miércoles, 1 de julio de 2009

AVES Y HORMIGAS

No hay nada más bonito ni más placentero que ver un gran espacio con sus piezas o individuos trabajando. Flipo con los hormigueros, siempre me han apasionado esos diminutos insectos negros que enfilan una carretera invisible en busca de pipas que miden 10 veces más que ellos y que por ello van bailando de un lado a otro en el aire, a dos milímetros del suelo, sobre el lomo azabache y peludo que suda feromonas. Hoy mi hormiguero ha sido el AVE. Y yo he ido dentro del experimento.

Salimos de Madrid, temprano, y los nudos y circunvalaciones reciben los primeros camiones -hormigas metálicas- del día; las autopistas se van deshaciendo a medida que abandonamos la capital y aparecen más y más carreteras, albergue de grandes casas marrones, sin techo y ruinosas que son metáfora de la tragedia de España. Los primeros tractores aparecen por Toledo; levantan gran polvareda y tenemos que fiarnos de que hay alguien adentro. Seguimos media hora sin avistar más que pozos y castillos semiderruidos, campos abandonados y labrados, montañas vírgenes y desvirgadas, hasta que atravesamos Ciudad Real y Puertollano, este último pueblo con su central nuclear al fondo, que gime y llora porque teme ser prohibida en breve. Puertollano es Springfield. El cielo y sus nubes, sobre la chimenea de la central, así me lo cuenta. Empiezan las primeras pistas del Despeñaperros, túneles y más túneles, vamos entrando en Andalucía. Hay varios cortafuegos entre arboleda y arboleda y en uno de ellos veo a un ciervo enorme, incólume o acostumbrado ante el supersónico tren. Es el primer ciervo que veo fuera de un zoo. Es todo un acontecimiento...

...Pero la azafata atraviesa el pasillo, con su traje y su trajín, y Daniel Craig sigue zurrando a los malos malísimos y buenos traicioneros en su Quantum of Solace, y el chico de delante baja la persiana porque le ciega la luz, y el ciervo se mete en la arboleda, y yo cambio de canal para oír música folclórica que acompañe a tan magnífico evento, y escucho unas muñeiras, y un túnel me vuelve a quitar la ilusión.

Córdoba. Obreros con mono amarillo taponan una carretera de acceso al Califato. Plan E. Malas hierbas y huertos muy fértiles me confunden y no sé cuando entro en la provincia de Sevilla. Lo sé cuando alcanzo a ver algunas matrículas y cuando al fondo se divisan los edificios respetuosos con la altura de la Giralda y con ladrillos de color amarillo. Como están bastante lejos, el tren acelera para llegar a tiempo y agarrar esas pipas gigantes a las que todos, indefectiblemente, nos dirigimos.

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