viernes, 11 de abril de 2008

DIARIO DE UN VIAJERO INTRÉPIDO (I)

Lo tenía guardado en el 'borrador' de hotmail. Se trata de un relato sobre mis aventuras en el verano de 2004 en Canadá. Es de 2005, cuando todavía no había blogs o por lo menos no habían florecido. Es normal que haya faltas de ortografía, o que cuanto menos se note la diferencia con mi forma actual de escribir.

''Me levanté nervioso, y antes de poner el pie en el suelo, eché una mirada rápida, con los ojos pegados del sueño, a mi alrededor. Aquella habitación vancouverita aún me trae gratos recuerdos. Era un día lluvioso y húmedo, por tanto; no menos frío. como tal día de verano y aun estar hablando del canadá echaba yo en falta mis abrigos, pero el día anterior le hice una visita al pacific center en el núcleo de la ciudad. Había comprado un chaquetón, aunque mas que un chaquetón eso parecía un chubasquero. Había todo un departamento de buenos chaquetones, pero esque no bajaba ni uno de los 100$. No me lo podía permitir. En cuanto vi aquella etiqueta con el 18$ lo compré de golpe, al parecer sin siquiera ver lo que abrigaba. Tomé mi improvisado abrigo y tiré hacia mi casa. Pasé toda la tarde haciendo las maletas. Tenía ganas de partir.

El día de mi huída, como decía, no gozaba de buen tiempo, y me puse mi chubasquero para, entre otras cosas, estrenarlo (al final me hizo falta y todo, no tenía paraguas) subí a tomar un rápido desayuno y guardar lo que mi homestay me tenía preparado: 4 riquisimos melocotones. cojí los gofres que me estaban preparados y alguna que otra cosa. Sin hacer mucho ruido, bajé las escaleras (vaya tela como crujían) y me fui al rellano de la puerta principal. Eché una mirada hacia atrás: podía ver, en el pasillo de los inquilinos, una puerta cerrada, símbolo de aún el largo sueño que le esperaba a mi amigo Ergin, dada la tempranera hora que era. La noche anterior nos habíamos estado despidiendo, haciéndonos fotos, intercambiando elementos étnicos, y conversando, en definitiva. salí de casa con mi maleta deportiva de 30 euros, mi mochila verde de colegio y my chubasquero de 18$. la lluvia había disminuído. solo chispeaba. era por la mañana y a mí me esperaban en una excursión que se iba a hacer al stanley park. yo ya había estado un par de veces, y solo por la caminata se me revolvía el estómago de pensar que volviera a visitarlo.

Vivía en un barrio residencial a las afueras del downtown de Vancouver, y cada mañana tenía que coger el autobús, de 2$ el ticket (para que nos quejemos del tussam) con hora y media de trasbordo, tiempo que no me amortizaba para nada el pago del billete. Pues bien, me acerqué a la parada del 8, al lado de un restaurante de comida rápida. de pollo, creo recordar. Estaba en la avenida fraser st, letrero que los autobuses tenían en la cabecera. cuando caminaba hacia la parada, ví en una caja de periódicos el titular de aquella mañana en vancouver sun: Viva Spain. la noche anterior habíamos visitado Andrés y yo los fuegos artificiales en english bay. este Andrés era colombiano, al que conocí en el viaje a Victoria. como es de costumbre popular, no me devolvió los 2$ que le presté para cojer el skytrain. Subí al autobús, repleto de chinos, y llegué al centro, concretamentre me dejó en la esquina de pender con richard's st. bajé la cuesta de richard's hacia la estación de autobuses de waterfront station. miré el mapa de la línea que cubría el centro con el aeropuerto. Lo miré, mayormente para asegurarme, porque días antes la había estado viendo con un brasileño (André). Efectiviwonder, el autobús que yo deseaba era el B-12, quiero recordar. miré en el teletipo digital, y faltaban 12 minutos. Aquella parada tenía un techo para refugiarme de la lluvia, que había empezado a aumentar, aunque carecía de asientos. De todas formas, ¿para qué quiero un asiento? estaría mojado. Ante el aburrimiento, miré hacia los coches que pasaban por la avenida de Waterfront, y como es de mi costumbre, observé las matrículas de cada uno de los coches. Ví un par de coches de Alberta, y mi primer coche de Quebec, provincia a miles de kilómetros de allí; Pero sobre todo, la matrícula más representativa se la llevaba la de beautiful british columbia, la mayoría pegadas a coches conducidos por chinos. Por muchos chinos.También vi a una chica guapa, joven y con maletas, y me dio la impresión de que se estaba escapando de casa. esta no era china, era pura canadiense, y la estuve observando durante un tiempo.

Cuando llegó el B-12, me acordé de su puta madre, su puta hija y la manta que las cobija, porque me había pegado todo unos 12 minutos con la pesada maleta en el hombro, ante la imposibilidad de dejarla en el suelo, ya que estaba mojado. Subí al autobús, hice el trasbordo y fui al 'segundo vagón' del autobús, ya que eran dos pegados, tipo C2 sevillano. El autobús arrancó, y tras atravesar todo el Downtown vancouverita volvimos a aparecer en un barrio residencial; el autobús estuvo atravesando practicamente 5 o 6 kilometros, sin exagerar, esta larguísima avenida. no hubo una sola curva en 15 minutos. Cuando por fin este autobús giró, lo hizo en una curva elevada, en la que desde mi ventana podía ver las anchas, ocupadas y encharcadas pistas de rodaje del aeropuerto de vancouver. El autobús estuvo bajando, poquito a poquito, tipo cuesta de Castilleja de la cuesta (valga la rebundancia) hasta llegar a incorporarse a un corto tramo de autopista en la que acabaría llegando a una circunbalación de pequeñas dimensiones, la cual torearía, rodearía y nos dejaría en una placita donde habíamos de bajar y caminar hasta la nueva parada que habíamos de llegar para tomar el 424, autobús que definitivamente nos llevaría a la terminal del aeropuerto de Vancouver. Pregunté a un hombre enchaquetado que de por ahí ambulaba, como yo, aguardando al 424. Me dijo que el autobús 424 ya salía del municipio y no podía utilizarse el trasbordo. Quiero recordar que, de todas formas, solo valía 1$, cosa normal puesto que aquella placita estaba cercana a la terminal del aeropuerto.

El autobús nos dejó en un trébol de calles de acceso a todos los edificios. Nos bajamos en arrivals, por lo que tuve que subir, por una escalera mecánica interior hasta la 1º planta. Cuando llegué a la 1º planta salí del edificio y estuve parado en la acera del aeropuerto, una acera llena de furgonetas y taxis, puesto que todos los viajeros llegaban allí para facturar. empecé a mirar hacia arriba para ver los letreros de destinos y compañías aéreas. pude observar, entre otras, air france, british airways e incluso KLM (lo cual me sumergió en una profunda nostalgia. pocos días despúes embarcaría, en la misma puerta, para Europa. pero pocos días después el cielo estaría despejado y con un sol radiante. el viernes 6 de Agosto de 2004 seguía siendo lluvioso, y la lluvia cesaba y apretaba, cesaba y apretaba... . En cuanto ví a una señora uniformada, de pelo corto y con walkie-talkie en mano, le pregunté por alaska airlines, y me dijo que estaba en la zona de vuelos a EE.UU. le pregunté donde estaba y me dijo que al fondo del todo. Accedí al fondo y ya empecé a observar compañías como hawaiian, horizon, northwest airlines, American Airlines, por fin alaska airlines, al fondo del todo. Entré, y una larga cola no impidió que yo llegara hasta el fondo de la inmensa sala, donde facturaría. Me pareció muy raro ver, por primera vez en mi vida, un sistema de facturación tan complejo: la señorita me esperaba sentada tras la mesa, pero no había ningun tipo de cinta que trasportara las maletas. ella, rubia de pelo largo, me colocó la pegatina de vuelo de ANC, y me dio unos papeles para rellenar, necesarios para entrar en los estados unidos. Lo rellené lo más rapido posible que pude, y algo nervioso, cojí todo el papeleo que pude para avanzar en el pasillo que me llevaría a un vomitorio donde había dos guardias que me pidieron el pasaporte y el papel de inmigración por si estaba bien rellenado. Todo en orden, caminé hasta llegar a una sala que me recordaba a Isla Mágica: toda llena de pasillos con cuerdas blancas donde esperaría mi turno para acceder a mi entrevista con el señor de la aduana. Había, como coordinador, un hombre alto de raza negra con chaleco reflectante con YVR como letrero en su espalda. El tío soltaba una serie de palabras que, ayudado por sus gestos con el brazo, me llevaron a entender que quería que accediera a la aduana con un señor sentado, de pelo blanco y con barriga cervecera, que me observaba con recelo.

-Are you travelling alone?-Yes, sir.-And how old are you?-sixteen-where are you going to?-I will go to Seattle and Anchorage
No se si no me entendió, pero el tio cojió de inmediato el pasaporte, y al ver que era español empezó:
-Cuánto dinero llevas ensima?-80 dólares americanos-Eso es muy poco para estar en los Estados unidos.-Bueno, llevo también una tarjeta de crédito-¿Cuánto tiempo vas a estar allí?-3 días.

El hombre se asustó, y no me sorprendió. Comencé a pensar que me habían tomado por Bin Laden, porque desdeluego por como iba de preparado parecía un suicida. Me entregó un formulario de color verde y volví a rellenarlo. Se lo entregué y me lo devolvió diciendo: ¿y esto?- No me acordé de la parte de atrás. se lo volví a entregar y el me lo volvio a dar diciendo: ¿y la firma? Lo firmé con una leve sonrisa en mi boca. Miré atrás por si mi fallo tuvo mucha trascendencia. Me pareció que no, y solo ví una pareja ya mayor, de origen australiano, o al menos eso indicaba su pasaporte. Cuando accedí al nuevo control, y ya harto de tanta seguridad, me acerqué, esta vez sin colas, a un negro apoyado en una barra, que me pidió el pasaporte y me preguntó, esta vez rellenando él mismo un formulario con rotulador rojo, si llevaba comida. Rápidamente caí en la cuenta de que podía quedarme sin comida si se daba cuenta de lo que llevaba, pero aun mas grave sería decir que no y que luego me registraran... total, que afirmé: llevaba de tó: malacatones, gofre y algun que otro atomatado sandwich. me dijo el negrito que accediera a una sala (:s) donde me esperaba una mujer con guantes blancos, que la muy marrana me confiscó 3 de los 4 melocotones, y todo porque se les había caído la pegatina de california que el melocotón restante si tenía. (:(). en fin, me quitaron también unas manzanas, aunque como no soy mu frutero, le dije: pa ti guarra.

Cuando salí de esa aduana, en la que me confiscaron practicamente todas mis provisiones, de lo que luego sentiría muchísimo, accedí a una gran sala, que podíamos llamar ya terminal. Una terminal donde se cruzarían todas las puertas de embarque; Una terminal llena de gente de todas partes. Allí estaría el quinto y último control de seguridad del aeropuerto. Después de esperar algunos minutos, atravesé las barreras sin ningún problema, eso sí: me hicieron quitarme mi chubasquero. Tomé conmigo mis pertenencias y me dirigí a la sala de espera, no me acuerdo que número de puerta. Llegué y en las butacas solo quedaban las huellas de la gente que acababa de partir hacia chicago, con escala en los Angeles. Al menos eso ponía en el televisor, del cual estuve pendiente para ver cuando demonios actualizarían y pudiera ver ''Seattle'' en la pantalla. La gente iba llegando y a mi el hambre me estaba matando. a mi lado se sentó una pareja mayor, eran de chicago. en frente un hombre robusto de aspecto americanísimo, de piel rosa y canas por su cabello. A éste le sonó el móvil y la pareja se puso a conversar conmigo. Me preguntaron unas 4 veces si yo era de chicago, si iba a chicago... muy cansinos. La verdad esque no me entendían. Cuando el hombre soltó el móvil, se puso a hablar con la pareja y otro de por allí, y a mí me dejaron solo. Eché una cabezadita con un ojo cerrado y el otro mirando el restaurante de comida rápida que divisaba desde mi asiento. Mucha hambre tenía pero pocas ganas de pagar también.

Por fin, la pantalla que rotulaba ''seattle'' se hizo destacar en una sala con poca gente y cuyos ventanales estaban empañados por los fuertes chubascos que desde mi asiento se podían observar. Me incorporé a la cola donde esperaban los pasajeros, eché una mirada por si algún turbante peligroso me hiciera pensar en Al-Qaeda,-aunque resultó mejor ambiente que en el vuelo de amsterdam- quien sabe, con tantos controles podían haber retenido a unos cuantos sospechosos... la mujer encargada de recoger los pasaportes y tarjetas de embarque era rubia y se la veía poliglota, si, políglota para decir ''adiós'' en todos los idiomas, un simple adiós que en español sonó a tono de nazi. entré en el avión y encendí la cámara antes de que zarpáramos. Hice algunas grabaciones y volví a guardar la cámara.

Era un cielo muy azulado y al despegar dejabas un Canadá a apenas 50 kilometros de la frontera norteamericana. Se notó también la poca distancia de Seattle a Canadá por la duración del vuelo: 20 minutos. El avión apenas había dejado de despegar cuando ya bajaba los morros.''

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