lunes, 14 de abril de 2008

COMO UMBRAL

Mañana hace un año que Draco, un mastín español color piropo de 8 años, moría sobre las losetas que Sanlúcar tenía desde hacía 19 años. Esas losetas ya no están, porque la casa está remodelada. Tanto Rusillo como Draquete abandonaron la casa, nominados -Milá dixit- por un misterioso Dios de los perros. El primero por un atropello derivado de esa remodelación de la casa, y el segundo en circunstancias bastante sospechosas, argumentando el veterinario una leishmaniosis primero y la ingestión de la médula de un gato después.

Aprovechando el siniestro aniversario, voy a dedicarles un poema romanesco que hoy nos ha hecho recitar en clase el profesor de Movimientos Literarios, Antonio Arroyo, y que al yo leer el mío, he recibido la ligera ovación de la tenue asistencia, así como los halagos del profesor y la comparación -¿quién decía que eran odiosas?- con el mismísimo marido difunto de María España. Como era de estilo Romántico, la única condición expuesta es que tratara sobre la leyenda de que todos los fines de semana se encuentra un cadáver en la Facultad de Ciencias de la Información, con aquello de las drogas y el alcohol. Mientras los demás seguían pensando, yo me lancé con la inspiración del profesor metiendo presión y los obreros trabajando el techo de fuera de la clase.

Dice así:

Anduve yo agobiado, por cómo organizar una fiesta,
solo deseaba disfrutar, de una bonita velada,
y Pepe Ginebra me montó una buena gresca,
no faltó vino, ni sangre derramada,
¡allí daba cabezazos, hasta Vincenzo Maresca!

No era suizo, ni jienés, que lo era de Lavapiés,
la droga le abultaba el sobretodo,
no miento, si la trifulca fue un traspiés,
y en la que, sin duda y de algún modo,
¡se daban puntapiés!

¡Lo que hace el hambre, rezuma el refranero!
las jeringas van cargadas de maldad,
pues no se olvide el picapedrero,
¡que hay un muerto en la Facultad!

2 comentarios:

braincrapped dijo...

Casi me apena la muerte de un perro mas que la de muchas personas. Esto que digo solo lo entenderán los que conozcan personalmente la lealtad que solo un perro sabe ofrecer, los demás pensarán que soy un bestia.

Falete dijo...

La lealtad y todo lo que un perro te da, si a eso sumamos que los perros 'supuestamente' no van al cielo, y vayan donde quiera Dios (el nuestro) que vayan, sabemos que nunca volveremos a encontrarnos con ellos, al menos lo sabemos de espíritu.

No te tomarán por bestia. Yo he llorado más por la muerte de Draco que por la de mi última abuela difunta (quizá no lloré porque el shock es mayor, o porque a mi perro lo tuve en mis brazos cuando le daban la inyeccion letal). Es decir, que ver a un animal que te ha querido y acompañado durante años que van mucho más rápidos que los tuyos vive, muere y es metido en una bolsa de basura cuando te abandona en una postura imposible para la vida de un cuadrípedo te apena más que cualquier otra cosa.

Un saludo y gracias!