Hace pocas semanas escribía sobre el movimiento antinatalista. Hoy voy a escribir sobre una parte de la sociedad con muchos más seguidores que los antinatalistas: la de aquellos que no quieren tener hijos, pero no por razones colectivas, decrecionistas o mundialistas, sino individuales.
Y es que el columnista del Financial Times Janan Ganesh, de distinguido vocabulario y con espacio reservado en la contraportada del diario, se explayó una vez con argumentos a favor de la soltería y contra la crianza de niños. Me ocurre que ante cada uno de los argumentos que enumera Ganesh se precipita un pensamiento mo, un hecho, que lo niega.
1) ''Las conversaciones más adultas que tengo es con aquellos sin hijos; leen más, atienden más, viajan más y se dan cuenta de más cosas''. La gente lee poco, y basta con subirse a un tren por la mañana para corroborarlo. Algunos serán padres y otros no, pero, admitiendo que alguien sin hijos tiene más tiempo que otro con hijos, ello no significa que llene su tiempo libre con lecturas. Más bien tiendo a pensar que Ganesh se rodea de colegas columnistas y redactores que son estrellitas en potencia y sin tiempo que perder con una baja maternal o paternal para no desperdiciar su turno en el muy enclenque y menguante negocio del periodismo. Dentro de 30 años, quizá Ganesh se dé cuenta de que tendrá conversaciones adultas tanto con adultos que hayan vivido a la mitad, o sea, sin hijos, como con adultos cuyos hijos ya se han emancipado y que vuelven a tener tiempo para leer más, atender más, viajar más y darse cuenta de las cosas.
2) ''Entre los adultos hay decoro, casi una formalidad, nacida de la aversión a los olores, manchas y estrés general de una casa con niños''. Este tío no ha estado en casa de mi suegro con su novia, ambos sin hijos a cargo desde hace más de 20 años, y donde apesta a pedo cada vez que los visitamos.
3) ''Los adultos tienen la promesa de control máximo sobre sus vidas''. Hombre, el control máximo nunca lo vas a alcanzar, porque como apunta Jesús G. Maestro, ya el solo hecho de trabajar implica vender parte de tu libertad por dinero. Ahora bien, la diferencia está en si al volver del trabajo te encuentras en casa con un gin tonic o con un niño y un gin tonic. Los primeros creerán tener el control máximo sobre sus vidas, pero que me escriban cuando alcancen la edad de jubilación y nadie los visite ni los cuiden cuando no puedan moverse. Ahí el control de sus vidas pasará a estar en manos de desconocidos.
4) ''Tengo una lista de ciudades en la que pasar el resto de esta década. Nadie con [hijos] dependientes podría ser tan móvil de mudarse de ciudad en ciudad''. Hombre, Janan, y tú hablabas de infantilismo. La clave está en vivir en esas ciudades en tus 20, no ahora que tienes 41. La mudanza constante como nuevo sueño burgués del siglo XXI. Y el tío lo primero que inspeccionará en cada una de esas ciudades será las discotecas con chicas de 18, seguro.