martes, 9 de septiembre de 2008

UNA CARRERA DE COCHES

Dejé los coches a los 15 años... Moqueta sobre la cama, las cajas de zapatos como edificios y coches americanos haciendo de españoles, Madrid era fácil de remedar en poco tiempo. Lo cierto es que esos últimos años fueron los mejores, quizá porque sabía que pronto me aburriría.
-Mamá, te han salido rentables... más de 12 años jugando...- decía plenamente consciente de que a las 15 primaveras sólo tocaba balance del divertimento de los cochecitos (los micromachines nunca llegaron a gustarme).

Si ahora mi obsesión son la política y las mujeres, derivándose poco a poco en el Periodismo, los viajes y la lectura, en aquellos años de transformación física y adquisición de competencias y dependencias yo seguía con mis coches, recreando las películas que veía en el cine como si fuera un guionista o tal vez reproduciendo un escenario ideal que por falso que fuera pudiera presidir o gobernar.

Probablemente fue eso lo que me llevó a la vocación del Periodismo. Escuchar atentamente las avezadas lecciones de mi padre, atender fijamente a la realidad que me rodeaba (y que no me gustaba) y el ir aprendiendo actitudes y aptitudes me condujeron lentamente a ese habitáculo repleto de vagos del que sólo salen 3 o 4 personajes con un futuro meridianamente sólido, con tinta en las venas, pero tinta de pluma, y no precisamente por la turbia diversidad hetero y homosexual -y no por ello desagradable-, sino por 'estadística de la vida'.

Y ahora me encuentro pegando codazos a contrarreloj en este habitáculo egoísta donde muchos montan una pista de baile y otros pocos ponemos a buen seguro 'lo bailao'.

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