viven casi como una final, y entonces se interesa por mi país: ''¿Había democracia antes de que llegara Franco, el dictador que murió en 1973?'' Le digo que sí, aunque no tengo ganas de matizar las andanadas caciquiles de la Restauración. Pero él tiene la misma cara de indiferencia que había adoptado desde que le dije que esperaba efusivamente el comienzo del programa especial de las elecciones, que empezaba a las 22.00.

Calma chicha en la sala. Los cuatro personajes se declaraban laboristas: un negro rapero de Londres, el broker, un hombre con camisa que cambiaba el sofá por una silla y cuyo inglés era el más ininteligible y un señor que bebía una especie de jarabe para acompañar un plato combinado de arroz y ternera. Y yo sin una puñetera libra. Ni tan siquiera un cuarto de libra.

2 comentarios:

ChusdB dijo...

Catetos e hipotenusas hay en todas partes... ¡Lo excepcional sería encontrar a menudo muchos triángulos la equilibrada y natural "proporción áurea"!

Mercedes Pajarón dijo...

Permíteme la broma tonta, pero está visto que...no te "libras", juajuajua!

A ver, catetos, garrulos y cenutrios andan sueltos por el mundo. Es así.

Catetian kisses! (hoy estoy fatal con los chistecitos, I'm sorry)