domingo, 23 de marzo de 2008

FELIZ DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Como el relato de mis escasos 6 días disfrutando del clima inestable y la familia Germscheid en Alemania puede cogerme mucho tiempo, empezando por el upload de las fotos y la organización previsiblemente en forma de retahíla de las vacaciones de semana santa -en las que me abstuve, una vez más, a acudir a las procesiones capillitas-, he decidido, aprovechando que ayer no quise perderme la celebración de la Pascua en el Monasterio de las Redentoristas de Carabanchel Alto, dedicar la entrada de hoy, breve, a esta nueva experiencia de mi encuentro con el Señor.

El cirio pascual en el monasterio de Sta.María Huerta, en Soria. SS 2007

Lo de capillitas y mi manía generalizada por los exaltados religiosos lo llevo diciendo mucho tiempo, y antes de que me haya cansado por fin ha salido ya un gran escritor de origen sevillano, como es Paco Robles, sacando a la luz un libro con las sombras de una práctica más que nos acerca a esa comparación confusa, odiosa e inevitable con América Central fuera de nuestras fronteras. Eso sí, lo hace sin renunciar al humor hispalense titulándolo Tontos de capirote, qué mejor título para un libro que pretende la divulgación pagana de las reflexiones intelectuales sobre un rito que presume de traer las mayores inyecciones de dinero a las arcas de las ciudades andaluzas.

Ayer, después de llegar de Alemania el viernes noche, cogí el metro para llegar un poco después de la Vigilia Pascual, cenar y celebrar esa larga misa por la resurección del señor, salida al gélido recibidor exterior y hoguera incluídas. Allí estaba JR, dándome una inesperada sorpresa con la presencia de Carlos, el granaíno del Espino de 2006, con el que viajé a Euskadi por una carretera burgalesa a pie y compartiendo un bonito diálogo, con un fondo montañoso verdoso y pajares y trigales dorados a los costados, además de esos carteles delimitadores de provincia con pintadas reivindicativas de lo vasco que una vez, dicen los abertzales, ocupó Treviño.

A simple vista parezco un enterao del tema religioso, pero descuidad, Vigilia, Pascua y cirio es de lo poco que uno acaba interiorizando después de tanto tiempo contemplando los pasos del cristianismo, que es al fin y al cabo, la religión a la que un servidor está afiliado. No, no lo soy. Igual que puedo ser el que menos idea tenga de entre todos los sevillanos, de izquierdas o derechas, cubanitos, barrigasllenas, de las decenas de procesiones que salen a la calle levantás por esos costaleros que al lunes siguiente se cagan en el Rey y en lo que gana Rajoy.

No. Ayer fue algo diferente, como en la Pascua de Jerez de 2005, que aunque la viví algo triste, fue también una experiencia. Si de aquella Pascua recuerdo lavarle los pies a Julia, en esta puedo presumir de que Juan Ramón me haya rebautizado, de forma recíproca, claro. La de ayer fue una Pascua en familia, en una de las capillas más pequeñas que he conocido nunca. Eramos apenas 25 asistentes, de los que solo 4 estábamos en la veintena, como pude apreciar. El ejército de monjas nos superaba en número y organización, todas del mismo color.

No obstante, ayer todos contábamos con un mismo arma, la Fe.

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