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miércoles, 6 de octubre de 2010

MATAR A UN GUSANO

Matar a un gusano es como vengarse antes de llegar al ataúd. Es iniciar esta guerra sin cuartel que es la vida. Hacerlo en la cocina es aún más cínico, porque si el animalito no es comido parece que matamos por matar. Pero hoy he querido hacer un experimento, y como he visto que una larva blanca con cabeza amarilla y puntitos negros se acercaba al fuego, no he hecho otra cosa que apartar la olla, coger al pobre inocente y posarlo sobre la cocina. El intruso blanquecino ha empezado a moverse 10 veces más rápido de lo normal, a retorcerse, girarse, y todo eso en silencio, sin decir ni mú. Después de cuatro segundos exactos, el insecto se ha paralizado, estirado y con el vientre (o el lomo, quién sabe si ha muerto bocabajo o boca arriba) quemado.
Todo esto me ha impresionado mucho y de repente se me ha pasado por la cabeza La metamorfosis de Franz Kafka y me he preguntado si no sería el gusano la reencarnación de alguien salvaje... pero no tan salvaje como yo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

SALVAJES, PERO CONSIDERADOS

Lo que voy a contar es una tontería. Pero es una minucia fascinante. Hoy he dado de comer a mis perros. Ya lo echaba de menos porque llevaba tres meses sin hacerlo, y me ha sucedido lo de siempre: que han comido con mucha delicadeza de mi mano.

Me explico. Dos mastines españoles, a la hora de hincar el diente, no se distinguen mucho de dos cerdos, como tampoco distan mucho sus colmillos de los de un león. Y sin embargo, ahora que me fijo, no son tan salvajes como las bestias de marras.

Il faut hacer la prueba. Lanza un pedacito de mortadela al aire y tu perro se lanzará como si no hubiera comido en su vida, atrapando la presa con unos colmillos asesinos que no pondrán reparo en el estilo de la ingesta. Pero si ese pedazo de mortadela se lo das con la mano y esperas a que él lo coja, saborearás el placer de que tu perro module su hocico para no desgarrarte las yemas de los dedos.

Es como si antepusiera el recato a las ganas de comer. Y eso es, simplemente, impresionante. Al igual que a los humanos nos gusta separar el perejil o un pelo advenedizo de nuestra sopa, los perros saben perfectamente apartar su presa del contorno de la mano que le da de comer. Ahora entiendo a mi padre cuando acusaba a mi antiguo perro Draco. ''Éste perro sabe latín''. En efecto, es cierto, y yo añadiría que los mastines españoles también están muy puestos con el refranero, pues siguen a patas juntillas aquello de ''no muerdas de la mano que te da de comer''.

domingo, 20 de septiembre de 2009

EL ''ESPAÑOL LINCE''

Como biólogo encubierto, llevo meses estudiando una raza especial de español a la que, hasta ahora, no había sabido poner nombre. Es el español que destaca sobre los de su especie porque es capaz de anular su sed de cerveza, inhibir sus ansias de tapas y anegar sus ganas de fútbol para pararse a hacer un análisis certero del hábitat en que vive, España. Y ya le he puesto nombre; es el ''español lince'', porque está en peligro de extinción.

Mi instinto protectivo, quizá, es el que me lleva a dar saltos de alegría cuando me topo con uno de estos españoles. El corazón se me acelera y de repente se concentran todas mis ganas de cháchara -reservadas durante toda la semana- para ese momento. Cuando me encuentro con uno, siento una profunda necesidad de abordar al lince en cuestión porque su agudísima vista y el delicado grado de serenidad con que examina la decadencia de nuestra sociedad son para mí casi motivo de orgasmo. Es más o menos lo que experimentas cuando, después de 20 días recorriendo Cuba, tu madre te prepara un cocido con chorizo, morcilla, tocino y gallina como bienvenida a casa.

Ayer, en concreto, fueron dos -¡dos!- los linces que encontré en Madrid, madriguera de 5 millones de habitantes contando con el área metropolitana y aledaños, cuya proporción de malas hierbas y españoles comunes es, por consiguiente, elevada. El primero me lo encontré en la Puerta del Sol, que ahora mismo está tan levantada por obras que hasta a la Osa del Madroño le están buscando una nueva cueva para hibernar temporalmente (todos los osos hibernan temporalmente, por otra parte). La plaza del kilómetro cero, punto de tránsito de miles de turistas diarios, orfebres a sueldo, manteros portátiles y agentes de paisano era el último recoveco en que yo esperaba encontrar a uno de los míos, pero allí fue. Por cierto, se me olvidaba un dato importante: si están en peligro de extinción es porque se están muriendo, o en todo caso rebasan los 50 años de edad.

Aparecieron, fugazmente, dos quinquis, chanos, macarras, llámelo como quiera, con sus chandails fosforescentes, sus gorritas para arriba: ''Ahhh estos son los fachasssss'', apuntó uno cuando vio mi alcachofa (la alcachofa del micrófono, quiero decir). Nada importante.

El lince era un señor con bigote que se paró a curiosear el tenderete que Rigoberto Carceller había montado como protesta por el medio siglo de represión socialista en Cuba. Cuando fui a pedirle unas declaraciones para la tele, su elegancia felina rechazó mi envite y dispuso su arengas a micro cerrado: ''En Cuba quitaron a un dictador para poner a otro... peor todavía. Pero vamos, que lo que tenemos aquí [señala al suelo] es mucho peor. Aquí está habiendo una transformación brutal que no tiene nada que ver con la economía o la Ley, es una transformación total de los valores que siempre han imperado. ¿Qué me dices de Felipe González? Ese hombre estuvo mintiéndonos durante 14 años. Dejaron el país arrasado en 1996, vino el PP a levantarlo y ahora lo dejan igual... y culpan a todos los demás. Es a-lu-ci-nan-te [su bigote baila al son de sus labios, en completo desdén]''.

Por si fuera poco después de esta inyección de fenalfetamina, por la noche bajamos al piso 11, el de los vecinos Paqui y Miguel, para ver la TDT. Mientras intentaba, infructuoso, sintonizar Intereconomía, donde había de aparecer mi reportaje, Miguel me preguntó, con su mantita cubriéndole de abdomen para abajo y tosiendo sus 89 años por la boca:

- Bueno, ¿y tú qué opinas de lo que tenemos encima?
- Lo que tenemos encima -dije con el mando de la tele en la mano, que parecía un detector de mentiras que nunca vibró esa noche- es demasiado pesado como para quitárnoslo.
Tuve que repetirle la metáfora porque Miguel tenía los oídos más duros que una piedra.
- Es que lo que vais a heredar -dijo, con unos ojos llorosos, empáticos- va a ser tremendo. Ayer me llamó mi amigo Luis, excelente abogado de Gómez Ulla (¡imagínate si tiene años!) asustado: ''Miguel, estoy aterrorizado. Aquí ya no hay nada que hacer''.

miércoles, 1 de julio de 2009

AVES Y HORMIGAS

No hay nada más bonito ni más placentero que ver un gran espacio con sus piezas o individuos trabajando. Flipo con los hormigueros, siempre me han apasionado esos diminutos insectos negros que enfilan una carretera invisible en busca de pipas que miden 10 veces más que ellos y que por ello van bailando de un lado a otro en el aire, a dos milímetros del suelo, sobre el lomo azabache y peludo que suda feromonas. Hoy mi hormiguero ha sido el AVE. Y yo he ido dentro del experimento.

Salimos de Madrid, temprano, y los nudos y circunvalaciones reciben los primeros camiones -hormigas metálicas- del día; las autopistas se van deshaciendo a medida que abandonamos la capital y aparecen más y más carreteras, albergue de grandes casas marrones, sin techo y ruinosas que son metáfora de la tragedia de España. Los primeros tractores aparecen por Toledo; levantan gran polvareda y tenemos que fiarnos de que hay alguien adentro. Seguimos media hora sin avistar más que pozos y castillos semiderruidos, campos abandonados y labrados, montañas vírgenes y desvirgadas, hasta que atravesamos Ciudad Real y Puertollano, este último pueblo con su central nuclear al fondo, que gime y llora porque teme ser prohibida en breve. Puertollano es Springfield. El cielo y sus nubes, sobre la chimenea de la central, así me lo cuenta. Empiezan las primeras pistas del Despeñaperros, túneles y más túneles, vamos entrando en Andalucía. Hay varios cortafuegos entre arboleda y arboleda y en uno de ellos veo a un ciervo enorme, incólume o acostumbrado ante el supersónico tren. Es el primer ciervo que veo fuera de un zoo. Es todo un acontecimiento...

...Pero la azafata atraviesa el pasillo, con su traje y su trajín, y Daniel Craig sigue zurrando a los malos malísimos y buenos traicioneros en su Quantum of Solace, y el chico de delante baja la persiana porque le ciega la luz, y el ciervo se mete en la arboleda, y yo cambio de canal para oír música folclórica que acompañe a tan magnífico evento, y escucho unas muñeiras, y un túnel me vuelve a quitar la ilusión.

Córdoba. Obreros con mono amarillo taponan una carretera de acceso al Califato. Plan E. Malas hierbas y huertos muy fértiles me confunden y no sé cuando entro en la provincia de Sevilla. Lo sé cuando alcanzo a ver algunas matrículas y cuando al fondo se divisan los edificios respetuosos con la altura de la Giralda y con ladrillos de color amarillo. Como están bastante lejos, el tren acelera para llegar a tiempo y agarrar esas pipas gigantes a las que todos, indefectiblemente, nos dirigimos.

lunes, 27 de abril de 2009

HOY LA COSA VA DE ANIMALES

Salgo de casa para ir a la Facultad y me encuentro con este cartón sobre el pomo de la puerta. Enfrente, otro cartón en la puerta de Mariano, el señor presidente... de la Comunidad (ya vendrá el del Gobierno). Sinceramente, la mejor publicidad que he visto nunca a 'domicilio'. Es el perro Pancho, el de la Lotería, el de las colas mientras que habla su dueño, disfrazado de cualquier cosa para recuperar el botín.

Pero no vengo a hablar de perros. También de cerdos. La fiebre porcina. Vaya tela. No hace mucho ya tuvimos la gripe aviar, las vacas locas, etc. Qué casualidad oye. Carnes que toquisqui tiene en la nevera. Súmele el aceite de orujo. Flaco favor le hacemos a la deflación. Yo ahora mismo me paso por el Lidl a trincarme varias bandejas de cerdo, y con dos cojones, que como bien sabe mi hermano me como los filetes recién tijereada la bandeja. ''Del cerdo todo se come''. Incluso con fiebre porcina.

No sé si podré soportar estas dos semanas que nos quedan con hospitales, mascarillas y chiguacos abriendo telediarios, pero en todo caso si me buscáis estaré en la zona de congelados (del supermercado).

Un saludo.

viernes, 28 de diciembre de 2007

''PUES HAZLE UNA FOTO AL PERRO''

Es lo que solíamos decir cuando en el carrete de las cámaras analógicas de siempre restaban 3 o 4 fotogramas libres y no sabíamos en qué consumir el carrete para poder ir a revelar las fotos de una vez.


Ahora, bien entrado el nuevo milenio, las cámaras digitales nos permiten hacer fotos sin necesidad de tener que pasar por una tienda de revelado, y haciendo solo un par de buenas fotos podemos llegar a cojer el cable sin problemas y pasarlas al ordenador sin necesidad de completar un número determinado de fotografías.
Con mi nueva cámara de fotos, de última generación, he tenido el gusto de estrenarla con mis perros, venciendo la típica -y no por ello grotesca- frase que ya ha sido utilizada en varios monólogos cómicos, la de exprimir el carrete con el mejor amigo del hombre.




En la foto vemos a Radio, aunque bien podríamos haberle llamado Canuto, por lo que hace.