viernes, 27 de junio de 2008

¿MADUREZ, SINÓNIMO DE REALISMO?

Muchas veces me he preguntado por qué causa los niños disfrutan tanto de la vida, porqué aprovechan todo momento para jugar -en las barras del metro, por la calle, en los vestuarios de la piscina, en la iglesia, etc -sin pensar más que en el presente. La mayoría de las veces, la respuesta ha sido rápida: por eso mismo, por pensar en el presente. Por obviar que el futuro no es más que una continuación del presente. La muerte para ellos no existe, o al menos la imagen que tienen de ella se 'suaviza' con peliculones como ''los perros también van al cielo'' que se tragan entre carrerones y porrazos contra puertas.

Me pregunto así mismo si la madurez, como la entendemos, llega cuando dejamos de pegarnos esos carrerones, cuando tenemos una idea más cierta sobre la muerte, cuando nos concienciamos de que si no aprobamos ese examen de plástica acabaremos dejando asignaturas de la carrera despreciables para septiembre 10 años después. Puede ser, ya que la mayoría de la gente que sigue en el barco de la veintena, al menos en España, que es donde siempre me centro, no ha dejado de correr haciendo el ganso por la calle, no piensa en la muerte por aquello del ''carpe diem'' -al tiempo que fuman como carreteros -y por supuesto no sienten el mayor remordimiento por dejar 3, 4, 5 asignaturas por cada curso para el último año, acabando por consiguiente la carrera casi al llegar a los 30.


Pero también puede no serlo; hay otra teoría que a mí me resulta mucho más fácil de estudiar, contrastar, certificar. Es la de descubrir cosas, realidades. En parte, está relacionado con la primera hipótesis, si bien uno no puede descubrir nuevas realidades si en vez de pararse a estudiar los pájaros, flores o vecinos que ocupan su calle, la recorre con gafas de sol y auriculares cada mañana, quizá acudiendo a algún interesantísimo concierto de cualquier grupo de barrio que está empezando a triunfar. Si aún te quedan sueños por cumplir y cosas por descubir, entonces la felicidad te va a durar mucho. Por eso quizá la vejez es tan cruel; ni te queda nada más por destapar ni tienes a nadie que te arrope para hacerle frente a tal calamidad.

Yo, por mi parte, puedo decir con orgullo y gratitud hacia mis padres, que ya lo he descubierto todo. Ya no me queda nada por explorar de esta vida alcalina y arenosa. He salido fuera, y fuera he entendido que todo es como dentro. En esto me han ayudado las lenguas y el uso que sus hablantes les dan. He hablado con más personas mayores que de mi edad, las cuales me han seguido orientando en mi todavía joven etapa. He sabido que en todo rincón hay sinvergüenzas y estafadores, charlatanes y gentes educadas, chulos y alcohólicos. Y donde más, excepto los educados, en España. He sabido que ni en Norteamérica ni en Alemania te atacan a los ojos, que eso sólo pasa aquí, que en Francia no te acosan por la calle, que eso es sólo aquí, que Anchorage en belleza no dista mucho de Lanjarón, que Delaware está tan lleno de peajes como Cataluña, que Washington no es tan peligrosa como la pintaban, que en Madrid la gente no es tan chula como decían, que en Euskadi he tenido bastante respeto por la gente y sobre todo que en cualquier sitio te pueden putear; no es algo Made in Spain, ni nuestro país tiene los derechos reservados.

Y mientras voy madurando me acuerdo que un chico maduro es un chico serio. Y yo soy serio para aburrir. Pero no triste; eso ya es otra cosa. Eso ya viene cuando la muerte, por poner algo, no se toma con naturalidad y se la interpreta como un final cerca que, hagamos lo que hagamos, va a acabar pescándonos. Y cuando vas fuera ves que todo el mundo es serio porque a los 20 la madurez reina, por lo general. Nadie te pregunta ¿qué te pasa? si te ven serio. Te lo preguntan cuando estás triste, eso sí. Aquí, sin embargo, se interesan por tí en cuanto tienes un espacio de reflexión para tí solo en el que tu cara cuaja con tus pensamientos. Y dale... ''¿qué te pasa?'' ''Nada coño, estoy pensando, ¿puedo?'' Y los achantas, y se van, y te dejan sólo... ''¡Cuidado con Rafa, el amargado!''

Eso sí, el cachondo, el inmaduro, brilla, reluce, rutila en su círculo de amistades. Desconoce y habla, pero suelta perlas, aunque sean del mercadillo. Triunfa en la vida carroñero, codicioso y siempre surreal, verde pera cuando en realidad son naranjas rodeadas de azahar. ''¡Jo, qué pesimista eres! ''¡No hijo, soy realista porque conozco la realidad y la afronto, ante tantos que le dais la espalda!''

2 comentarios:

Fran Invernoz dijo...

Hay mucha sabiduría en este post, fruto de tu inteligencia, de tu educación familiar, de tus lecturas y de tu propia experiencia en la vida, creo, en mi modesta opinión. Es cierto que la felicidad está en vivir el presente, lo dicen los psiquiatras. Si vives en el pasado te deprimes y si piensas en el futuro te vuelves un ansioso insoportable. En cuanto a la madurez, recuerdo que una vez un integrante de Les Luthiers, compatriotas míos te aclaro, dijo en un programa de la televisión que se crece en el dolor, que yo enlazo, aunque quizá no tenga nada que ver, o sí, lo del poeta ítalo-argentino Antonio Porchia: " un gran amor es un gran dolor". Perdón, no quiero ser demasiado masoquista :), pero permitime que te diga que te veo bien, optimista, joven, entusiasmada por la vida. No sé porque te he dicho tantas cosas como vos si no te conozco. Simplemente debe haber sido porque tu entrada me invitó a hablar, como decimos en Buenos Aires, a calzón quitado. Bueno, te escribo desde España, donde resido. Saludos cordiales. Ciao.

Anónimo dijo...

'Interesante...muy interesante y muy sabio(no digo maduro,eh? que despupes de madurar la fruta,como las flores se marchitan y se mueren...!un saludo XS