domingo, 9 de marzo de 2008

MI DOMINGO DE REFLEXIÓN

Cuando cada vez que cierto amigo mío, en nuestras muchas salidas colectivas nocturnas recurre al tema político para matar el aburrimiento, a colación con una mención o acontecer o porque me debía una charla o puya de anteriores quedadas, e incluye a la Iglesia de por medio, que es con la que suele iniciar el guión para recriminar mi voto político, yo siempre he cogido mi mejor escudo, que es el de ofrecerle comparar al PSOE como federación con el Vaticano, su diana favorita. Obviamente, él recurre a lo que suelen ocurrir muchos otros progresistas cuando se ven en un aprieto, conscientes de la gran estafa sociata: yo no voto PSOE.

Lo que principalmente le molesta de los cristianos, como a todos los izquierdistas jóvenes de corazón, es que su Santa Sede (lo de sede viene porque la Iglesia no deja de ser una institución) se sitúe en el centro de un Estado que fue creado principalmente para albergarla, y que ésta cuente con ingentes mausoleos cubiertos y guarnecedores de grandes cantidades de oro. Es el gran tópico del anticlericalismo, un argumento al que yo, como digo, he encontrado una contrapartida creíble y lógica. Suelo contestarle a mi colega –que espero esté leyendo esto para compartirlo y debatirlo en la plaza Aparicio Herrero en un futuro- que la existencia natural de la Santa Sede no es muy diferente a la sede socialista de Ferraz. Que ni es lo mismo la figura del Papa como máximo testigo de Cristo que cualquier cura enrollado de pueblo, ni el presidente de un Gobierno que se dice en defensa del proletariado y protegido bajo las siglas SOE y que luego porta corbatas a los stands de empresarios a los que propone una reducción importante del impuesto de sociedades y demás medidas para ricos tiene nada que ver con aquél alcalde socialista de pueblo que quiere lo mejor para sus vecinos respondiendo diariamente a sus cartas. Es una contrapartida que me ayuda a explicarle porqué los cristianos no necesitamos directamente de una institución religiosa para mantener nuestra fe católica, ni lo socialistas de corazón necesitan como el agua una institución que les garantice su fe en las ideas obreras.

Pues bien, el pasado viernes dos criminales de ETA acabaron con la vida de un exconcejal de la Euskadiko Ezkerra, PSE, que en ese momento sólo militaba en la UGT y trabajaba en una cabina de peaje de la AP-1. Alomejor parece que esto no tenga mucha relación con lo expuesto anteriormente, pero si analizamos lo ocurrido hace 4 años, lo sucedido en esta legislatura, lo que ha ocurrido en la recta final de esta campaña y lo que en estos momentos se cuece en todos los colegios electorales de España -bordeando el 60% de la participación a las 5 de la tarde, la misma que al finalizar la campaña del año 2000- probablemente encontremos el quid de la cuestión. ¿Qué es una vida para cualquier político? Nada si no es consanguínea. ¿Qué representa un concejal, o mejor, un exconcejal, para el secretario general de un partido, si además es presidente de un Gobierno? Nada. ¿Qué representa un humilde monaguillo leonés para Ratzinger? Muy poco.

Mi cuñado y yo discutíamos ayer sobre la repercusión política que pudiera haber tenido para la jornada de hoy –punto de arranque de la próxima legislatura– el asesinato a 48 horas de la cita con las urnas de Isaías Carrasco. Él por un lado, interpretaba el tiro en la nuca como la más conspicua prueba del algodón para que el votante dudoso pero tendente al centro-izquierda comprendiera que el proceso de paz de Zapatero se había derrumbado definitivamente. Yo, por mi lado, consideraba que lo acontecido del viernes por la tarde al sábado por la noche no había sido otra cosa que una cadena de actos emocionales, un colchón lacrimógeno para votar a un partido que no ha podido negociar con ETA en esta legislatura nefasta, según el PP, porque si lo hubiera hecho, no habría caído nadie en sus filas, como hoy por la tarde se recoge en muchos foros de la derecha. Lo cierto es que vi la condena de ayer de Zapatero mucho menos triste de lo que supuso el rechazo al tiroteo contra el atentado de los dos guardias civiles en Capbreton, y lejanamente más tranquila que el análisis-condena de la ruptura de la tregua el pasado 6 de junio, cuando Zapatero salió con las famosas ojeras y la cara totalmente hundida; tan hundida como los resultados que obtuvo la semana anterior en las municipales. Ayer se le vio entrando con la cara –circunstancial, es verdad- que prestaba normalmente cuando recibía a algún líder ni muy importante ni muy irrelevante en la Moncloa. Sea la manera que fuera de interpretar el asesinato, hay algo muy sospechoso, tan raro como indudable, y es que el viernes, tras 5 años sin matar a ningún militante socialista y a dos días de unas elecciones generales, ETA volvía a condicionar o a querer influir de alguna manera en unas elecciones generales como ya lo hizo el terrorismo islamista (?) hace 4 años, que tras 12 meses sin matar se llevaba por delante a 200 personas y casi 1500 más a 3 días, utilizados electoralmente por los dos partidos principales y usados propagandísticamente por uno de ellos por conseguir el Poder.

Esta noche podremos hacernos una idea de la utilidad de las encuestas, de la influencia que ha podido tener el atentado fortuito de este viernes y de nuestro próximo Gobierno, el cual personalmente prefiero que salga renovado, sea con un jefe socialista o popular.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez más no tenemos más que lo que nos merecemos.

Falete dijo...

En realidad, yo no me merezco lo que pasa, ni tu te lo mereces, ni muchos más que votan PP o que no votan porque piensan que todos son iguales.

Nadie se merece este gobierno. Nadie se merece un Gobierno que mienta.

Anónimo dijo...

Falete tio cambia el color de la pagina que irrita la vista. Pon el fondo blanco y la letras negras o como te paresca pero QUITA ESE FONDO NEGRO!!!

Falete dijo...

si hay fondo negro es porque hay letras blancas, y si hay letras blancas es porque a mi me sale de la poya y porque no irrita, siempre que me ponga vaselina en el prepucio.
(chiste fácil :D)